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Dos semanas habían pasado excelentes, al comienzo de la primera me recibí y saqué mi título como parvularia, el Nicolás me había dejado de huebiar, uno que otro día el Diego y yo nos veíamos por el Ignacio, nos saludabamos como amigos normalmente y cuando el Nachito no cachaba el Diego aprovechaba de darme unos besos fugaces.

Tal y como dos niños pequeños con su primer amor lo harían.

Me sentía bien. El hecho de haber llorado a moco tendido el fin de semana pasado en los brazos del Diego y lo que pasó después, como que me habían reiniciado. Me sentía mucho mejor.

Era viernes y como siempre, nos hicimos un tiempo para juntarnos en el depa de nosotras.

—Oigan... —el Lucas dijo en tono melódico— Mañana hay un carrete y algo me dice que es lo que nos hace falta —subió y bajó las cejas.

—Mmmh no sé —dije estirandome en el sillón, descansé mi cabeza en las piernas del Diego y él me hico cariño—. ¿Y si nos quedamos aquí nomás? —sonreí.

—Cuando te enamoras te pones tan floja  —dijo la Gabi a lo que yo le tiré con fuerza un cojín en la cara.

No alcanzó a esquivarlo así que nos reímos. Sobre todo yo.

—El Lucas y yo iremos.

—¿Dónde va a ser? —pregunta el Diego.

—Por donde vivo yo ahora. No... No, igual es un poco más lejos, pero es más o menos donde hay gente mucho más cuica.

—Punto uno, ¡queda a la chucha!. Punto dos, estará lleno de cuicos. Solo a ti te soporto —se rió.

—Yo no soy cuico.

—¡Yaaaaa! —dijimos todos al unísono para huebiarlo.

—Después los quiero pidiéndome pizzas hueones pesados —nos reímos y la Gabi lo abrazó.

—¿Te quieres quedar aquí? —me susurró el Diego a lo que yo asentí abrazandolo—. Entonces me quedo contigo.

—Pero si quieres ir, anda nomás.

—No quiero —alcé una ceja y él negó. Sabía que quería ir pero por mi no lo haría.

—Ya bueno, vamos. Me convenciste.

—Si no quieres no vamos —dijo mirándome mientras me volvía a sentar a lo indio frente a él.

—Si quiero ir —esta vez fue él el que me miró sospechoso—. Iremos.

Me apresuré en darle un corto y lindo beso en los labios, sonrió y con sólo una mirada me dijo cuántas ganas tenía de que lo siguiera besando.

—¡AAAAH! ¡Me encantan par de hueones! —dijo... O más bien gritó, mi amiga tirandome el cojín de vuelta.

...

Nos bajamos del auto del Lucas para ver la inmensa casa en donde sería el carrete. Yo diría que era casi el doble que la del Lucas, y eso que la de él ya era bastante grande.

—¿Estás seguro que no estamos en la casa de un millonario? O nos trajiste para hacer un robo —dijo la Gabi y nos reímos.

—Yo también estaba para la cagá cuando supe que era aquí pero ha disfrutar nomás.

—No queda de otra —habló nuevamente mi amiga con tono melancólico pero con una enorme sonrisa.

Ella le tomó la mano al Lucas para que caminaramos dentro de la casa, el Diego los siguió pero yo me quedé quieta. Me dolía el estómago y estaba nerviosa, anda a saber tú porqué.

Hueón, te amo #HME2Tempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang