CAPÍTULO 2

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La paz de un lago que se pierde en un horizonte colorido, la calma de las pequeñas ondas que se formaban en el agua gracias al viento, como si fuera un soplo de vida sobre la inmóvil muerte

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La paz de un lago que se pierde en un horizonte colorido, la calma de las pequeñas ondas que se formaban en el agua gracias al viento, como si fuera un soplo de vida sobre la inmóvil muerte. Es un sueño recurrente en mi conciencia por las noches: la vista de un lago y la sensación de estar posada frente a él, nada más.

De pronto, un frenético y molesto sonido inunda el pequeño cubo en el que siempre me he alojado, mi hogar. Al parecer, la noche anterior algún asistente programó una alarma para mí; sabiendo de qué se trata este cambio de rutina me levanto al instante de la cama y me dirijo al pequeño armario lleno de prendas negras, varias iguales a las otras, solo alguna que otra en un estilo diferente, pero siempre negro, al menos así lo recuerdo desde pequeña que se me impuso esta clase de uniforme para el diario. Tomo un pantalón largo de cintura alta con un suéter a juego y unas botas del mismo color. Tardo quince minutos alistándome, en eso, tocan la puerta y veo a mi padre pasar por el umbral.

—Buenos días —digo mientras paso un cepillo gris por mi cabello.

Un largo silencio se instaura en el ambiente mientras mi padre me observa.

—Espero hayas descansado. —Recoge la carpeta de mi mesa.

—Por supuesto. —Evito hacer el reproche que hice ayer, esta vez hay algo diferente en su tono de voz y en la forma que se dirige a mí.

—Encontraras que afuera hay muchas cosas diferentes, que varias cosas han cambiado desde que te conté sobre el exterior; pero estoy seguro de que sentirás que lo que no ha cambiado es nuestro propósito. —Medio sonríe—. Sé que nunca te lo he contado, pero debes confiar en mí, hija. Cuando seas mayor debo estar seguro de que lo que he hecho quedara en buenas manos. Debes saber que, a pesar de tener cosas en común con esos monstruos, yo te críe y por eso eres mejor, eres perfecta —dice de forma cálida y, aunque no quiera admitirlo, también hay un poco de cinismo en su voz, pero simplemente lo tacho de algo normal en su tono.

—Entiendo.

Él sabe que lo que menos quiero es fallarle en esta misión, quiero ser exitosa y haré todo lo que este en mi alcance para lograr el objetivo.

—No te decepcionare. Como tú mismo lo dices: eres mi padre, tú me criaste y por eso soy mejor —agrego con un tono neutral.

—Muy bien. —Parece amagar a dar un paso adelante, tal vez para abrazarme, pienso, pero se arrepiente y da media vuelta mientras abandona mi cubículo.

Él nunca me ha mostrado cariño y afección, a veces creo ver algo de culpa en sus ojos, pero siempre se ve machada por la ambición. No sé qué es lo que pasó en su vida antes de que yo naciera, y nunca se ha atrevido a hablar sobré mi madre, tal vez sea por el hecho de que ella ha tenido que ser una Psyque, al igual que yo.

La única cosa que he deseado desde pequeña es ser más unida con mi padre, el doctor Colton Kinn: siempre tan centrado en su trabajo y sus prioridades, lleno de ambición; a veces pareciera que está dispuesto a sacrificar cualquier cosa en tanto pueda conseguir sus objetivos. Me limito a cumplir para ganar su orgullo y, tal vez, al fin su afecto.

Almas Puras | 1  [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora