Epílogo.

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Seis meses después...

Todavía no podía creer que mi vida fuese tan perfecta, pero cuándo pensaba en la enorme familia que había conseguido, lo creía.

Miré con una sonrisa hacia el pequeño anillo de oro blanco que tenía en mi mano izquierda y las mariposas en mi estómago bailaron al compás de mis latidos. Dentro de unos meses sería la Sra. Grey...

Sin embargo, cuando pensé en la pequeña prueba de embarazo que tenía guardada en el cajón de mi mesilla, se me encogía el corazón.

¿Cómo se tomaría Ted la noticia...?

-¿Cómo se encuentra hoy, Sra. Grey? -sentí sus brazos rodeándome la cintura y pegándome a su duro pecho.

Levanté la mirada hacia el espejo, donde un feliz y sexy Ted me sonreía.

-Pues muy bien, Sr. Grey.-me giré y le miré a los ojos. Desde luego, jamás podría acostumbrarme a ellos.

-Me alegra saberlo...-se acercó y me besó el cuello con lentitud.

Éste se había vuelto nuestra peculiar forma de saludarnos por la mañana, y a mí me encantaba.

-Ted... Espera... Tenemos que hablar...-tragué saliva mientras él seguía besándome el cuello y los hombros.

Era mi punto débil y él se aprovechaba de mala manera. Aunque me encantaba.

Haciendo acopio de las pocas ganas que tenía de alejarme de él, lo hice. Él me miró sorprendido y algo molesto porque le había dejado sin nuestro 'Hola' mañanero, pero esto era completamente necesario.

-Verás... No sé cómo ha pasado pero... Pero yo...-empecé a respirar con rapidez.

Me senté en la cama, y él me imitó, ahora curioso.

-¿Qué, Aria?

Inspiré con fuerza y hablé cuando lo solté:

-Estoy embarazada.

Su cara se quedó en blanco y me impidió saber si le hacía o no la ilusión que a mí.

Poco a poco al ver que su expresión no cambiaba, un dolor sordo empezó a expandirse por mi pecho y me temí lo peor.

-¿Qué has dicho?

Sus palabras lo confirmaron. Se me llenaron los ojos de lágrimas y bajé la mirada.

-Estoy embarazada...-susurré, apartándome una silenciosa lágrima-. No voy a pedirte perdón, ni...

No pude creer lo rápido que se movió, pero ahora lo tenía sobre mí, abrazándome con fuerza.

Cuando nos separamos, miré sus ojos y se me empañó la mirada al ver pura felicidad en ellos. Su boca me mostraba la sonrisa más perfecta que jamás había visto, y en ese instante deseé que mi futuro hijo o hija la heredase.

-Gracias, gracias, gracias...-me besó repetidas veces y me acarició el vientre-. Jamás pensé que mi vida podría ser mejor de lo que ya era, pero... Me has demostrado que era un auténtico idiota por pensarlo.

Yo me reí entre lágrimas y acepté su abrazo ansioso.

-¿Entonces no te importa seguir adelante a pesar de que somos demasiado jóvenes?

Él bufó como si le hubiese abofeteado y me atravesó con sus ojos azules.

-Jamás pienses que una noticia así podría llegar a molestarme. Tener un hijo contigo... Dios... ¿Cómo lo haces para hacerme tan feliz?

Me besó profundamente de nuevo, y me quitó el pequeño pijama que llevaba.

A pesar de que tenía que trabajar, prefirió quedarse en la cama, conmigo, acariciándome y haciéndome el amor. Susurrándome lo que sentía por mí,me hizo imaginar cómo seria nuestra vida con nuestro pequeño hijo en casa.

Lloré de felicidad sobre su hombro, agradeciendo a la vida por haberme dado las fuerzas para volver a él.

A mi Teddy.

FIN.

Theodore Grey. [Sin editar]Where stories live. Discover now