BITCH

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⇷ Soy tu perra... Dame algo de eso que se siente tan puro ⇸


Quizás todo había empezado cuando estuvo sirviendo a su país, cuando hacía servicio militar. Quizás su fetiche 'raro' comenzó desde las humillaciones que sus superiores le hacían. Quizás solo le encantaba escuchar a su novio llamarlo de maneras vulgares, que le gritara y le hiciera sentir bonito pero sucio al mismo tiempo.

Recordaba la primera vez que se lo dijo, que se lo pidió, Horacio se quedo un poco... descolocado.

Horacio lo embestía contra el sofá blanco, con fuerza y profundo, Viktor buscaba echar la cadera más hacía atrás, buscando más profundidad, buscaba sentir aquello que tanto le gustaba. Quería sentir que explotaba, quería sentirse en el cielo, así que lo pidió, lo pidió porque sabía que se volvería loco.

— Por Dios Horacio, di que soy tu puta, por favor— Pidió, sintiendo sus mente irse. Y Horacio lo dijo sin pensarlo, sin siquiera estar totalmente consciente de ello.

— Eres mi maldita puta, ¿lo entiendes?— Dijo, estirando un poco el cabello del ruso, sin estar muy cuerdo en ese momento. Y entonces Viktor... Entonces explotó. Porque Horacio lo había dicho de una manera tan vulgar pero bonita, que había perdido cualquier fuerza en su cuerpo.

— Joder, claro que lo soy— Dijo en voz baja, tratando de calmar su cuerpo, quedándose quieto para que Horacio pudiese terminar, lo cual paso minutos después.

Pero Viktor recordó que quizás la había cagado, quizás no debió de pedir aquello. Porque cuando Horacio cayó en lo que había dicho lo miró desconcertado y Volkov no pudo evitar ponerse nervioso, y sus piernas temblaron pero no de buena manera, sino por un poco de miedo ante lo que su novio fuese a decir.

— Lo siento, lo siento— Empezó él a disculparse— N-no debí pedir eso, lo siento, de verdad, no volverá a pasar, Horacio, lo siento— Horacio inclinó un poco su cabeza, después dejo salir una ligera sonrisa.

— ¿Por qué me lo haz pedido?— Volkov dejó caer sus hombros y bajo su mirada, estaba sonrojado.

— Porque, bueno Horacio, no sé... quizás me gusta un poco— Horacio dejó un beso sobre la frente de Viktor y se sentó en el sofá junto a él, atrayéndolo a su cuerpo.

— Esta bien, cariño, que no te pongas así, no te voy a regañar ni nada solo... tampoco quiero que te sientas mal si vuelvo a decírtelo— Viktor negó con rapidez.

— Que no, que no, que me gusta, es algo raro, lo siento, esta bien si no quieres decirmelo.

— Pero, ¿no te importa si te lo digo de forma femenina?

— En realidad... así me gusta más, me excito más— Dijo apenado de nuevo.

— Entonces, ¿Cuándo el super te-?— Fue interrumpido por la voz de Viktor.

— No, no, no, ni pienses en eso. Es diferente, ¿vale? Es diferente que me lo digas tu que me amas y lo dices para mi placer a que me lo diga mi jefe que me esta regañando— Horacio asintió evitando una risita.

— Lo entiendo.

También podía recordar aquella vez que pasó dentro de comisaria, en la cafetería que muy poco o casi nada se usaba. Era rarisimo que estuviesen ahí los agentes entonces Viktor y Horacio aprovecharon aquel rato y se desaparecieron.

Viktor rodeaba el cuello de su novio con sus brazos, sonriendo y besándolo con brusquedad. Horacio metía su pene con rapidez en el comisario, tenían que apurarse, sin embargo los besos de su novio lo distraían un poco.

Un chasquido salio de la boca de Viktor gracias a la saliva, gimió en alto cuando su novio empezó a masturbarlo, de inmediato se colocó una mano en la boca, mordiéndola un poco para evitar soltar más gemidos altos.

Las pieles de los chicos resonaban por toda la habitación, quizás ellos querían mantenerse callados pero sus cuerpos no, la manera en la que rebotaba el trasero de Viktor en los testículos de Horacio era tremenda, pareciera que le estuviesen aplaudiendo a alguien que hizo algo de maravilla.

La boca de Viktor se dirigió al cuello de Horacio, mordiéndolo y dejando marcas descaradas, marcas de luego serían cubiertas con el pasamontañas que solía usar. Horacio gemía despacio pero respiraba con fuerza tratando de evitar que su boca emitiera aquellos sonidos tan alto.

Horacio lo empujó un poco y lo dejó caer sobre la mesa, Viktor apretó los bordes de la mesa con una mano, se estaba yendo a mil, no solo por Horacio ahí follandolo tan fuerte, sino por la adrenalina que era estar en un lugar en el que podía entrar cualquier agente y verlos ahí, Viktor con la polla afuera y siendo follado por su novio, y a Horacio tomándolo de la cintura, acercándolo con fuerza a él y queriendo llegar a lo más profundo.

— Joder Horacio, follame más fuerte, por favor— Pidió tratando de susurrar— Es que si pudiera... ¡Ah!... Si pudiera dejaría que me toques la garganta, te lo juro— Horacio rió despacio.

— Eres una perrita muy vulgar— Viktor asintió, mordiendo su labio inferior.

— Y soy tu puta, joder, soy tu putita— Horacio sonrió, satisfecho con lo que su novio le había dicho.

Y quizás, solo quizás algún agente había escuchado esa última parte, y después se había liado muy gorda.

Los dos comisarios, los dos inspectores jefes y el superintendente se encontraban en una pequeña reunión con la malla de alumnos nueva, todos estaban en firmes escuchando como el superintendente les regañaba y trataba de poner disciplina. En cuanto todo aquel regaño y ejercicio terminó, preguntó si alguien tenía una duda, todos quedaron en silencio, pero entonces el gracioso hizo presencia, queriendo aparentar frente a todos los demas alumnos.

— Comisario Volkov— El mencionado lo miró atento, con su semblante serio— ¿Usted... usted es una putita?— Los presentes ahí quedaron sorprendidos ante lo que el chico había preguntado.

— ¿Cómo coño me haz llamado?— Preguntó el comisario, tomando en su mano su porra reglamentaria, se acercó al chico a pasos grandes— ¡No vuelvas a faltarme al respeto ni a ninguno de tus superiores!— Golpeaba el cuerpo del chico en cada palabra que decía, con el pecho acelerado— ¡¿Me escuchaste alumno de mierda?!— Alzó la voz aún más. Pegó al chico contra la pared, presionando la punta de la porra contra su pecho— ¡Vuelve a faltarme al respeto y te va a faltar cuerpo para darte de porrazos! ¡Gilipollas!— Dejo un último golpe en el brazo del chico, haciendo que chillara, se alejo de él y, por último le lanzo la porra, haciendo que golpeara la mejilla del insolente alumno. Se fue de ahí, camino hacía los calabozos, y Horacio, sin que nadie se lo pidiera, fue tras él.

Horacio tomó el brazo del ruso antes de que saliera al parking trasero, Viktor suspiró al ver quien era el que lo estaba llevando a las habitaciones pequeñas de máxima seguridad. Horacio cerró la puerta con seguro y se sentó en la banquita de metal azul. Espero en silencio, dejando que Viktor se calmara y él solo le contará qué le paso.

Minutos después de silencio, Volkov se acercó a él y se sentó sobre las piernas de su novio, dejando sus piernas a cada lado de las de Horacio. Escondió su rostro en el cuello del hombre con pasamontañas, dejo ligeros besitos ahí mientras Perez le acariciaba la espalda despacio, mimándolo un poco. Volkov dejo caer una lagrima sobre el cuello de Horacio, el chico no se dio cuenta de esto hasta que lo escucho sollozar, tomó el rostro de su novio en las manos y lo miró.

— ¿Qué pasa, Viktor?— Preguntó, acariciando sus mejillas y limpiando aquellas lagrimas que las recorrian.

— Me he sentido humillado com- como cuando estaba en el servicio militar de rusia. N-no me gusta que nadie me llame así, no de la manera en que ese me ha llamado. Tan... como si quisiera humillarme de verdad— Horacio asintió, dándole a entender que lo entendía— Me recuerda... Cuando alguien me lo dice así me recuerda a todo lo que me llamaban en el servicio, me maltrataron mucho psicologicamente Horacio, me llamaban así para hacerme sentir que no valía para nada, que no servía para mi país, que era una mierda.

— Joder, Viktor— Suspiró— Sabes que yo estoy orgulloso de ti, ¿verdad? Yo no estuve ahí para verte pero sé que lo haz hecho de maravilla, sé que haz hecho a tu país orgulloso— Viktor sonrió, dejó un beso sobre los labios de Horacio— ¿Ya no quieres que te lo diga?

