Capítulo 35: Cuestión de tiempo

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Capítulo largo.
Para una mejor experiencia, recomiendo leerlo escuchando
"I'm Not okay" de Deadfish.

Jungkook caminaba de un lado a otro por los pasillos de The Happy Market. Era la sexta vez que pasaba junto a los snacks y sentía una punzada en el pecho al divisar una bolsa amarilla de papas fritas: idéntica a la que le había vendido a Jimin la primera vez que se vieron.

Jimin...

Ya habían pasado varios días desde el cumpleaños del peliazul y ambos seguían igual que antes: se enviaban mensajes todos los días, se llamaban e intentaban verse seguido. Por eso, Jungkook estaba preocupado. Hacía tres días que él no sabía nada de Jimin.

El castaño intentaba tranquilizarse, pues todo había salido más que bien en los días anteriores... Pero no podía ignorar la preocupación que invadía su pecho y lo hacía removerse, inquieto, en la cama por las noches al pensar en el hecho de que Jimin ni siquiera leía sus mensajes.

—Kook —lo llamó Izzy; parada en uno de los extremos del pasillo, la cara de preocupación de la pelinegra solo lo hizo preocupar más—, es el señor Park, quiere hablar contigo. Es urgente.

Jungkook corrió detrás de la chica y con manos temblorosas tomó el teléfono que yacía apoyado boca abajo en el escritorio.

—Señor Park, ¿todo está bien?

—Hola, Jungkook. En realidad, llamaba por eso —suspiró—. Sabes que me encanta que Jimin pase tiempo contigo porque veo lo mucho que se quieren pero... —el hombre suspiró— hace días que están juntos y Minie debería venir a buscar más ropa o, bueno, al menos podría pasar a saludarme, extraño verlo corretear por la casa —rió suavemente—. ¿Podrías traerlo hoy?

—¿Cómo dice? —preguntó confundido.

—Sé que mi bebé querrá quedarse más tiempo contigo, pero llevan tres días juntos. Por favor, convéncelo y tráelo a casa.

—Señor, Jimin no está conmigo —la voz del castaño salió en un hilo, su corazón latía con prisa.

—¿Qué? —el hombre rió levemente —Jungkook no es momento de bromas.

—No estoy bromeando, Jimin y yo no nos vemos personalmente desde el trece de octubre. La última vez que hablamos fue por mensajes, hace tres días —del otro lado de la línea, el señor Park había tomado asiento en el sofá—. No responde mis llamadas ni mis mensajes desde el miércoles por la mañana, creí que estaba ocupado.

—Jungkook, Jimin me dijo que iría a tu casa el miércoles y pasaría la noche contigo. Salió de aquí pasado el medio día y no volvió desde entonces.

Perdido, fuera de lugar, solo, así se sentía el castaño en la estación de policía. Llevaban dos horas haciendo la denuncia de la desaparición de Jimin pero nadie les daba una respuesta certera cuando preguntaban en qué momento comenzarían a buscarlo.
Horas atrás, cuando Jungkook se dirigía a la casa de los Park, había llamado a Taehyung para preguntarle si sabía algo; como respuesta, obtuvo la promesa de que esa misma noche el chico viajaría a Seúl para ayudarlos a buscar a su amigo.

Si Jimin estaba perdido, entonces Jungkook también lo estaba.

—Necesito... ir... al baño —pidió Jimin, en voz baja, arrastrando las palabras; su garganta ardía de lo seca que estaba y el tragar su propia saliva hacia que sus ojos se cristalizaran ante el dolor que sentía.

—Está bien, después de todo no soy una torturadora o algo así —aceptó la señora Jeon, dejando a un lado sus maquillajes, poniéndose de pie y alisando su vestido color beige.

Canta para mí [SIN EDITAR]Where stories live. Discover now