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—¡Gianna, apúrate!

—Vayan sin mí.

—Giannaaaaa.

—Harry ni siquiera entiendo el juego.

—Giannaaaaa.

Puse los ojos en blanco. 

—Bien.

Así que ahora estaba en Madison Square Garden viendo un partido de un deporte que no entendía. Ni sabía a qué equipo apoyábamos.

—Glenne, ¿quién es quién?— le susurré a la mujer junto  mí. Glenne era la novia de Jeffrey, se nos había unido al viaje y estaba completamente agradecida por ello, nos habíamos llevado bien inmediatamente.

Ella rio y me explicó nuevamente.

—Los azules son los Rangers,

Jeffrey la interrumpió —Es decir los ganadores.

Glenne puso los ojos en blanco y siguió hablando.

—Y los blancos son los Canadiens.

—Es decir los perdedores.— dijo Harry.

Arqueé mi ceja. 

—Bien, apoyaré a los Canadiens. 

Todos estallaron en risas.

—¿Qué pasa?— pregunté.

—Cariño, obviamente ganarán los Rangers.

—Hoy no, hoy ganarán los Canadiens.

Harry me miró con el ceño fruncido.

—¿Qué tan segura estás?

—Hasta apostaría.

—¿Cuánto?

—Cien dólares.—contesté sin pensar.

—Hecho.

Nos dimos un apretón de manos y seguimos viendo el partido.

Y en ese momento me di cuenta de que podía perder, solo había pensado en la posibilidad de ganar.

Ni sabía cómo iba el marcador.

Diablos.

Tratando de que los chicos no se dieran cuenta le pregunté a Glenne quién iba ganando, noté que Harry trataba de esconder una sonrisa, sabía que me había escuchado.

—Van ganando los Rangers.— me contestó.

Diablos.

Empecé a celebrar las anotaciones de los Canadians, a gritar cuando se cometían faltas, a aclamar las jugadas, aunque no las entendía, y en general a disfrutar el partido.

Menos cuando los Rangers anotaban, por supuesto.

No entendí la mitad del juego, pero si que entendí cuando dijeron que los Canadians habían ganado.

Me sentí eufórica, salté, grité, celebré e incluso me abracé con otros seguidores del equipo.

—¡Quiero mi dinero!

Todos seguían mirando sorprendidos.

—No puedo creer que los Rangers perdieran.— susurró Harry.

—Contra los Canadians.— agregó Jeffrey.

Pasé mi cabello detrás de los hombros.

—Soy su amuleto de la suerte.

Glenne rió. 

—Tendrán que llevarte con ellos toda la temporada.

Fingí pensarlo.

GOLDEN - 𝑯.𝑺Where stories live. Discover now