| MÁXIMO | Prefacio

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M Á X I M O


Sídney, Australia. Once meses después


—Era una muy buena oferta, Máximo. —Había ya perdido la cuenta de las veces que Ramiro —mi abogado—, me recriminaba no firmar la venta del ático.

También había perdido la cuenta de las veces que iniciábamos la discusión que estaba a punto de comenzar.

—¿Te recuerdo que soy tu maldito jefe? — Inquirí, llevando mi vista hacia la ventana, no tuve más que el velo del atardecer cerniéndose sobre la ciudad.

—¿Te recuerdo también que soy tu abogado? —Me devolvió la soberbia en un gesto despreocupado—. Se ha gastado una pequeña fortuna con bienes raíces durante casi nueve meses, Máximo, vienes rechazando más de quince contratos de compra y venta, estas siendo irracional.

En momentos como esos, me cuestionaba haber accedido a tanta confianza entre nosotros. Me reí, negando con la cabeza, si no fuese porque le tuviese una gran estima y confiaba plenamente en su capacidad como abogado, hace rato ya le hubiese pateado las pelotas.

—¿Crees que el dinero representa un problema para mí, Ramiro? —Pregunté incisivo

—Ambos sabemos que el dinero no representa un problema para ti, capullo. —Allí venia la daga a la altura de mi pecho—. Pero ambos también sabemos la razón por la cual te niegas a firmar la venta del ático.

—No la menciones. —Le advertí—. No te atrevas a mencionar su nombre.

Ramiro no tuvo más opción que permanecer callado, ya había puesto el dedo sobre la herida una vez más, no era buena idea que profundizara en ella, la última vez las cosas no acabaron muy bien para él. Sus ojos se oscurecieron y por un instante, pude sentir la compasión a través de ellos.

Odiaba que me viese de esa manera, que todos lo hicieran. Odiaba el ser humano que ahora mismo era, en el que me había convertido, en el que me convirtió ella.

—Han pasado once meses, Máximo. —Dijo, torciendo el gesto y apretando el puente de su nariz—. Tienes que olvidarla.

Negué con la cabeza, irónico, como si para olvidarla solo bastaba que te lo pidieran. Ni siquiera soportaba estar dentro de mi propia piel, sabiendo que dormía y despertaba con su nombre incrustado en la puta cabeza. Quería hacerlo, quería olvidarla, odiarla incluso, tal vez de esa forma fuese más fácil.

—¿Crees que no lo he intentado? —Me atreví a preguntarle.

—Ella decidió irse de tu vida, Máximo. ¿Merece la pena perder la tuya por ello? —Mi amigo me cuestionó con un tono firme en su voz.

La mía ya no se sentía vida...

Pero aquel pensamiento murió en mi boca cuando el teléfono sonó.

—¿Qué, Andrea? —Pegunté descolgando.

—Máximo, Lucie está...

Las puertas de mi oficina se abrieron de par en par. Mi hermana entró por ellas hecha una fierecilla, al principio me costó reconocerla. Iba metida dentro de un vestido negro a su medida y un abrigo que caía mas abajo de sus rodillas, nada apropiado para el calor que ofrecía Sídney en aquella temporada.

—¿Se puede saber qué demonios te sucede, gilipollas? —Preguntó enfurecida, Ramiro inmediatamente se puso de pie cuando la vio entrar.

—¿Qué haces aquí? —Me atreví a contestarle con otra pregunta.

—Te he llamado durante los últimos dos meses, ¿Crees que inventarte reuniones y viajes de trabajo iba a detenerme?

—Ciertamente no. —La señalé—. Pero ahora no tengo tiempo para tus reclamos y reproches, sal de mi oficina ahora mismo, y si tengo tiempo, mañana te recibo.

Mis palabras no pudieron sonar más duras, por eso no me atreví a mirarla. Pero era Lucie Kahler, ella nunca salía herida.

—Eres un idiota. —Rió con sorna—. Nunca la mereciste, pero eso es algo que tú ya lo sabes, sé un hombre y supéralo—. Con una negación de cabeza se giró sobre sí misma, dispuesta a irse, pero antes iba a soltarme lo que realmente venía a decirme—. Te necesitamos en Londres esta semana, no esperes que sea demasiado tarde.

E intentó marcharse dramáticamente, esa era su especialidad, pero me apresuré a tomarla por el brazo y detenerla de súbito.

—¿De qué mierdas estás hablando?

—Nuestra madre. —Soltó lacónica, y por la expresión tan triste que manchó sus facciones, supe que no estaba jugando con algo tan serio.

La abracé.

. . .

Muchisimas gracias por estar aquí, por siempre haber estado.

Muchisimas gracias a las chicas que vienen  desde Dreame, lo aprecio muchisimo.

¿Irá Máximo a Londres o se negará rotundamente? 

Y si lo hace, ¿ Como será el encuentro con Ariel?

No olviden dejar sus votos, comentarios, especulaciones y cizañas, les mando un abrazo a cada sirena que llegó hasta aquí, y no te vayas sin comentar CHUCH*MADRE,  quiero ver mas de 300 votos y mas de 200 comentarios, jiji besos. Nos vemos en el primer capitulo que va a estar ardiente potente 

La decisión del millonario © #2Where stories live. Discover now