5. Aquí viene el Sol

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Song:
Here Comes The Sun - The Beatles

2041

El mercado estaba repleto ese día. No quería sobresalir, pero realmente lo hacía.

Mark era un hombre con presencia. Desde su esbelta figura, la ropa fina y la gorra de los Mets, sumándole el plus de unas gafas de sol carísimas. Bueno, Mark definitivamente estaba captando miradas.

No sabía si era algo bueno o malo.

A veces se encontraba pensando en los días en que no tuvo ni el más remoto deseo de abandonar la casa donde residía con su "familia". Esos días no estaban demasiado lejos. En realidad, se trataba de la semana pasada. Pero el destino siempre le había parecido una cosa graciosa, podía decir que con el humor más amargo y recóndito en el que podía pensar.

Después de todo, debía de haber sido el destino, quien le llevo una vez a esconderse en los establos para ver a su padre recibir a los esclavos, que llegaron para trabajar en la casa de su infancia. También debía de haber sido el distinto quien le hizo tener en ese justo momento la necesidad de abandonar a Doyoung para pasar por una tienda de conveniencia en busca de un estúpido jugo, ¡A él ni siquiera le gustaba tanto el jugo! Y sin embargo, le hizo conocer a un chico ciego que le voló de un disparo el corazón. Por si no fuese suficiente ya, debió de haber sido el jodido destino quien impulsó a aceptar el pedido de Soobin de ir a un bar en la ciudad que hacía tiempo se había rendido a regresar.

Pero allí estaba ahora, debajo de la sombra de un árbol. En el comienzo de una feria por donde los niños corrían mirando los puestos de juguetes, y las madres se paseaban buscando ofertas en las prendas de ropa y puestos de comida. Entonces su vista fue nublada momentáneamente. Dos pequeñas manos cálidas le cubrieron ambos ojos.

Mark se recompuso, parándose recto. Una risa brotó de sus labios, hacía mucho no sonreía de esa forma. Él tomó aquellas manos, fingiendo no haber sentido el aroma conocido desde hacía un tiempo, o conocer a la perfección al dueño de esos latidos que estaban tan cerca de su espalda.

-Espero que seas quien creo que eres o estoy quedando en ridículo frente a mi atacante- Mark bromeó.

Sun se rió alejándose un paso y dejando que Mark voltease a verle.

-Tu sol ha llegado- dijo el chico señalándose a sí mismo y otorgándole un adorable guiño-. Hola, espeluznante.

Mark escondió las manos detrás de la espalda. Trazó con la mirada el cuerpo del chico, desde el bonito cabello violeta algo sudado, pasando por la estrafalaria camiseta con un arcoíris en el centro, terminando en los blancos jeans con las rodillas al descubierto.

-¿Espeluznante?- Mark alzó una ceja por debajo de la gorra-. Creí que ya habíamos dejado eso atrás.

Sun se balanceó sobre sus pies, una sonrisa hizo que se le arrugase la nariz.

-Nunca lo dejaré atrás, incluso te guardé en mi celular como "Espeluznante". -Se estiró para posar la mano transpirada en el hombro de Mark y susurrar-, tranquilo, puse un corazón al lado.

Mark se abstuvo de hacer comparaciones. Él malditamente estaba intentando no extrañar, ni enojarse, ni llorar o ponerse a pedirle a gritos a este chico que intentase recordarle, que no dejase de ser él pero que le devolviese lo que había perdido.

Era egoísta pensar de esa manera. No quería hacerlo. Quería seguir adelante y enamorarse de ese cabello violeta, de esa ropa extraña y de la confianza e ironía que Sun desprendía. Pero no podía evitar sentir cómo que estuviese traicionando a una parte suya, una parte que nunca moriría.

ETERNUM Where stories live. Discover now