LIL LOVER 5 ∘ EPILOGUE

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◅ Creo que podría funcionar para ti y para mi, solo espera, no es el final de nuestra historia ▻

— El comisario estará aquí en unos minutos, algo ha pasado con su patrulla pero ya han pasado por él— El superior asintió, mirando de arriba a abajo al alumno.

— Dile que ya no venga, que regrese de dónde vino, que lleguen tarde me pone de los nervios— Ordenó, el alumno casi salió corriendo del establecimiento, nervioso ante las palabras de su superior.

El claxon de un auto fue la tormenta en la calma del hombre, poniéndolo de los nervios de inmediato, salió con la porra en la mano, gruñendo, acercándose al auto azul de ventanas tintadas y golpeándolo del capo con la palma de la mano un par de veces.

— ¿Y tu quién mierda te crees? Retrasado de mierda, vete a tomar por culo de aquí.

El auto se movió, se fue a quién sabe dónde, Viktor suspiró, cansado ante los gilipollas que lo fastidiaban algunas veces. Regresó a dentro de la comisaria, moviendo su cabeza un poco, escuchando crujir sus huesos, ordenó algunos papeles y denuncias de la recepción y minutos después regresó a su oficina.

— ¿Así es como trata a los comisarios, superior Volkov?— Le preguntaron apenas entrar a su oficina, desde su asiento, girado hacía la ventana— Bonitas fotos, ¿es su hija?— Preguntó girándose, sosteniendo la fotografía en alto.

Viktor casi se tiró al suelo, sus piernas temblaron, su cuerpo se sintió pesado. El otro chico lo miraba con las cejas elevadas. El chico se levantó del asiento, acercándose a él.

— Comisario Horacio, Perez, Dan o héroe, cualquier nombre me queda bien— Se presentó con una sonrisa.

— Horacio— Murmuró, sintiendo las piernas flaquear.

— Comisario jefe— Pronunció, caminando alrededor de él— ¿Para que soy bueno? Me han enviado, decían que necesitaba ayuda para controlar este lado, solo no es tan bueno ¿huh?

— Horacio— Volvió a llamarlo.

— Dígame, jefe, ¿qué necesita? ¿un café? ¿que ordene papeles? ¿eh?— Decía, burlándose un poco.

— Te necesito a ti— Susurró, tratando de acercarse.

— Bonita hija— Le dijo, dejando la foto en su pecho, empujándolo un poco, siguió caminando por la oficina, mirando todo lo que tenía ahí, oliendo algunas pequeñas plantitas.

— Me he divorciado— Aviso, dejando la fotografía en su lugar. Perez lo miró.

— ¿Felicidades?

— Horacio— Volvió a llamarle.

— Estoy aquí para trabajar, comisario, dígame que hacer— Se posó frente a él mirando sus ojos marrones, tan bonitos y tristes.

— Besame.

Horacio se abalanzo sobre él, tomando sus mejillas, acariciando su barba de algunos días, lo besó con desenfreno y fuerza, buscando más de él, sin obtener suficiente. Viktor acarició la espalda del chico, tratando de acercarlo más, con su pie pateó la puerta, cerrándola con un fuerte golpe, llevó al menor hacía el escritorio, sin despegarse de sus labios ni un momento. El menor empezó a desabrochar aquel chaleco negro, con apuro, como si fuese el último vaso de agua en el desierto.

— Joder— Murmuró, dejando el chaleco y besando de nuevo a su superior.

— Cinco años sin ti han sido una puta eternidad— Murmuró sobre sus labios.

— Nunca me buscaste de nuevo— Susurró, yendo a atacar su cuello.

— No sabía que querías que lo hiciera— Respondió buscando el borde de la camisa del chico.

— Lo deseaba, joder, lo deseaba como no tienes una idea, pero ella... pero ella siempre aparecía cuando trataba de acercarme a ti— Viktor lo alejó de su cuello y lo miró.

