Lejos de mí

Capítulo 1

Cada día es una rutina más, cada mañana es lo mismo. Levantarse, arreglarse, desayunar, estudiar, prácticas y cena con reproches. Creo que ya dejé de recordar cómo era mi vida sin la monotonía. Llegas a un punto donde no te importa lo que haces o lo que tengas planeado, porque sabes que te juzgaran hasta el más mínimo detalle, pero ser juzgada no es lo que me preocupa en este momento, mi futuro es mi verdadero miedo. Ya no depende de mí, depende de mis padres y es lo más frustrante del día. Saber qué haces lo que otro ser humano te esté ordenando y no lo que en realidad quieres.

Debo reconocer que son muy buenos en ocultar su verdadera apariencia. Eliza Corby es una mujer cariñosa, jefa de su propia floristería, atiende tan amigable a sus clientes que nadie notaria que odia las flores. Es curioso dedicar tu vida al odio, o bueno algo que odias. No sé la razón de su desagrado, pero debo aceptar que me intriga. Por otro lado, está el ingenioso Thomas Lee, dueño de bares y cafeterías en Newcastle, un hombre justo y estricto, solo quiere dar lo mejor de sí mismo para recibir lo mejor del mundo. No se da cuenta que sus acciones son devueltas de la misma manera como son enviadas.

A pesar de todos los errores que han cometido conmigo, bueno ellos no lo ven como errores. Yo amo a mis padres, sería injusto brindarles odio cuando ellos me han dado un techo donde dormí y una mesa en la cual comer. Sé que el dinero no lo es todo en la vida, pero a la hora de la verdad es indispensable para sobrevivir, sin dinero no estudiaría en una universidad. Es dinero de papá, pero afortunadamente no abuso de su confianza. Después de clases hago prácticas en una de las cafeterías de su propiedad, suena absurdo porque él es el jefe de mi jefe, pero por lo menos no estoy siendo una holgazana mantenida por sus padres a los 19 años. Cuando estoy de buen humor y con ánimo para aguantar los discursos de mamá, la ayudo en su floristería porque me encantan las flores, imagino que son pequeñas bailarinas de todos los colores que un día dejan sus zapatillas para ser vendidas como decoración, eso tuvo algo de nostalgia.

Luego de mi reflexión matutina de la vida, decido apartar las cobijas y levantarme. Tras semanas de pasatiempos familiares y mucha voluntad propia, logre convencer a Eliza de dejarme asistir a un concierto de rock, por suerte seria en uno de los Bar's de papá, de lo contrario tendría otro sábado aburrido, fingiendo que estudio mientras tarareo canciones de mis bandas favoritas.

Como todos los sábados debo alistarme para mis sesiones con el Dr. Fisher. es una larga historia explicar cómo termine comprometida con un psicólogo, pero me agrada ese hombre, a son 55 años sabe que es el humor y compartimos algunos gustos musicales. Debo confesar que confío en una persona dependiendo de lo que escucha, porque la música puede representar el sentimiento de ese ser humano, su forma de actuar o de ver el mundo, por eso ese anciano se ganó mi respeto.

La parte más difícil de la mañana es tener que bajar las escaleras hasta la cocina.

—Buenos días, Kaitlyn.

—Buenos días, Eliza. –esperen solo un momento más.

Ya lo verán.

—Creo que ya tenemos la confianza suficiente como para decirme "Mamá" –se los dije—. Además, puedes peinarte un poco, el Dr. Fisher no debe notar que estuviste toda la noche bailan a mitad de la noche como una lunática en tu habitación.

—Si tenemos toda la confianza de mundo, pero me encanta tu nombre, así que Eliza — mencione de manera precisa su nombre—, creo que el Dr. Fisher tiene asuntos más importantes que fijarse en si me arregle el cabello o no.

Y así son todas las mañanas, un café acompañado con un reproche. Gracias al cielo hoy no está papá. Ya podía estar imaginando los comentarios que haría sobre mi forma de vestir y quede parecer siempre una dama. No es absurdo eso, para que debo vestir siempre formal o tener el cabello perfecto, son estereotipos absurdos, por mi saldría a todos lados en zapatillas y camisetas, pero eso sería ocasionarle un infarto a mamá, dejémosla vivir otro poco.