Lisa se fue del lugar dejando atrás las flores y el peluche que llevaba en la mano.
Realmente estaba confundida y muy triste, un profundo miedo de perder a Rosé la invadía, jamás le había pasado algo así, no tenía idea de que debía hacer, no sabía como actuar, que diría la próxima vez que por obligación tuviera que ver a la cara a Rosé, como enfrentaría al mundo si tenía que hacerlo sin ella a su lado, realmente jamás se había planteado esto, ya que tener a Rosé siempre con ella era algo que daba por sentado.
Lisa estaba dándole vueltas a su cabeza una y otra vez mientras el chofer la llevaba a casa, tenía la mirada perdida tras la ventana del coche, es que, ¿en que momento había pasado todo esto?, ¿como pudo ser tan tonta de no darse cuenta?. Las lágrimas comenzaron a bajar por sus mejillas sin siquiera pensarlo, ¿en que momento esto empezó a pasar?, ¿cuanto daño le habría hecho a Rosé sin darse cuenta, ni querer?.
Lisa no podía dejar de culparse por todo lo tonta que había sido, por haber dañado sin intención a una de las personas que más cariño le habían dado en el mundo, la que sin pedirle nada a cambio había estado a su lado en los días grises, a quien prefirió quedarse con ella aquellas noches en las que los resfriados la tumbaban en la cama, en vez de salir a divertirse con sus demás amigas, en verdad no podía soportar la idea de que había hecho llorar a aquella dulce y tierna joven, que ella y su tonto egoísmo le habían roto el corazón quien sabe cuántas veces a la chica que solo se merecía lo mejor del mundo.
Cuantas veces ella misma le había dicho qué tal o cual muchacho no la merecían, que ella solo debía recibir el más puro amor y el cuidado más especial por parte de quien fuera su pareja.
Cuantas veces tuvo ganas de romperle la cara a los chicos que solo la ilusionaban, o la vez aquella en que el tipo aquel la había hecho llorar y Lisa fúrica le grito dos que tres verdades a la cara.
Escuchaba como las palabras que le dijo al tipo retumbaban en su mente una y otra vez: "No mereces a alguien como Rosé, tan dulce y hermosa en todos los sentidos, debería darte pena ser tan imbecil y no darte cuenta de la joya que estás dejando ir. Te arrepentirás por hacer llorar a la mujer más maravillosa del universo."
Dijo aquello unos cuantos años atrás, y hoy no salía de su mente, por qué estaba siendo casi la misma clase de basura que aquel tipo despreciable, la única diferencia es que ella a parte de todo había sido una tonta, la peor de todas, por no haberse dado cuenta de lo que estaba pasando con el corazón de Rosé, de su dulce y tierna Rosie.
Lo que si sabía es que ya no había vuelta atrás, y no encontraba manera alguna de poder solucionar en lo más mínimo como aquello afectaría en su relación.
Relación que llevaba ya 9 años, y en la cual había recibido tanto y tanto amor, en la cual recibió cuidado, consejos, comprensión y apoyo, la cual le ayudó a ser fuerte en todo momento, antes y después de debutar.
Era su alma gemela y posiblemente la estaba perdiendo.
No, no, no podía ser verdad lo que estaba imaginando, seguramente todo aquello se le había ido de las manos y estaba exagerando, Rosie simplemente estaba molesta, si, eso, molesta por dejarla de lado por estar con Jennie, después de todo los celos de amigas eran totalmente normales, que clase de locura había estado pensando, claro que era eso, Rosie estaba molesta por que últimamente no le había dado la atención que necesitaba, y ademas había sido egoísta, ella se la pasaba hablando de Jennie.
Y Rosie cuánto, pero ¿cuánto tiempo llevaba sin hablarle de algún chico?, que tonta y descuidada había sido, ya ni siquiera le preguntaba por sus nuevas conquistas, y aún así, ¿no quería que Rosé estuviera molesta?, claro que tenía derecho de estarlo por sentirse abandonada.
Por supuesto debía ser eso, que había descuidado a su Rosie bebé.
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