01. La decadencia de la cordura

133 17 106
                                    

En sus ojos, pude ver lo maravilloso del cosmos, sin saber que esa mirada en cualquier momento acabaría conmigo...❞

━━━━━━━ ༻・♡・༺ ━━━━━━━

Narrador omnisciente.

Se apreciaba hasta en su rostro, aún era joven, tenía un larguísimo recorrido por seguir para llegar a la sabiduría máxima. O al menos, quería intentarlo, porque siempre seremos los eternos aprendices de la vida. Pero, a sus cortos quince años, se encontraba harto de todo lo que el destino había demandado para él, nunca tuvo el valor de asesinar a una persona, no puede siquiera empuñar una espada, o verla de frente. Cuando a esa edad, sus tan jodidos y mencionados antepasados, eran como unos asesinos seriales sedientos de gloria. Ellos sí que eran unos verdaderos demonios. No entendía por qué él no podía serlo, le tocó ser él raro de la familia.

Y en sus momentos de decadencia emocional, siempre pensaba que alguno de sus antepasados debió ser el elegido, porque ellos serían los que tendrían la responsabilidad de gobernar todo aquello a lo que a él le daba miedo. Pero a veces la vida era tan injusta que le había tocado a él, nadie más que a él. Que no podía ni hacer contacto visual con su abuelo.

Era un demonio por apariencia, pero un verdadero ángel por esencia. Y a su abuelo le enojaba pensarlo.

Incluso su madre tenía la total certeza de que él no sería capaz de siquiera herir a alguien, ni aunque sea mínimamente. Pero siempre le dijo que tenía que poner de su parte para conseguir que ese deseo nazca de una vez, pensaba que el menor podría encontrarle un gusto al ver sangre derramada. Porque ser alguien noble ahí, era el equivalente a ser malvado en el paraíso. En definitiva que era demasiado malo, por lo que su madre se preocupaba de eso, no quería que Satán terminara matando a su hijo antes de que él mismo acabara con su abuelo.

Pero es que la violencia nunca había sido una opción para él, no podía renunciar a todo aquello a lo que su ser ser alimentaba, a esa bondad, a ese sentimiento satisfactorio de hacer el bien; a ese pensamiento que estaba clavada en su alma como una espina. Renunciar a él mismo era más pecado que otra cosa.

Ahora mismo, el pelinegro caminaba despreocupado hacia la oficina del primer gobernador del inframundo; el verdadero Satanás. Su ya mencionado abuelo, súper lejano. Lo había mandando a llamar con uno de sus sirvientes, supuestamente quería hablar de algo con él, no sabía sobre qué demonios, pero estaba claro que no sería algo para felicitarlo. En los últimos días no había hecho ningún tipo de mérito. Y era por eso que también se encontraba un poco nervioso.

──¿Abuelo? ──preguntó en un tono bajo de voz, asomando su cabeza entre la pequeña abertura de la puerta. Sintiendo una punzada en su garganta, pararse en frente de Satán era algo espantoso, pero podría decirse que había conseguido acostumbrarse un poco, pero, aún así, el miedo persistía. Era una especie de respeto.

──Pasa ──pronunció con su típica frialdad, pero su tono estaba un poco diferente, como si estuviera tirando a enojado. Relajando su mano al momento de escribir algo en una hoja. Pero a Freddie ni siquiera se le hacía extraño que su abuelo se dirigiera en ese tono se él, siempre le hablaba con ese tono al ser su más grande decepción ──. Tengo algo para ti ──mencionó con simpleza, su nieto se encontraba frente a él, mirando hacia donde él estaba señalando. Una pequeña habitación. Los ojos se le iluminaron, pero vieron con desconfianza al pelirrojo.

No podíamos negar que Freddie era un individuo bastante curioso. Y como Satán no le había aclarado qué era lo que había detrás de era puerta de metal, decidió acercarse lo más rápido para darle una respuesta a esa incógnita por su propia cuenta. Estaba ansioso por saber lo que había, entonces abrió la puerta rápidamente, desembocando en un grito ensordecedor; lleno de terror al ver un ángel encadenado en el suelo, había sangre bajo sus rodillas flexionadas, estaba seca, parecía que le habían cortado las alas. También llevaba múltiples heridas repartidas por todo su delgado cuerpo, estaba moribundo. Porque apenas podía moverse para mirarlo. Suponía que hasta le costaba llenar sus pulmones con oxígeno, ahí fue cuando se le estrujó el corazón.

You've reached the end of published parts.

⏰ Last updated: Jan 15, 2023 ⏰

Add this story to your Library to get notified about new parts!

la profecía « maycuryWhere stories live. Discover now