— Por Dios no, me encanta que tu me lo digas. Joder, Horacio, a mi me excita mucho que me lo grites. Que digas que soy tu puta me pone más que duro— Horacio sintió un cosquilleo en su abdomen.

— Vale, paremos sino te voy a follar aquí— Viktor sonrió, olvidando todo el mal trago de hacía unos minutos anteriores. Dio ligeros saltitos sobre Horacio, sintiendo como su polla empezaba a erectarse— Viktor, basta, es suficiente— Negó, subió un poco el pasamontañas hasta su nariz y lo besó, introduciendo su lengua— Volkov, de verdad— Dijo sobre los labios del ruso y volviéndolo a besar, estrujo un poco su trasero y jadeo un poco.

— Vale, paremos ya, no quiero follar aquí donde han estado delincuentes— Horacio rió un poco.

— Venga— Volvió a besar a su rusito— En casa me saltas todo lo que quieras.

Y así fue, o bueno, en realidad no le salto mucho.

Horacio tenía a Viktor contra el mesón de la cocina, Viktor gemía en alto, con una pierna sobre el mesón de mármol, sintiéndose cada vez más abierto y lleno con cada embestida que su novio le proporcionaba, echaba su cabeza hacía atrás y la quemason en su garganta no paraba, quizás porque ya había gemido demasiado pero es que no podía parar.

— ¡Eres mi puta!— Le alzó la voz Perez y él solo pudo asentir con rapidez. Horacio con un poco de brusquedad tomo al chico del cuello y lo apreto un poco— ¿Eres solo mío? ¿eres solo mi puta? ¿mi perra? ¿mi zorra? ¿eres solo mío?

— ¡Joder!— Gimió más alto al sentir las embestidas aumentar de velocidad— Claro que si, soy solo tuyo, lo prometo— Dijo casi en un susurró.

La mano de Horacio sobre su cuello y aquel agarre brusco pero no fuerte ni mucho menos, no le ahogaba ni le quitaba el aire, solo le hacía excitar más y más, solo le hacía a su placer y sobre todo a su pene feliz.

Horacio, aún siendo un poco más bruto pero sin hacerle daño, le empujó por la espalda, haciendo que su pecho quedará en el mesón pegado, sus ojos se pusieron en blanco al notar que de esa manera su sensibilidad aumentaba, al sentir a su novio llegar a su próstata con mucha facilidad, golpeando ese punto tan dulce y delicioso, haciéndolo gritar aún más y más cada vez que la punta de su miembro lo tocaba.

— No sabes lo hermoso que te ves así, mi amor— Viktor sonrió un poco, cerrando sus ojos con fuerza y mordiendo su labio inferior hasta sentir el sabor metalico en su lengua— Te ves como la perra que eres— Viktor iba a explotar, de verdad lo iba a hacer.

Cuando Horacio le hablaba de aquella manera tan vulgar y fuerte le hacían olvidarse de lo que había al rededor y solo repetirlas en su cabeza.

El pene de Viktor palpitaba, pidiendo atención casi a gritos, necesitaba que lo tocaran al menos un poco pero el comisario no podía. Su pene chocaba contra las pequeñas puertas blancas que eran alacenas, chocando contra la fina madera y eso, aunque fuese un poco asqueroso, le gustaba, el rose que su pene necesitaba lo estaba obteniendo de una madera. Era patético.

— Una perra— La mano del inspector se poso en una de sus mejillas, presionándolo un poco contra el mármol— ¿Eres una perra? ¿eres mi perra?— Viktor creía que sus ojos se habían ido, todo a su al rededor se veía borroso pero la sensación que su pene y cuerpo estaban gozando era increíble, era deliciosa.

— Sí, Horacio, soy tu puta perra de mierda— Habló, siendo aún más vulgar pero era lo que tenía ganas de decir desde hace un rato ya.

— Sí, lo eres— Horacio dejó un beso sobre su mejilla, llenándose los labios del sudor salado de su novio.

Horacio saco el pene de su novio, haciéndolo sentir vacío y desamparado, sin embargo poco después el líquido blanco cayo en su espalda.

— Una sucia perra, eso eres— Viktor sonrió y asintió. Y entonces explotó, manchando el mesón y suelo de aquel espeso líquido.

Horacio tomo a su novio en brazos porque siquiera se podía levantar, lo llevó hasta el sofá y ahí lo recostó junto a él, haciendo la cucharita.

— Te amo— Besó de nuevo su mejilla y acarició su cabello mojado, dejando que durmiera un poco.

One-Shots || +18 || VOLKACIOWhere stories live. Discover now