Capítulo 2: Reyes de la Selva

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Sus manos le recorrieron la espalda, explorando bajo la blusa que cubría su pecho. Tanta ropa estaba estorbando y conteniendo la belleza de su cuerpo. Pronto desvió una de sus manos hacia el rostro ajeno para apartar de este un mechón que se colaba; la tomó de la forma más delicada y rompió con la distancia entre sus bocas. "Me gustas", le susurró. Al estar tan cerca uno del otro sus respiraciones se mezclaban, y el alemán podía percibir mejor el aroma de la fémina. Se estaba impacientando y aquellos labios demandaban atención.

—Bésame, Tom.

Ni siquiera necesitaba pedirlo, pensó para sí mismo. Separó los labios y los unió a los suyos en un delicioso juego de roces. Poco a poco aumento la intensidad del beso, depositando su deseo por ella en cada caricia. La pelirroja delineó los labios de él con la lengua, hasta que acabó por lamer le toda la cara. Aquello le resultó asqueroso, al puto que terminó por despertarlo.

—¡Sal de aquí perro tonto!

Al ver el reloj, y notar que iba bastante atrasado, saltó fuera de cama y empezó a prepararse para ir a la universidad. Se dio un baño rápido y vistió sin preocuparse demasiado por su aspecto. No se molestó siquiera en desayunar, ya podría comer cualquier cosa de camino o conseguir algo en la cafetería antes de su primera clase.

Fuera de la enorme mansión de los Kaulitz le esperaban sus amigos. Cuatro autos último modelo desfilaban frente a sus ojos. El día anterior Tom había dejado el suyo en la mecánica, por lo que pidió a Noah que pasara por él. Tras despedirse de su madre con un beso en la mejilla, desapareció al adentrarse en uno de los coches. De camino a la universidad, su mejor amigo y él conversaban sobre lo sucedido el día anterior, y toda la locura que se genero en redes sociales sobre a quién llevaría el alemán al baile de bienvenida. Debía ser el cansancio, lo que lo tenía tan desanimado que no le importó el tema en ese momento. No conseguía sacar de su cabeza aquel sueño interrumpido, menos a la estudiante que se había incorporado en su curso. Aurora, ese era su nombre; además de ser bonito, encajaba perfectamente con su físico. Tenía unos enormes ojos verdes que conseguían atraparte desde el primer momento; y su rostro, parecía un ángel que acompañaba muy bien las curvas de su cuerpo. Realmente lo había puesto un poco tonto.

—¿Y bien? ¿Qué harás?

Le interrumpió su compañía, a quien el pelinegro miró un poco confundido dado que no había prestado ni la más mínima atención de lo que había dicho hasta entonces.

—¿Sobre qué?

—Sobre la chica que elegirás para el baile —escuchó decir a Georg a través del altavoz. No había notado hasta ese momento que estaban en videollamada—. ¿En qué andas, Tom? ¿Vas a escoger a la Nerd que te humilló ayer?

No pudo evitar mofarse, ya que en ningún momento le había dado la suficiente importancia al comentario tan atrevido de la extraña de los lentes. Y de su lado, no se le cruzaba por la mente considerarla como una candidata. No estaba seguro de poder aguantar sus horrorosos frenillos y esos lentes que parecía los había robado de su abuela.

—¿En serio se piensan que yo podría llevar a esa cosa al baile? Lo siento chicos, pero tengo una reputación que mantener.

Entre broma y broma nunca llegaron a ponerse de acuerdo sobre a quién llevarían a la fiesta.

Tras su llegada el campus los cinco llamaron la atención de los demás. Para los jóvenes no era nada nuevo, de hecho, ya se habían acostumbrado a que les dieran tanta importancia. Para el más alto todos le resultaban irrelevantes, a excepción de la atractiva mujer que tenía a unos metros de él.

—Ya regreso, iré por mi cita para la fiesta.

Con una seguridad inquebrantable y un ego que por poco y tocaba el techo, el alemán se acercó hasta su nueva compañera. No tardó en casi acorralarla en su casillero, antes de que esta pudiese cerrarlo y seguir con sus actividades.

—¡Hola preciosa! —le saludó con una sonrisa—. Me parece que no nos han presentado del todo; mi nombre es Tom Kaulitz...

—Sé perfectamente quién eres —interrumpió ella, careciendo de interés. Él, por supuesto, la miró algo confundido—. Todas las chicas están hablando sobre ti.

—En ese caso, sabes lo afortunada que eres. ¿Qué te parece si salimos esta tarde?

Con delicadeza, Aurora le tomó del brazo y apartó este para que pudiese alejarse de él. Su actitud lo descuadró por completo, pues era la primera vez que una mujer le rechazaba. Claramente aquel pequeño show no lo dejó muy bien parado, y hasta consiguió robarle algunas risas tanto a sus amigos como todos los que presenciaron aquella bochornosa escena. Estuvo a punto de ir por ella, cuando de un momento a otro notó que era muy amiga de la chica que lo había retado en frente de todos.

—¡Qué sorpresa! —comentó Ray a su oído, mientras se unía a Tom en compañía de los demás—. Han rechazado al rey de la selva.

Este le fulminó con la mirada a su amigo y apartó bruscamente la mano del moreno de su hombro. No le hacía mucha gracia descubrir la conexión entre ambas, es más, en su vida se habría imaginado que esas dos pudieran estar relacionadas. Las dudas acrecentaron su curiosidad por saber más, y hasta de no dejar ir a Aurora con tanta facilidad.

—Venga, Tom. No vas a dejar que Sade te la quite, ¿o sí?

—¿Sade? ¿Así es que se llama esa mona?

Como si alguien hubiese iluminado en ese momento su cerebro, se le vino a la mente uno de los planes más viles. De verdad no le preocupaba mucho las repercusiones que tuviesen sus acciones, siempre que ganara algo muy bueno a cambio.

—Hagan sus apuestas, caballeros —dijo de repente, hablando con un tono un tanto burlesco—. Voy a llevar la mona esa al baile.

¿De verdad? —le cuestionó Noah un tanto suspicaz—. ¿Y a qué se debe ese cambio?

Los siguientes minutos Tom dijo una sarta de idioteces para ilustrar a sus amigos sobre el brillante plan que tenía en mente para emparejarse con Aurora. Según él, teniendo a Sade de su lado conseguiría que su amiga sintiera celos y accediera a salir con él al final del día. Pero no estaba considerando el hecho de que la menor le despreciaba por completo.

—Te estás volviendo demasiado accesible, querido amigo.

Comentó Georg, como si le preocupase por su futuro.

—Esa es la idea. La tendré comiendo de mi mano, y cuando me aburra de ella y consiga que Aurora me haga caso, entonces me desharé de la mona. 

Diario de un Seductor ApasionadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora