Capítulo 9

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El día siguiente, domingo, lo pasé encerrado en la sala común poniéndome al día con las tareas cuando no estaba Ginny, y cuando lo estaba, me escabullí para montar en escoba. Ron siempre me acompañó, y Hermione sólo en la parte académica. Les conté a ambos los sucesos acaecidos en el pasillo de la biblioteca, sin especificarles las razones por las que estaba allí. Ambos estuvieron de acuerdo conmigo en que había sido un despropósito "incluso para el idiota de Malfoy", había dicho Ron, pero no parecían tan enfadados como lo estaba yo. Yo lo atribuí a que Malfoy siempre había aprovechado su ventaja sobre mis dos amigos para reírse o burlarse de ellos, mientras que sobre mí realmente no tenía ninguna ventaja, y lo comprendí hasta cierto punto, pero aunque fuese a nivel inconsciente, mis amigos no condenaban con tanta fuerza como yo que el alumnado de Hogwarts se estuviera tomando la justicia por su mano. Aquello me hizo sentir un poco solo e incomprendido, por eso me fui pronto a dormir.

El lunes, las clases se me pasaron rápido. Una de ellas la impartió la directora McGonagall, a quien en circunstancias normales me alegraría de ver, pero que después de nuestra última conversación, no tanto. En cuanto terminó, recogí velozmente mis cosas y me marché.

Llevaba todo el día con el libro que Malfoy había dejado caer de un lado para otro, y decidí que había llegado el momento de devolvérselo. Hermione me había propuesto ir a ver a Luna cerca de la torre de Ravenclaw, pero le dije que tenía que hacer una cosa que no le expliqué. Ella lo aceptó con una mueca extrañada pero sin preguntar, y fue entonces cuando me dirigí de nuevo a la biblioteca. Cuando abrí la puerta y miré hacia el sitio que siempre ocupaba Malfoy, junto a la ventana, comprobé decepcionado que no se encontraba allí, así que decidí bajar a las mazmorras, donde sabía que estaba la sala común de Slytherin.

Allí, unos cuantos alumnos de Slytherin me miraron como si fuera una rata recién salida de las cloacas, pero no pudo importarme menos. Levanté el mentón como había aprendido a hacer de mi padrino y me situé junto al muro de piedra tras el que sabía que estaba la sala. Enseguida apareció Blaise Zabini por el pasillo, que me escrutó con la misma mirada que me habían lanzado sus compañeros de casa.

-¿Qué trae a nuestro gran salvador por aquí? -me dijo sarcásticamente con cara de pocos amigos, sin saludar.

-¿Está Malfoy en vuestra sala común? -me miró como si le hubiera pedido ir juntos al baile de fin de curso, es decir, con asco y desconcierto, pero enseguida replicó:

-¿Y para qué lo buscas?

Me dieron ganas de reír, pero me contuve. ¿Quién se creía que era este chico para andar pidiéndome explicaciones?

-No creo que eso sea asunto tuyo, Zabini.

Ambos nos sostuvimos la mirada durante unos segundos, él como evaluándome y yo simplemente por no perder el combate de miraditas, pero por suerte, duró poco. Una voz que indudablemente reconocía susurró, saliendo del muro de Slytherin:

-¿Potter?

Me volví hacia su dueño: Blaise Zabini había perdido mi atención por completo.

-Hola, Malfoy, quería hablar un momento contigo.

-¡Guau! -dijo una voz femenina que se acercaba por detrás. Pansy Parkinson se dirigía a su sala común. -¡Si son el Gran Héroe y el mortífago desertor! ¿Estáis haciendo un club de traidores a la sangre?

Me puse de mal humor, pero ver que Malfoy no replicaba ante eso hizo que empeorara aún más. Sin embargo, me esforcé por mantener la calma y le dije en voz baja:

-Vámonos a otro sitio.

Él me siguió sin replicar por los pasillos de las mazmorras y, cuando encontré un lugar apartado de la entrada de la sala común por donde apenas pasaba nadie, me detuve. Saqué con cuidado el libro de mi túnica y se lo tendí, esperando que no reaccionara mal, pero él lo miró como si le estuviera ofreciendo un tesoro. Lo aceptó sin rozarme, como si aún fuera escéptico conmigo, y comprobó su estado desde varios ángulos.

-Lo has ajado un poco por aquí -comentó, y yo puse los ojos en blanco.

-De nada -dije, frunciendo el ceño. Él me miró y esbozó una sonrisa tan leve que tuve que esforzarme por percibir, y que hizo que la ira se me calmara un poco. Realmente ya había acabado, pero había muchas cosas que quería hablar con él, así que antes de que la situación se volviera más incómoda, empecé:

-Oye, sobre lo que pasó el otro día...

-No es de tu incumbencia, Potter -me interrumpió él, con renovada frialdad. Supe que estaba dando pasos en falso.

-Vale, vale. No es de mi incumbencia -acepté rápidamente. -Lo siento. -Busqué en mi cabeza un tema de conversación que no fuera demasiado conflictivo, y dije sin reflexionar: -¿Mañana irás a la biblioteca?

Él frunció el ceño y me miró de forma extrañada, y yo sentí de nuevo calor en las mejillas. Me sentía un estúpido por haberle preguntado eso a Malfoy.

-Vale, lo pillo, tampoco es de mi incumbenc...

-Ahora que por fin puedo seguir mi lectura -me interrumpió -sí que iré.

Lo miré. Él me devolvía la mirada con una expresión rara y no pude evitar fijarme en cómo la tibia luz de las antorchas se reflejaba en sus ojos. Asentí con la cabeza en respuesta.

-V-vale -añadí. Luego no supe qué más decir, y parecía que él no tenía intención de decir nada más, así que hice un gesto de despedida con la mano y me marché rápidamente de las mazmorras.

Esa noche me costó conciliar el sueño. No entendía por qué no podía parar de pensar en aquel "sí que iré", pero tenía muy claro que al día siguiente yo visitaría la biblioteca.

So close (Drarry)Where stories live. Discover now