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La confrontación tuvo lugar, mas no resultó como estaba previsto. Pero era de esperarse.

Lorraine no confesó: ni sus mentiras sobre los padres de Adam, ni su terrible chantaje que alejó a la familia de su sobrino e impidió que Adam viviera con su padre después de la muerte de su madre. Lorraine se mantuvo altiva, oscilando entre el desprecio y la rabia. La tía de Adam se vio perturbada, sin embargo, cuando le dijimos todo lo que sabíamos, cuando evocamos a Paul, su supuesto hijo. Pero no dijo nada, y se guardó todas las respuestas ante las preguntas de Adam. ¿Por qué haberle impedido vivir junto con su familia? ¿Por qué Howard quiso que Adam llevara el nombre de su madre, Ritcher y no el de los Hill? ¿Por qué insistir en detener la investigación
sobre su pasado?

La tensión subió en el transcurso del encuentro, y Ambrose, extraña y claramente muy bien instalado en casa de Lorraine, pagó el costo. ¿Por qué se encontraba allí, actuando como si estuviera en su casa? Ambrose, el socio del padre de Adam en la empresa farmacéutica, perdió la sangre fría cuando Adam habló sobre las pruebas dudosas de los medicamentos. Hayley, nuestra
amiga periodista, puso el dedo sobre este turbio asunto, cubierto por el pasado. Ambrose, de costumbre muy frío, muy tranquilo, perdió literalmente la razón cuando hablamos de esto.

Todo sucedió tan rápido después de ese momento...

Ambrose amenazó con matarme si Adam persistía en investigar sobre su pasado. Y al lanzarse sobre mí, fue atacado por un infarto. Entonces Lorraine nos reveló otro rostro. La
angustia la hundió cuando vio a Ambrose tirado en el suelo. Y luego, cuando este último le pidió perdón a Adam, ella se lanzó sobre él, casi histérica, rogándole que se callara. Y Ambrose murió.

La ambulancia llegó demasiado tarde, la reanimación cardiaca no logró regresarlo a la vida. Ambrose su fue bajo estas últimas palabras que evocaban a Lorraine. Pero no logró ir más lejos y nos dejó con más preguntas. Partimos de la casa, dejando que Lorraine se fuera con
Ambrose, deshecha, silenciosa, pegada a él. Esta cercanía nos sorprendió mucho a Adam y a mí.

En la suite del Mandarin a donde llegamos, Adam me ofrece una copa.

No estoy segura de que una sola copa baste para recuperarme emocionalmente

Observo a Adam. ¿Cómo vive estos últimos acontecimientos? Su hermosa mirada oscura se ha ensombrecido, su rostro se ha cerrado. Necesita silencio para tomar un poco de distancia y
analizar la situación.

«No sé que pensar de este encuentro, termina por decir. No sólo no sé que pensar, sino que además tengo más preguntas en la cabeza.»

Asiento, pensativa.

¿Por qué perdón? ¿Qué quería decir con: «Lorraine, fue…?» ¿Qué hizo Lorraine?

–Nunca había visto a Lorraine perder de esa manera su sangre fría, normalmente es muy altiva, continúa Adam.Y Ambrose…No, verdaderamente, no sé qué pensar de todo esto.
– El tema de las pruebas en los medicamentos parecía ser muy sensible, en todo caso, añado.
– Mi ángel, si Ambrose te hubiera tocado uno solo de tus cabellos…, dice Adam acercándose a mí.
–No tuvo tiempo,el pobre,le interrumpo.
– ¿El pobre? No sé si «el pobre» sea lo más apropiado. ¿Qué hacía en casa de Lorraine? Parecía sentirse en casa... Y luego su perdón… ¿perdón de qué?

Las mismas preguntas acechan a Adam. Suspiro. Había esperado tanto este encuentro.

Pensé ingenuamente que Lorraine iba a decirnos todo.

¡Qué lejos estamos de esa posibilidad!

«¿Crees que algún día lograremos tener respuestas?» pregunto a Adam, repentinamente abatida.

TODO POR EL MULTIMILLONARIO & DOMINADORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora