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Soy Marco Galasso, nací en Italia pero mis padres se mudaron cuando yo tenía 8 años, toda mi vida la he vivido llena de lujos,caprichos, viajes y soledad.

Mi madre y mi padre son los mejores abogados del continente y ellos tienen la fantasía de que yo sea igual o aún mejor que ellos. Aunque en realidad eso de ser abogado me aburre ¿Quién en su sano juicio quiere ser abogado? ¡Yo no!

Estudio en la escuela de leyes más prestigiosa del lugar, y lo único bueno de ir allá son mis amigos, Ian y Harry. Y por supuesto la mujer más hermosa del lugar, Cleo Pellegrini, mi novia.

―Marco, baja ya o llegarás tarde. ―gritaba mi madre desde el comedor.

―Es una sorpresa que estés aquí madre.

―De hecho ya me voy, tu nana ha hecho el desayuno, no llegues tarde, y no olvides que hoy debes estar listo a las ocho, hay una cena en casa de los Pellegrini. ―besa rápidamente mi mejilla y sale disparada hacía la calle.

―Odio las cenas con los padres de Cleo. —refunfuño.

―Pero debes ir o a tu madre le dará algo mi niño. —señala mi nana con ternura.

―Lo sé nana. ―suspiro resignado―, pero odio hacerlo, es tan aburrido. No hablan más que de boda, bebés y trabajo.

―Me lo imagino, pero algún día te tendrás que casar con ella y será mejor que te acostumbres.

Mi nana estaba con nosotros desde que tengo memoria, claro era más joven pero el tiempo le ha pasado factura. Ella era lo más cercano a una figura materna, mi madre se la vivía en la calle, en juicios y reuniones al igual que mi padre así que mi única compañía era ella.

Termine de desayunar y subí por mis cosas, tenía que pasar por Cleo y no podía llegar tarde o se pondría de un humor insoportable.

Subí a mi auto y maneje un par de cuadras y de nuevo ahí estaba ella, una chica de pelo negro, largo e inmensamente lacio, con ojos cafés tan claros y sonrisa hermosa, era una pena que fuera una chica de mala reputación como su tía.

Al verme se tensó, pero sin dudarlo me sonrió tímidamente y yo sólo pude ignorarla, no podía mezclarme con ese tipo de personas según papá y menos con alguien proveniente de la familia Lowell. Él dice que todas, tenían mala fama aunque nunca menciona el por qué, mi madre las odia y yo pienso que es innecesario pero ellos son mis padres y supongo que deben tener razón.

Llegue por Cleo y efusivamente me saludo con esa voz chillona que aturde hasta un sordo.

―Hola gordo, has llegado tarde, ¿sabes lo mal que me pone esperarte?

―Lo sé, y ya te he dicho que no me llames "gordo" se oye patético. —pido molesto.

―Lo siento amor, es de cariño.―dijo acariciando mi brazo con sus dedos.

―Si yo te dijera "hola gordita" te aseguro que me castras en ese momento.

―¿Insinúas que soy gorda? ―cuestiona ofendida.

―No Cleo, es solo que no entiendo como puedes ser tan banal, a veces quisiera que fueras... ―me detengo antes de cometer un error.

―¿Qué fuera qué? —cuestiona con rabia encendida.

―Normal.

―¿Normal? ¿Qué es para ti normal Marco? ¿Acaso quieres que sea igual de "Normal" que la estúpida de Eva?

Y ahí va de nuevo con Eva. No hay día que Eva no aparezca en una discusión.

―No Cleo, solo quisiera que no te tomaras tan apecho lo físico.

―Si claro, de seguro quisieras que fuera como ella ¿no? pero qué crees, antes muerta a ser una prostituta barata como lo es Eva. ―señala.

―Basta con eso Cleo, ella sabrá, es su vida, su cuerpo. ―aclare más molesto de lo que hubiese querido sonar.

―¿Aún te gusta Marco? ―cuestiona de manera burlona―, ¿aún no puedes olvidar su etapa angelical y pura?

―No, eso era antes. ―digo con pesar.

―¿Antes de qué?

―Antes de que fuera una... una vendida. —digo con dificultad.

No me gustaba expresarme así de Eva, pero su tía era una mujer así, ¿quién decía que ella no era igual? Sé que no tenía el derecho de juzgarla, pero era más que obvio, muchos hombres entran y salen de la casa Lowell, y eso solo pude significar una cosa y creo que todos ya sabemos cual es. 

Eva. ◾Ahora En Dreame◾Where stories live. Discover now