━━ vi. regulus

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Mayo 1978

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Mayo 1978

El lago se extendía en su total magnitud por todo su campo de visión, la leve brisa causaba que su cabello se movieron, haciendo que pequeñas y finas hebras negras cayeran sobre su frente; se encontraba tranquilo, en paz consigo mismo, a pesar de que estaba consciente de lo que ocurría fuera de las protecciones del castillo. Cada vez la situación empeoraba, volviéndose más oscura, más peligrosa para todas las personas mágicas como no mágicas.

Y aunque a Sirius no le gustaba admitir, tenía miedo. Tenía miedo de lo que les esperaría a él y a sus amigos dentro de un mes, cuando ya habrían terminado su último año, enfrentándose a la realidad.

En aquellos momentos, Sirius se sentía vulnerable a pesar de estar en uno de los lugares más seguros.

Apartó el cabello de su rostro cerrando los ojos al mismo tiempo; no había nadie que viera su vulnerabilidad.

Sintió unos brazos que lo rodeaban desde atrás; al principio se tensó, no pensaba que había alguien, pero cuando le llegó el olor del perfume, se relajó.

Marlene no necesitaba que Sirius le diera una explicación de lo qué le ocurría, intuía cual sería la causa de aquel estado pero no quería presionarlo. La joven sabia cuando alguien necesitaba simplemente la compañía de un ser querido. Por lo que se limitó en hundir su rostro en la ancha espalda del joven, escuchando sus latidos.

—¿Quieres hablar? —preguntó la joven después de unos largos minutos en completo silencio; se ubicó delante de él, para poder descifrar su expresión.

No respondió, pero tomó entre sus manos el rostro de su amada.

—Te amo, ¿lo sabes? —una inseguridad se notaba en la voz del joven que a Marlene la tomó por sorpresa e inmediatamente llevó sus manos a las de él, dándole un apretón y una pequeña sonrisa.

—Lo se.

Eso era suficiente para él en ese momento, no necesitaba más palabras o personas. Simplemente, en aquellos momentos, las necesitaba a ella. La tomó entre sus brazos, acercándola a su pecho; depositó un beso en frente.

Se quedaron en silencio abrazados, haciéndose saber que estaban el uno para el otro, sin importar las adversidades ni las heridas que los esperaban a la vuelta de la esquina; lo que les importaba era que estaban juntos.













[...]













Marlene sabía que tenía al menos una hora antes del toque de queda y aunque sabía que Lily no se molestaría si la alcanzaba en la biblioteca prefirió encaminarse al Lago Negro en busca del hermano de Sirius.

—¿Regulus?

El joven del los Black alarmado, se puso de pie dándole la espalda.

—Vete, vete de aquí —dijo sin voltearse.

—Regulus —frunció el ceño acercándose a él.

—¡Te he dicho que te vayas! —rugió.

Marlene dio un pequeño saltito, espantada, pero no retrocedió ni dio muestras de haber acatado lo que había dicho como orden.

Avanzó dos pasos más y dio otro salto cuando él se volteó de golpe y avanzó hacia ella con la cara compuesta de rabia, empujándola hacia el pasto en donde su espalda se azotó con un golpe seco gracias a su violencia. Marlene no se quejó, no le había dolido, no podía salir de la estupefacción de verlo así.

—¡¿Es que no entiendes?! —le gritó cara a cara—No te quiero cerca McKinnon, no quiero a una asquerosa traidora de la sangre cerca de mi, ni a ti ni al traidor que tengo por hermano.

Marlene miró con preocupación en sus ojos.

—No tienes que creer en todo lo que tu madre te diga, Reg—no quería que fuera consumido por todos esos ideales puristas que sus padres poseían—. No todo es como dicen. Escúchame, no todo se basa en la sangre, en la pureza—lo tomó por los hombros—. ¡No dejes que esa loca te lave el cerebro!

—El que te esta lavando el cerebro es ese asqueroso traidor a la sangre, te lo voy a decir una ultima vez, aléjate de mi.

SEMPITERNAL ↠ SIRIUS BLACKWhere stories live. Discover now