1: 37

26.1K 5.8K 7.4K
                                    

37

Marzo, 1979.

Sus pasos eran tranquilos y lentos de camino a la casa de Liú Tian. Iban tan apegado al otro que sus brazos se rozaban, la punta de sus dedos se tocaba con el balanceo de sus cuerpos. Sus miradas se encontraban cada cierta cantidad de pasos y se sonrojaban cuando aquello ocurría. Porque todo eso, aún era nuevo y algo incómodo; no ese incómodo que denotaba un malestar, era más bien ese incómodo porque estaban demasiado nerviosos para saber cómo comportarse con naturalidad.

Liú Tian, a pesar de que era un gran hablador, a tal punto que de pequeño su abuelo le pedía que por favor respirase entre oraciones, como pocas veces le ocurría, no sabía muy bien qué decir. Así que, algo frenético por todo lo ocurrido esa noche, y con los relojes indicando que solo faltaban cuarenta minutos para la medianoche, fue dando pequeños saltos para evitar pisar las líneas. Como todavía no terminaba de mejorarse de la pierna tras recibir un balín, cada tanto perdía el ritmo por su músculo agarrotado por el dolor. Al perder el equilibro por segunda vez, Xiao Zhen intentó sujetarlo por el codo.

—Cuidado, gege —le pidió preocupado.

Liú Tian frenó por unos instantes, observándolo tan anonadado que no pestañeaba. Luego, avanzó con rapidez para adelantarse a Xiao Zhen y así continuar avanzando de espalda para mirarlo. La luna se reflejaba en el cabello oscuro del chico. No puso por qué, pero aquella imagen le hizo un nudo en el estómago.

—Y dime, Xiao Zhen —dijo—. ¿Cómo es que en todos estos meses nunca te diste cuenta de que te estaba coqueteando?

El chico le sonrió de tal forma que el nudo en el estómago de Liú Tian se tensó. Volvió a trastabillar, Xiao Zhen lo cogió por segunda vez del codo. El nudo se hacía más y más tenso.

—¿Quién dice que no me di cuenta?

Liú Tian se detuvo de golpe.

—¡Un momento...! —exclamó. Continuó con un hilo de voz—. Espera... ¿qué?

Xiao Zhen lo esquivó. Los pasos apresurados de Liú Tian hicieron eco en la silenciosa vía.

—¡¿Siempre lo supiste?! —jadeó.

Gege, eras demasiado obvio.

Tirando de su brazo, Liú Tian lo obligó a avanzar más despacio. Lo soltó de inmediato.

—¿Pero cuándo te diste cuenta?

—Esa vez en la cancha de basquetbol pensé que solo eran imaginaciones mías pero cuando hiciste eso en tu cuarto... porque eso lo hiciste apropósito, ¿cierto?

—¿Estás hablando de cuando me quité la camisa? ¿O cuando me declaré? ¿O cuando dormimos juntos? ¿O cuando...? Vaya, he hecho muchas contigo, Carlitos.

—La blusa —especificó Xiao Zhen—. Eso lo hiciste apropósito, ¿cierto?

Liú Tian cruzó sus brazos por detrás de la espalda y caminó a su lado con aire de grandeza.

—Puede.

—¿Cómo que puede, gege?

Le alzó una ceja a la expresión desconcertada de Xiao Zhen.

—Depende si fue de tu agrado.

—¿Si fue de mi agrado?

—¿Te gustó?

Xiao Zhen desvió la mirada y se tocó el cuello.

Gege...

—Porque si dices que sí, podría repetirlo un día. Pero con menos ropa, ¿qué opinas?

Calcomanía (Novela 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora