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Regalito de cumpleaños para Sumi_chan


El príncipe estaba furibundo.

Últimamente, le resultaba cada vez más fácil colerizar con todo y tal vez no se había dado cuenta, pero comenzaba a caminar en círculos por todos los alrededores de su habitación mientras destrozaba algunos objetos.

Eugeo sabía de qué iba su rabieta y razonar con él no ayudaba mucho, por lo que siguió sentado en el borde de la cama mientras contemplaba como arrancaba algunos trozos de madera del diván.

–La silla –apuntó el caballero con uno de sus dedos –. Parece que la silla ha sobrevivido...

Kazuto la tomó con ambas manos y la lanzó con fuerza contra la puerta, rompiéndola en miles de pedazos.

–Uhm... creo que le daré... 8 puntos. Intenta una vez más con el jarrón de porcelana.

Con un asentimiento lo tomó, pero antes de que decidiese lanzarlo, fijo sus ojos en él y sacudió su cabeza.

– ¿En verdad, intentas ayudarme? –preguntó, colocando cuidadosamente el jarrón en la mesita de noche.

– ¡Me ofende que lo preguntes! –se quejó en broma, cruzándose de brazos –. Siempre te he ayudado y pensé que lanzar y romper algunas cosas te ayudarían a no volverte loco. Además, apuesto a que no deseas que Asuna te vea así.

– ¡Acabas de señalarme completo! –Eugeo alzó una ceja –. Bien, tienes razón... –suspiró, dejándose caer a su lado en la cama. Ambos permanecieron en silencio por unos segundos –. Las bodas de la familia real requieren la aprobación del Consejo.

–Lo sé –respondió, recostándose a la par del príncipe.

–Cancelaron el compromiso. No, ni siquiera lo aprobaron –aseveró Kazuto, mirando hacia el techo.

–Oponerse a las decisiones del Consejo Progenitor es igual a la traición –recordó Eugeo, porque sabía que su amigo comenzaba a elaborar planes para llevar a cabo esa unión.

–No lo entiendo, Eugeo, ¿por qué?

–Deben tener miedo. Miedo a lo que esa unión pueda significar para nuestra raza.

–Son solo excusas –soltó el príncipe –. Durante siglos ha existido la paz, pero no la armonía. La tensión entre las nueve razas no ha cambiado y todavía hay muchos rencores por haber emergido de las profundidades. Lo ideal sería unificar nuestros reinos. Mostrarle al mundo que todos los territorios pueden convivir y así dejar de lado todos los prejuicios.

–Comienzas a pensar como un verdadero rey –reconoció Eugeo, sonriendo de lado.

Kazuto suspiró con pesadez.

– ¿De qué me ha servido pensar cómo rey? Si el Consejo se niega a cambiar sus arcaicas tradiciones –espetó, arrugando las sábanas con sus puños –. Dijeron que si quiero que se le acepte, Asuna deberá pasar por el ritual de Karluin.

– ¿Qué? ¿Karluin? ¿Es en serio? –preguntó, apoyando el peso de su cuerpo en su antebrazo para mirarlo. Eugeo estaba seguro de haber escuchado mal, pero el príncipe asintió, sosteniéndole la mirada –. Esas ruinas son uno de los lugares más peligrosos de nuestro reino. No se sabe cuántos vampiros han muerto en ese lugar. Además, esa costumbre se había dejado de realizar desde hace dos o tres reinados. Ni siquiera la reina Midori realizó esa prueba.

–Esto ya no es un asunto de razas... –masculló Kazuto. La plata en sus ojos se había oscurecido –, simplemente Asuna les desagrada.

–Bueno...tampoco es como si tú les agradaras mucho –ironizó el rubio, recibiendo un codazo en las costillas –. Y entonces... ¿qué es lo que harás?

– ¿Por qué piensas que haré algo?

–Porque siempre haces algo, Kazuto.

El príncipe esbozó una sonrisa traviesa, mostrando sus afilados colmillos.

– ¡Voy a luchar!




¡Vaya, que buen servicio! XD



𝕴'𝖉 𝕷𝖊𝖆𝖛𝖊 𝕸𝖞 𝕳𝖆𝖕𝖕𝖞 𝕳𝖔𝖒𝖊 𝖋𝖔𝖗 𝖄𝖔𝖚Donde viven las historias. Descúbrelo ahora