27

1.4K 107 18
                                    

—Nosotros nos vamos a acostar ¡chao! —dijo la Gabi cagá de la risa anda a saber tu porqué.

—¿Y el Diego? —pregunté al Lucas mirando al bulto mencionado en el sillón.

—Nosotros vamos a estar un poco ocupados, perdón —dijeron con una sonrisa.

Estos hueones pasaban tirando. Envidiable.

—Sea lo que sea, no metan ruido. Se los imploro.

Se rieron y se fueron.

—Oye... —dijo moviendo al Diego— Oye po, pescame.

—Mmmh.

—Vamos, tienes que ir a acostarte.

—No quiero. No puedo caminar —se rió. —Llévame en brazos, como guagua.

—Estái hueon. Aunque quisiera, no te puedo.

—Intenta —se acurrucó en mi como para tomarlo y yo me reí.

Mientras le acariciaba la pelá, lo miraba. Hasta curao y volao se veía lindo. Quién lo diría.

—Ya po Diego, pesai mucho —lo moví pero sólo logré que se acercara más a mi—. Oye ¿eres un bebé?.

—Amamantame y compruébalo —lo miré y estaba con una sonrisa.

Procedí a pegarle un wate en la frente a lo que se cagó de la risa.

—¿Siempre eres así de ahueonao?.

—Sólo contigo y lo sabes.

—Lamentablemente. ¡YA PO, DIEGO PARATE! —él bufo.

Luego de hacerme caso lo agarré de la cintura y pasé su brazo por mi cuello. Por suerte la escalera no era tan larga así que después de un par de tropiezos llegamos arriba. Al estar en el pasillo de la nada él me acorrala contra la pared y coloca su cara cerca de mi cuello.

Quedé helada al sentir su respiración allí.

—¿Por qué hueles a mi? —dijo levantando la mirada a mis ojos—. A mi perfume.

Conchetumare. ¿Por qué, por qué, por qué?. Sólo nos mirábamos a los ojos, por un segundo miré sus labios pero subí inmediatamente. Se veía tan comestible, besable, tocable y todos los sinónimos posibles.

—No-o... No sé.

—Mmmh. Cuando fuiste a buscar el moledor y las demás cosas te echaste de mi perfume... Te pillé —se rió atontado y siguió caminando por su cuenta.

Fallando en el intento pero ahí yo, Dani al rescate, pude evitar su caída.

—Me extrañas —dijo con una sonrisa de orgullo.

—¿Que estás hablando?.

—No te hagas la tonta, ya lo sé.

No lo pesqué. Era verdad pero él no tenía por qué saberlo. Llegamos a su cama y se sentó, bueno... Yo lo senté y sin pensarlo dos veces me iba a ir.

—¿Me dejarás tirado? ¿A mi suerte? Que mala novia... Ex novia —se tiró hacia atrás.

¿Por qué tiene que ser tan irresistible este culiao?.

—¿Qué quieres?.

—Sabes que no me gusta dormir con ropa.

—Con pijama.

—Si po, a eso me refiero. ¿O quieres que duerma sin ropa? —me quedé callada—. Si quieres, si quieres —se burló.

—Ay ya Diego cállate —rodé los ojos riéndome—. ¿Dónde está tu ropa?.

Hueón, te amo #HME2Where stories live. Discover now