— Hace cuatro años ella y yo no estamos juntos, no pienses en ella por favor, no ahora— Murmuró lo último.

Horacio se enfocó en el ruso frente a él, quitando su chaleco con rapidez, sin embargo el amor se podía sentir en el aire. Viktor sonrió, tomando el borde de la camisa del chico y deshaciéndose de ella pocos segundos después.

Las cosas, como solían pasar cuando se encontraban a solas, tomaron un rumbo brusco y fuerte, caliente y lujurioso, pasional como nunca antes.

Horacio rió cuando el otro hombre desabrochaba su pantalón con nerviosismo y dificultad, creyendo que era un tontito a veces pero era muy bonito, y le quería de verdad, el amor que se tenían no había cambiado a pesar de los años que habían pasado.

El comisario gimió en cuanto su ya no amante se enterró en él con rapidez, prisa y un poco de brusquedad, se sostuvo de los bíceps de su superior, buscando un poco de estabilidad. Algunos besos cayeron en su rostro, en su frente, mejillas y boca, sonriendo un poco al sentir los labios que tanto extraño en él.

Viktor sujetaba las caderas del chico con fuerza, apretándolas un poco y quizás hasta dejando marcas, embistiéndolo con cierta rapidez ya que, como era lógico estar en una oficina no era lo más seguro y en cualquier momento alguien podía ir a buscarlo. Gemía contra el cuello del menor, dándole algunas mordidas y succiones, tratado de callar el placer que estaba sintiendo en ese momento. Y Perez hacía lo mismo, echaba su cabeza hacía atrás dejando su cuello libre para el disfrute del mayor, mordiendo con fuerza su labio inferior, tragándose todo el placer que estaba sintiendo.

La boca de Volkov recorría el cuerpo del contrario, tratando de saborear todo aquello que años anteriores no había podido, atacando sus pezones y lamiendo todo aquel lugar que se sabía de memoria pero por el que le encantaba navegar una y otra vez. Miró al chico, disfrutando de su rostro lleno de gozo, su ceño fruncido ligeramente, sus ojos entrecerrados y su labio atrapado entre sus dientes con cierta fuerza que logro ver alguna gotita de sangre. Lo besó, dejando escapar el labio inferior, acarició su cuello con sus largos dedos pálidos, trato de acercarlo más y más, queriendo mantenerlo así, siempre cerca, y quizás así es como lo mantendría a partir de ahora.

Horacio se recargó en su pecho, mirando la fotografía de la niña de cabellos marrones, sonriente con una pequeña mochila.

— Se parece a ti— Le dijo, enderezándose un poco y mirándolo.

— ¿Tu crees?

— Tiene tus ojos, y tu nariz, es muy bonita— Viktor sonrió.

— ¿Quieres conocerla?— Horacio inclinó un poco su cabeza, con un poco de indecisión— ¿No quieres?

— Sí, quiero pero, tu esposa, ya sabes.

— Ya no es mi esposa— Horacio rió bajito.

— Lo sé, pero me gusta escucharlo— Dejó un beso sobre su nariz— Me encantaría conocerla.

— Bueno, tiene que conocer a mi prometido, ¿no?— Horacio elevó una ceja.

— ¿Qué?— Preguntó, riendo un poco.

— Tu me haz propuesto matrimonio, ¿o ya se venció la propuesta?— Horacio sonrió, negando, dejando un beso en la frente del hombrecillo.

Porque mierda, le amaba tanto que haría cualquier cosa por él. Le amaba tan fuerte que ardía en su pecho, pero estaba bien, le encantaba sentir esas quemaduras.

Y quizás Viktor era aquella felicidad que tanto quiso siempre, quizás la mariposa que tanto trató de alcanzar finalmente estaba ahí, en sus manos. Y la cuidaría con su vida.

One-Shots || +18 || VOLKACIOМесто, где живут истории. Откройте их для себя