*Nunca sola*

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*Nunca sola*

—Mami... Despielta. Dame de comel, ¿Si? —al escuchar su pequeña vocesita, Serena sonrió, abrió los ojos e inmediatamente se puso de pie, poniendo dirección hacia la cocina. Preparó un cuenco de cereales con leche y los dejó sobre la barra.

—Buen provecho, tesoro —murmuró y comenzó a prepararse una taza de café para ella, para así poder despertar. Igual lo colocó sobre la mesa y en silencio comenzó a beber. Cuando pudo terminar su café, después de unos minutos, los llevó a ambos, (el tazón aún lleno), al lavaplatos, y luego se encaminó hacia la sala. Prendió el televisor y comenzó a cambiar de canales sin decidirse por alguno. Estaba mirando fijamente una noticia, cuando la pequeña vocesita volvió a hablar.

—¿Dónde está papi? —Serena suspiró. Siempre eran las mismas preguntas. ¿Dónde está? ¿Porqué no está? ¿Cuando viene? ¿Vendrá pronto?. Le dolía el corazón cada que su pequeña le hacía esas preguntas. Era como si al siguiente día, ella ya no recordara nada. Tal vez sucedía eso por la situación en la que ahora se encontraban. O tal vez sencillamente se estaba volviendo loca. Aún así sabía que era pequeña, pero por doloroso que fuera, siempre debía decirle la verdad, ser completamente sincera, a pesar de que por su corta edad, aún no asimilara o terminara de entenderlo. Como solía hacerlo desde comenzó toda esta nueva travesía, se tomó su momento, y comenzó a hablar.

—Tu papá ya no vive en esta casa, tesoro. Ocurrió algo que nos causó un dolor muy grande a los dos. Algo que nos hizo estar separados. Y me temo que éste ya no puede ser reparado nunca —tras escucharla, a la niña se le cristalizaron los ojos.

—¿Qué...que dolol hubo, mami? —preguntó curiosa, sin poder pronunciar aún la letra "r". Habían comenzando a practicar y enseñarle eso en el colegio, cuando todo sucedió. Serena tragó saliva. E igual, como siempre que se lo explicaba, deseó poder decirle la verdad. Pero sabía que está vez su pequeña alma no podría entenderlo.

—Diferencias dolorosas, mi pequeña. Diferencias que jamás volverán a sanar —la niña como siempre lo hacía, primero se contuvo, pero después se agarró a llorar, haciendo eco en la sala, destrozando cada vez más el corazón ya lastimado de Serena. Deseando con todas sus fuerzas poder darle algún tipo de consuelo, y sintiéndose miserable por no poder dárselo. Por lo que hizo lo único que podía hacer. Prácticamente lloraba a su lado, esperando el momento en que ella pudiera calmarse.

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Sentía cansancio, si. Pero no había manera en que temiera o renegara de estos momentos que extrañamente podían ocurrirle. Al contrario. Agradecida estaba de que aún podía compartir momentos con su hija. Estaban ya en la habitación llena de colores rosas y unicornios por doquier, después de haber pasado todo el rato juntas, después de haberla hecho llorar con la misma confesión, después esforzarse por hacerla sonreír de nuevo, para al final pasar el poco momento que les quedaba juntas, y pasar un momento memorable, y ahora ya estaba en su pequeña cama, esperando un cuento para dormir. Aún estando cansada, Serena se dispuso a contarle aquél cuento con alegría y muecas graciosas, tratando siempre de borrar aquella tristeza que aún embargaba su mirada por la revelación anterior. Y funcionaba pues siempre conseguía hacerla reír. Se tomaba su tiempo, como siempre, para leer con calma para que la niña entendiera cada palabra que le contaba. Al terminar el cuento, sintiendo amargura y dolor por no darle ese beso en la frente como cada noche que anteriormente lo hacía, le sonrió, fingió darle un beso en su cabecita. La pequeña le sonrió. Serena, con el corazón destrozado como siempre, caminó hacia la puerta para dejar que su pequeña durmiera, esperando internamente a que su vocesita dijera aquellas palabras, como cada vez lo hacía.

ONE SHOTS DE HALLOWEEN 2020🌙  (COMPLETO)Where stories live. Discover now