2

14 2 25
                                    

¿Por qué no puedo ser normal y no sentir nada por ella?

¿Por qué no me quiere como yo la quiero a ella?

¿Por qué me duele saber que nunca me va a querer y fingir que no me importa?.

Daiana ha sido y es la primera chica que me ha gustado en toda mi vida. Sabía que algo no andaba bien con migo cuando ningún chico me interesaba, que lo único que quería era pasar todo mi tiempo con mi mejor amiga, que cuando la veía, no la miraba como a los demás... con ella todo es distinto.

Al mirarla es como una brisa de aire fresco para mí. Sé que está mal quererla, pero, la culpo a ella por ser tan perfecta e inocente. Me vuelve loca como su rostro muestra inocencia en un mundo lleno de maldad.

Soy una tonta al pensar que en algún momento ella se dará cuenta de mis sentimientos y corra a mis brazos para decirme que también me quiere. Soy una tonta por pensar que ella me va a querer, cuando, en realidad quiere a ese idiota que llama su príncipe azul. Soy tan tonta por esperar algo que sé en el fondo nunca llegará.

Después de planear una salida, que probablemente no pasará, nos levantamos de la banca y nos dirigimos a nuestras próximas clases. Las chicas y yo nos vamos a el salón de matemática, esperamos juiciosas en nuestros asientos.

Daiana estaba resolviendo los últimos ejercicios que había mandado la maestra, mientras yo la miraba detalladamente. Mojo mis labios mientras veía como murmuraba cosas sin sentido.

Su cabello se caía de la coleta -o lo que era una coleta.-, mientras lo ponía detrás de su oreja. Gruñía mientras mechones de su hermoso cabello caían estorbando su vista.

—¡Ah!. Que fastidio.— exclama recogiendo sin mucha delicadeza su cabello.

Sonreí mirando como su paciencia se agotaba. Es tan linda. Su ceño se frunce mirando el cuaderno. Se inclina hacia delante para continuar con la tarea, pero un mechón se cae nuevamente en su rostro.

Resopla, moviendo un poco el mechón en su lugar. Reí y lo tomo para ponerlo delicadamente detrás de su oreja. Ella me mira por el rabillo del ojo, estaba un poco confundida y tensa. Ignoré completamente eso. Sonreí y negué varías veces.

—No es gracioso.— se queja, entrecerrando los ojos.

—Para mi si lo es.— Me defiendo inclinando mi cabeza hacia delante.

Me saca su lengua y toma su lápiz para seguir escribiendo. Suspiré. Por reacciones como estas yo no le digo que me gusta, si un toque mío la tensa, no quiero ni imaginarme que sería si supiera lo que siento por ella.

Ya después de que las clases culminaran las chicas y yo nos fuimos a nuestras casas. Charlando recordé lo que me avía dicho Wendy hace unas horas, sobre lo que sentía hacía Daiana y lo mal que era guardarmelo por tanto tiempo.

Es que no estoy muy segura de hacerlo.

Tarde o temprano ella lo sabrá, y no quiero que lo sepa por terceros, porque si Wendy lo sabía alguien más habrá notado mi comportamiento cuando estoy cerca de mi pequeña.

La pelirroja se despide en un gesto con su mano, mientras caminaba hacia la puerta de su casa. Nos despedimos de igual manera para luego seguir nuestro camino.

Suspiré cansada de caminar. La miré de reojo y admiré su rostro, como si no lo hubiera visto hace minutos atrás mientras hablaba y Wendy negaba al verme.

Su nariz perfilada pero con un bultito en la punta, el cual me muero por besar. Sus labios con esa curva perfecta, pequeños pero carnosos. Sus ojos con ese brillo, ese color, esas dos esferas que al mirarme siento como mi pulso se acelera. Sus mejillas pálidas, tan suaves que quiero acariciar mientras le digo cuánto la quiero.

lovelyWhere stories live. Discover now