Wax [Vincent Sinclair]

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Estaba cansada.

Exhausta.

Arta.

Había estado caminando durante mucho tiempo, quizá y probablemente horas.

Sus piernas quemaban y dolían al dar nuevos pasos en esa caminata, se comenzaban a rehusar a continuar aquel infierno al que se veían sometidas, no había parado ni una sola vez a descansar desde que salió de aquél lugar.
E incluso si había tratado de hacer gimnasia anteriormente por cuestiones de salud "y liberación de malas vibras", no era nada comparado al tiempo y la fuerza que ahora estaba ejerciendo. Pasos llenos de furia y demandantes que se clavaban en el suelo, arrastrando en sus zapatillas algo de tierra, o alguna que otra piedra introducida en el asfalto.

Por lo que, cuando sus orbes grises se toparon un pequeño banquillo en una gasolinera a unos metros, llenó su pecho con verdadera alegría.
¿Acaso dios ese día había escuchado sus plegarias?

Utilizó sus últimos esfuerzos para poder llegar, importandole poco cómo la sangre en sus extremidades baja se comenzaban a entumecer y pinchar con fuerza.

Se sentó con cierta rudeza en aquél banco rústico de madera, escuchando como un chillido salía de este.
Puso su mochila a su lado, y tiró la cabeza hacia atrás, cerrando con cansancio sus ojos.

En todo ese tiempo que no paro de caminar, se llevó más de una sorpresa; el cambio de moda, el desarrollo de tecnología, e incluso el cambio de nombre de calles que anteriormente se sabía de memoria cuando salía de su primaria. Todo había cambiado, sorprendentemente en algunas cosas, para bien. Incluso el turismo aumentó.

Pero ahora, y con eso presente, se sentía descolocada.
Si bien no había estado encerrada durante décadas, con solo el pasar de un par de años, se daba cuenta de que estaba en una posición de clara desventaja y falta de conocimiento absoluto.
Se inquietaba de ver cómo ahora todo era manejado con los teléfonos; Cuentas, comunicación, estudio, trabajo.
¿Ahora debería conseguir uno ella? ¿Pero cómo? Ni siquiera tenía trabajo, y el dinero que tenía -que fue regalo de la enfermera- solo le alcanzaría para comprar un par de snaks o agua. Ni siquiera alcanzaría para pagar la noche en un hotel/motel.

Se levantó con pesar, adentrándose en aquella gasolinería para comprar alguna botella de agua y algo que llenase su vacío y hambriento estómago.

El tintineo y una suave música de jazz la recibió, junto a una que otra mirada desinteresada de los clientes.