Capítulo 22 "Princesa en apuros."

40 15 0
                                    

Gema abrió lentamente sus ojos, tuvo que parpadear varias veces para acostumbrarse a la oscuridad y poder divisar a su alrededor, pero verdaderamente no veía absolutamente nada, por lo que su intento de distinguir aunque sea algo fue completamente en vano.

Llevo una mano a su cabeza, le dolía horrores, no sabía lo que había pasado, solamente recordaba la pelea de su amigo con un sujeto, luego aparecieron Emma y Jace, y ya: el resto eran recuerdos algo borrosos. Recuerda ser cargada hacía algún vehículo, árboles y luego todo estaba negro, como si le hubieran borrado la memoria o algo así. ¿Dónde estaba?, ¿a dónde la habría llevado Jace?, un escalofrío le recorrió el cuerpo así que se envolvió con las sábanas y bajo de la cómoda cama en la cual se encontraba, sus pies se congelaron al tener contacto con el frío suelo de piedra, suspiro y avanzo en la penumbra, intentando no tropezar con nada que pudiera delatarle.

Manoteo las paredes y por casualidad toco el interruptor, rápidamente la habitación se iluminó cegándola casi por completo, refregó sus ojos y observo el lugar.

Parecía una especie de cueva, pues dos paredes eran de piedra; mientras que las otras dos eran de machimbre, esas eran las que le imposibilitaban el poder moverse libremente por el lugar. Se acerco a la puerta, giro la perilla creyendo que estaría cerrada, pero no fue así. Tan pronto como sus pies tocaron la fría cerámica de un color verde pastoso (a decir verdad esta gente no tenía buenos gustos para combinar espacios), salió corriendo por el extenso pasillo; por cada paso que daba, parecía que el pasillo se alargaba, negó repetidas veces, debía ser su imaginación. A cada lado se encontraban diferentes puertas con diferentes tamaños y colores, parecía un circo, pero evidentemente no lo era.

Una puerta color rojo se abrió, se apresuró a entrar en cualquiera de todas las habitaciones, manoteo el primer picaporte que encontró abierto e ingreso al lugar. Su respiración era agitada, debía hacer ejercicio aunque sea dos veces a la semana, de lo contrario jamás podría escapar de situaciones como está.

Nuevamente estaba a oscuras, esperando que los pasos se alejaran lo suficiente como para retomar su camino hacia afuera de ese extraño lugar.

Posteriormente de unos largos minutos saco la cabeza y miro a ambos lados, cuando se aseguró de que no había nadie que pudiera perseguirle, retomo su camino hacia donde sea que llevaba ese pasillo. Caminaba en puntas de pie para no ser escuchada.

— ¿Gema?, ¡señor no se encuentra aquí! —grito una voz bastante femenina.

— ¡Gracias por delatarme! —susurro enfadada la pequeña, salió corriendo; ya podía ver la sala.

De la nada una puerta blanca se estampó en su nariz, no esperaba que a alguien se le ocurriera salir justo ahora, aunque la verdad tenía sentido; era una puerta, en fin: cayó sentada, su nariz comenzó a sangrar.

— Creo que es hora de volver a dormir —sonrió Jace mientras acercaba nuevamente una sustancia a su nariz, se retorció intentando alejarlo pero fue en vano; nuevamente se durmió.

— Á-Ángel —murmuro Carolina mientras me miraba, parecía nerviosa, asentí para que prosiguiera— Jace acaba de secuestrar a Gema.

— ¿¡QUÉ!? —gritó mientras intentaba levantarse de la cama, fracasando en el intento.

— No, no hagas eso Ángel —le regaño—. Tienes que hacer reposo hasta retomar tus terapias, recuerda que la doctora dijo que no deberías hacer fuerza bruta.

— MI NOVIA FUE SECUESTRADA POR EL DUEÑO DEL CRISTAL, HERMANA, POR EL AMOR DE DIOS —exploto de rabia—. S-Si yo hubiera estado allí, esto no habría pasado.

— No, hermano. No te tortures de esa manera, todo esto es por culpa de Jace y su obsesión hacía Gema, no es tu culpa. Prometo que la recuperaremos, ahora tú prométeme que te quedarás aquí sin hacer absolutamente nada, por favor —rogo la joven.

Ángel lo pensó por unos instantes, no quería quedarse de brazos cruzados haciendo nada, pero tampoco quería estorbar en la recuperación de Gema.

Recordó lo buena que era su hermana en computación y se le ocurrió una brillante idea.

— Me quedaré aquí con la condición de que pueda ayudarles desde aquí.

— ¿Y cómo?

— Los estaré observando desde la computadora, pondremos un micrófono en todos los chicos, incluyéndote a ti. También pondremos diferentes cámaras en diferentes partes de sus cuerpos, además, de esta manera puedo cuidar su espalda, pues también tendrán cámaras allí —explico.

Los hermanos Carter comenzaron a preparar la habitación para poder completar el plan (cuando tengan uno), colocaron más de veinte pantallas con distintos teclados que irradiaban diferentes colores, un mouse bastante grande y una silla giratoria.

Cuando todo se encontraba listo, se sentaron a idear un plan; no tenían ninguna sola idea, pero probablemente el café podría ayudarles a realizar algo.

— Oye, ¿se te ocurre algo?

— No, no se me ocurre nada Ángel, ¿y a ti?

— Tampoco —ambos hermanos bufaron al unísono.

A este paso jamás recuperarían a Gema, ¿y si la perdían para siempre?; ¿y si jamás volvían a ver su bella sonrisa?; ¿y si ese beso que se dieron era el último? Tenía ganas de llorar de la impotencia, se sentía vacío.

Había esperado tantos años para que fuera su novia, durante mucho tiempo soñó con poder abrazarla y ahora que lo consiguió, llega Jace y arruina todo, todavía no lo puede creer.

Jace Adams era su amigo, le había confiado muchas de sus cosas; algunas demasiado personales, porque se suponía que eran eso, amigos, ¿cómo se creía que debía tomar tremenda traición?, ¿no podía olvidarse de la existencia de su pequeña y ya?, tal parece no, debía arruinarlo todo. No le reconocía.

Carolina lo saco de sus pensamientos, parpadeo y decidió dirigir toda su atención hacía ella.

— ¿Y si rastreamos su celular?

— Tienes razón, si tenemos suerte no lo bloqueó.

Carolina corrió escaleras arriba a por su laptop, bajo cargada de cables y algunas otras cosas, le sonrió a su hermano y comenzó a teclear rápidamente diferentes códigos, no entendía nada. Presiono "enter" y apareció la ubicación del celular.

— Esta en el bosque.

— ¿Y si lo tiro a su celular allí? teorizó el chico.

— Tendríamos al menos una pista de donde se encuentra, ¡ánimo! —le abrazó.

Esperaba pronto encontrar a su dulce novia, y lo más importante; que estuviera a salvo. En estos momentos, Gema era una princesa en apuros.

El dueño del cristal IOpowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz