Capítulo 4

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La pintura verde manchaba sus dedos, aquellos que delineaban aquel lienzo que no había podido salir de su mente en toda la noche. El reloj marcaba las 6.56 am, y la pequeña iluminación de las nubes oscuras entraba levemente por la ventana entreabierta.

Mezclo la pintura verde con la azul y la blanca sobre la paleta de colores, y volvió a posar su mano en el lienzo.

Pensó en su primer año en Madrid, como a pesar de conocer el idioma le costó adaptarse a su nueva vida. Hasta que conoció a Jean Paul, recordó, y halló en él, el apoyo que no sabía que necesitaba con tanto desesperó. En ese momento Jean Paul ya tenía fama entre los medios artísticos por sus bellas y renovadas obras, sin mencionar que el hombre de ojos celestes era todo un casanova entre las damas del país.

Carcajeó sin querer, prestándole más atención al cuadro frente a ella, deteniendo sus acciones apenas creyó reconocer la pintura frente a ella.

-Maldita sea- Murmuro, colocándose de pie.

Detallo mejor el cuadro, incapaz de sentir como el aire fluía por sus pulmones cuándo observo un par de grandes ojos.

El azul mezclado con el blanco creaba un tono cristalino llamativo, y el verde grama al borde de aquellos colores resaltaba a la vista, el iris de un negro tan oscuro como la noche. Los ojos verdes transparentes que adornaban el lienzo la veían fijamente, como si aquella pintura carente de vida podría verdaderamente verla, juzgarla.

Miró sus manos, frotando sus dedos entre ellos, sintiendo la textura de la pintura. Volvió a ver aquellos ojos, recordando sin querer aquel par de color verde que aún la seguía en las noches cuándo no podía conciliar el sueño, cuándo pensaba que los recuerdos podrían derrumbar todo su presente.

Camino hacia el lienzo, acercando las yemas de sus dedos al borde de la pintura.

-Al...- Dijo a un hilo de voz -Al-

-¿Mon amour?

Se giró de inmediato, encontrando la confusión en los rasgos del hombre de ojos celestes.

-Son... Las siete de la mañana, muy temprano para ti, Lu- Opino, caminando hacia ella -¿Algo no te dejo dormir?

-Solo- Tomo el aire que se había olvidado de respirar -Solo sentí la necesidad de pintar y... Hice esto

Camino a un costado, dejando a la vista el cuadro a sus espaldas. Jurando observar como Jean Paul abría levemente la boca.

-Mon amour...- Susurro, colocándose frente a la pintura -Esto... Esto es una obra de arte- Llevo sus manos a su boca -Debes publicarlo, esto debe estar en todas las revistas de España. ¿Por qué...?

-Jean Paul, ya hablamos de esto- Negó.

-Lucia García, mira tú obra y dime si no debe ser contemplada por todos los ojos del mundo- Señalo.

-Exageras.

-Nunca he sido tan honesto- Camino a tomar sus manos -Dime que lo pensarás, por favor, prométeme con tus bellos ojos que este viaje te ayudara a por fin publicar las cientos de obras que llevan tú nombre.

-No tengo tantas- Sonrió -Ni puedo prometer eso...

-Por favor- Insistió -Por el amor que compartimos, prométeme que lo harás.

Miró el celeste al que se acostumbró a ver cada mañana, hallando sincera suplica en sus ojos. Desde que la conoció, el hombre francés siempre creyó en su talento, motivo por el cual decidió volverla su aprendiz cuándo apenas estaba en su segundo año de bellas artes, sin dejar de insistirle cada día que debía exhibir su talento.

El placer de tus labios.Where stories live. Discover now