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Hola bella criatura o guapichimo lector, antes de comenzar con esta historia, que tal vez ya conoces, quiero pedirte de la manera más amable que abras tu mente a lo que leerás a continuación, esta historia cuenta con lenguaje subido de tono, escenas y situaciones muy explícitas, (en serio, son explícitas) contenido sexual entre otras situaciones que pueden herir la sensibilidad de las personas por lo que se recomienda discreción y leer bajo su responsabilidad y criterio. No me hago responsable por posibles traumas o adicciones a esta historia que está de lujo y no lo digo yo sino ustedes. Esta historia viene narrada desde varios puntos de vista, espero que la disfrutes.

Solo para aclarar de nuevo este punto, en esta historia NO cuento mi vida o mis experiencias ni mucho menos vivencias mías, aunque no niego que desearía a cualquiera de mis protagonistas masculinos para mi. Esto es mera ficción y cualquier nombre, lugar, fecha o situación parecida a la realidad es mera coincidencia.

Ahora sí, sin más que agregar, disfruta de esta locura literaria escrita con mucho amor para ti.

Esta historia ha sido corregida y editada, gracias por tu comprensión y espera. Código de registro en Safe Creative 1808288145661

Mi nombre es Evangeline Lowell, o Eva, como la mayoría suele decirme

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Mi nombre es Evangeline Lowell, o Eva, como la mayoría suele decirme. Nací en una noche fría de un 5 de noviembre. Mi madre murió cuando yo tenía la edad de dos años, y lo sé por lo que he escuchado decir, desde entonces vivo con mi tía Helena, una señora quedada, solterona y bastante mal humorada.

Mi tía Helena no me trataba como a su sobrina favorita, ¡Qué va! Pero tampoco era tan mala, en su casa tenía una habitación en donde podía dormir tranquila, debía ayudar con los deberes de la casa pero eso no importaba mucho ya que no me costaba nada hacerlo. Me daba de comer, me compraba ropa, cubría mis necesidades escolares y básicas así que, no me podía quejar.

Cuando cumplí la mayoría de edad, mi tía Helena, quizás cansada de gastar tanto en mi, me habló de la herencia que había dejado mi madre, nunca antes lo mencionó ya que debía esperar hasta mis diecinueve años por ordenes de ella. Recuerdo que fue un día por la noche, me preparaba para ir a la cama. Ella sin más me soltó las cosas de golpe, tan sutil como siempre.

-Eva, es mejor que te vayas independizando un poco. -me decía mientras acomodaba su vestido peligrosamente ajustado.

Mis ojos casi se salen de su lugar al escuchar semejante locura. Por que para mi lo era.

-Pero no quiero estar sola tía Helena ¿Qué haré? -pregunté nerviosa.

-Lo que hace cualquier chica de tu edad, salir de fiesta, comprar ropa, qué sé yo. -dijo retocando sus labios de ese color rojo tan llamativo.

-¿Podré seguir estudiando? -cuestione esperanzada.

-Sí, claro que sí Eva, lo puedes hacer. -hace una mueca.

-Pero, ya no pagarás mis estudios ¿cierto?

-No, el dinero que te dejó tu madre te debe servir para eso, es mucho, así que no creo que sufras por ello.

-¿Me ayudarás a encontrar alguna casa? -cuestione con un nudo en la garganta.

-Sí, te ayudare Eva, si eso quieres, tampoco te estoy echando. Solo necesito que me des una ayudadita en cuestiones financieras y ya. Ahora debes irte a tu habitación, no debe tardar en llegar Mitch. -su novio en turno.

Asentí terminando mi cena y sin remedio.

Mi tía era bonita y tenía un cuerpo hermoso para tener cuarenta y cinco años, era extraña, pero qué le vamos a hacer, cada mes estrenaba novio, a algunos sólo los quería por placer a otros por su dinero, en fin así es su vida, noche de sexo y un amanecer forrado de dinero, yo no era quien para juzgarla, pero ahora creo saber porque nunca se casó.

Mi sueño siempre fue ser abogada, ¿Quién en su sano juicio quiere ser abogada? Me cuestionaban siempre, ¡Yo! quería ser la mejor abogada del mundo, y lo sería. La escuela era algo incómoda ya que no tenía amigas y amigos menos, me relacionaban con mi tía Helena y creían que era igual de... ¿Cómo decirlo? Sí, fácil y enamoradiza por suavizar ciertas palabras.

-Bueno anda a dormir que mañana debes estudiar, ¿sí? -me pidió de la manera más maternal que pudo.

-Si tía Helena. -beso su mejilla.

Subí a mi habitación pensando en como sería este nuevo hombre, quizás éste sí logre enamorarla.

Al entrar a mi habitación sin querer mire la ventana, sonrío cada que la veo, los recuerdos son gratos. Decidí ducharme ya que el solo pensar en hacerlo por la mañana me daba flojera. No me gustaba ser floja pero de vez en cuando la pereza se apoderaba de mi.

Una vez que termine con mi labor tome mi pijama, la más calientita y me la puse. Seque y desenrede mi cabello con algo de rapidez, no es como siempre quise que fuera, era largo, lacio y negro, contrario a lo que me hubiese gustado, mi mirada se detuvo en mi reflejo, viéndolo bien y siendo modesta no era fea, en realidad era muy bonita, ojos cafés, labios medianamente gruesos, mi cuerpo esta en forma y eso gracias a mi tía quien me mataba con sus rutinas de ejercicio. Tal vez peco de presumida al describirme tan bien a mi misma, pero no soy tan poca cosa como todos dicen.

Me metí a la cama con la imagen de mi cuerpo en la mente, suspiro y como todas las noches por mi mente pasa aquel deseo "ojalá Marco se fijara en mi" aunque más que deseo era como una petición, ojalá y él algún día se fijase en mi.

Eva. ◾Ahora En Dreame◾Where stories live. Discover now