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Enero, 1979.

Sus zapatos resonaban contra el cemento como grilletes de un condenado. Porque, claro, estaba yendo a ver a Xiao Zhen, su hermoso y precioso Charleston, pero a la vez estaba yendo a conocer al asesino que tenía por padre. Porque a Liú Tian las cosas nunca podían irle fácil, no solo lo habían hecho orgullosamente gay en una época donde aquello era un delito, sino que, por lo demás, había terminado enamorado del hijo de un militar en un país gobernado por una dictadura.

Entre tanta gente en el mundo, ¿justo debía ser él? Por supuesto que sí, pensó al notar a la distancia a Xiao Zhen contemplando el cielo oscuro con una expresión sorprendida al ver pasar una estrella fugaz. Claro que terminaría enamorado de alguien así, si su Carlitos era precioso.

Sus latidos se hicieron más intensos y notorios con cada paso que daba, sus manos sudaban ante el nerviosismo. Al limpiarse las palmas en su camiseta, la mirada de Xiao Zhen lo encontró en ese mar de estudiantes. Notó que sus ojos lo recorrían de pies a cabeza, pasando por el pantalón demasiado ancho de una moda pasada, continuando por esa chaqueta de hombros grandes que le iba a juego y finalizando en la camiseta blanca cerrada hasta el cuello, que iba acompañada con una corbata tan aburrida como el resto de su vestuario.

Liú Tian se sentía como en un funeral, solo que él era el muerto en esa situación.

Una clara ironía.

Gege, ¿por qué llevas un traje? —cuestionó Xiao Zhen al detenerse frente suyo.

—Porque voy a pedir tu mano en matrimonio.

—Liú Tian...

—¿O eres tú quien quiere pedir mi mano en matrimonio?

—Tian...

Con su brazo libre, Liú Tian estiró la chaqueta contra su pecho. Su madre le había puesto demasiado almidón a su camisa y se sentía como lija contra su piel.

—¿Qué? —quiso saber a la defensiva y nervioso.

—Solo te pedí que te vistieses menos llamativo —aclaró Xiao Zhen, sus labios curvándose en una sonrisa—. No que usaras ropa formal.

—Ay, no te rías, Charleston, me dijiste que no pareciera gay y eso es lo que hago, visto como un aburrido heterosexual. Casi me veo como tú.

Xiao Zhen volteó los ojos.

—Llevas un traje, gege, un traje, ¿desde cuándo eso es heterosexual?

—No lo sé, mi abuelo usaba trajes en ocasiones especiales y es heterosexual... bueno, creo, tuvo a mi mamá así que me imagino que sí.

—Pues realmente sí te ves como un abuelo, gege.

Con un puchero en los labios, le golpeó el brazo con el codo.

—No te reías, de hecho este es un traje de mi abuelo. Me obligó a traerlo a la capital, dijo que aquí la gente era elegante y...

Su voz murió en seco porque Xiao Zhen se había inclinado hacia él. ¿Pero qué estaba ocurriendo? ¿Lo iba a...? Noooo, ¿se había lavado los dientes? Esperen, ¿iba a besarlo frente a media universidad...?

No obstante, Xiao Zhen solo frunció la nariz.

Gege, también hueles como tu abuelo.

No, por supuesto que no iba a besarme, ¿es que nací idiota o solo me gusta verme como uno?

—Solo quería impresionar a mi suegro —protestó casi sin voz.

—¿Y por eso la corbata?

—Ya, cállate, Cactus.

Calcomanía (Novela 1)Where stories live. Discover now