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Emilio fingió una sonrisa para disminuir su pequeño enojo instalado en su lobo, solo porque era un omega, solo por eso no haría una masacre por interrumpirlo. 

—¡Ciao Emi! —dijo con su respectivo acento para después lanzarse a los brazos del nombrado botandolo al blando césped. 

En ese momento los dulces ojos avellana de Joaquin cambiaron a unos muy oscuros, su omega estaba tomando el control al ver a su alfa ser abrazado por un omega intruso y desconocido. Un gruñido salió de su garganta, haciéndola desgarrar un poco, llamando la atención de aquellos dos abrazados. 

La mirada de Emilio fue única, abrió su boca en asombro al escuchar por primera vez el gruñido de su omega, pero ¿A quién le gruñia? No sabía si eso era tierno o terrorífico ya que el omega se acercaba a pasos pesados y rápidos. 

De un empujón alejó al omega intruso dándole una mirada amenazante y se aferró a su alfa. Hoshi estaba asustado por su potente mirada combinada con sus fuertes feromonas de advertencia, ¿Cómo iba a saber que Emilio ya tenía omega si nunca se lo dijo? Salió corriendo de ahí a esconderse detrás de Oliver para su protección. Este vio de lejos a su hermano junto con el omega pelirosa, entonces entendió todo. Rápidamente cogió la muñeca de Cami, quien recién llegaba a ellos, y la del omega para salir corriendo dejándolos solos. 

  Suspiró al escuchar su nombre con el de su omega ser llamados por tercera vez a través del megáfono de su escuela

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Suspiró al escuchar su nombre con el de su omega ser llamados por tercera vez a través del megáfono de su escuela. Pues después de varios intentos fallidos el omega no se despegaba de él, y no es que no le gustará ese precioso momento, por él se quedaría ahí con su omega hasta el anochecer, pero su retaguardia no resistiría tanto tiempo; ya no las sentía. 

—Joaquin... 

Intentó alejarlo un poco pero este se aferró más a él. Sabía que era el gatito de Joaquin, pero no sabía que fuera tan posesivo. Una sonrisa se plasmó en sus labios al pensar que Joaquin, su Joaquin, estaba celoso de algo tan insignificante como un simple abrazo. 

Respiró profundo para levantarse con el omega en brazos, este rodeó su cintura con sus piernas y reforzó el agarre de sus brazos, su naricita estaba hundida en el cuello del alfa para sentir su aroma, pero soltó un gruñido por no sentirlo, solo sentía un ligero aroma chocolate y eso lo frustaba. 

—No puedo liberar mi aroma... No ahora —sonrió al sentir un apretón en su hombro—, no sabía que mi omega fuera tan posesivo. 

Caminó apresurado hacia su salón con la precaución de que nadie lo viera, esperaba no encontrar nadie y para su suerte así fue. Dejó a su omega en su respectivo asiento, pero este al no agradarle la idea reforzó sus brazos en el cuello del alfa. 

—Bebé, solo un momento —susurró con un ápice de seducción. 

Muy obediente lo soltó suavemente. Solo un poco, no queria separase de su alfa y que un omega intruso viniera a robarselo. Gruñó al pensar en eso, pero esos gruñidos le hacían dañar sin que se diera cuenta. 

Mudez/EmiliacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora