♕ | 𝓽𝔀𝓸

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Aloia bosteza, la clase de Penal se da por finalizada poco antes de que esto suceda. Guarda todas sus cosas en el bolso y se levanta. Busca con la mirada a la gente más cercana que tiene en esta tierra.

- Loi - el apodo con la que la llaman hace que sonría -, ¿te vienes a tomar algo al Jota's?

- Tengo que ir al aeropuerto, además he de pasar por la biblioteca de historia - se suelta el pelo y lo coloca de alguna manera bajo la atenta mirada de todos, los tacones resuenan contra la baldosa del suelo del aula- a recoger unos libros de Penología.

- ¿Piras de nuevo, colgada? - la chica niega, se cuelga bien el bolso en el hombro mientras camina al lado de Uxía, saca del complemento el paquete de tabaco de liar- ¿Entonces?

- Tengo que hacer unos recados, nada importante - la castaña sonríe mirando hacia su amiga pelirroja, ella asiente no demasiado confiada-. Pero bueno, mañana me tienes en clase, tranquila.

La amiga de Aloia le guiña un ojo, frente a ellas, Dani y Álex observan la situación. El primero observa con sus ojos azules a la joven, no sabe que tiene la chica pero es algo que realmente la hace enigmática a la vista de todos. El segundo solo tiene ojos para la de cabello oscuro, siente cómo el mundo se para cada vez que la chica posa sus orbes verdes sobre él.

- Sinceramente es una mierda- Aloia habla de nuevo, camina a la par de su amiga saliendo del aula-, ¿después de ir al Jota's que vais a hacer?

- Hoy no se sale, tía - la voz grave de Daniel hace sonreír a la castaña-, hoy chill. Yo volveré pronto al piso, cenamos todos juntos.

- En la resi hacen algo también, ¿no? - Álex pregunta eso a Uxía, la cual asiente con la mirada puesta en sus pies, evita de cualquier manera el contacto visual directo con el chico de ojos color miel.

- No recuerdo exactamente lo qué, pero algo sí que hacen - Aloia deja de prestar atención especial a sus amigos, saca el teléfono y frunce el ceño ligeramente al ver un correo entrante de su padre.

Entra en la aplicación de mensajería y lo abre, es una invitación para una boda. Suspira y vuelve a guardar el dispositivo. Mientras camina detrás de los chicos se fija en los zapatos. Demasiado ostentoso.

Muchas veces ha pensado en cambiar de estilo para hacer rabiar a su progenitor, pero se siente demasiado cómoda respecto al estilo de ropa con el que se viste. También ha pensado en teñirse el cabello o hacer algún cambio radical.

Observa a su grupo separarse del camino que ella sigue, sus tres compañeros caminan hacia el otro lado de la ciudad, mientras que ella va en dirección al piso que su padre decidió regalarle en cuanto ella tomó la decisión ir a la universidad.

Lo suficientemente alejado del sitio en el que él vive, pero lo suficientemente cerca cómo para seguir teniéndola controlada. Metida dentro de esa jaula mayor.

Aloia saca las llaves del piso de su bolso, abre el portal del edificio aguantando una sensación incómoda en el pecho. Camina en dirección al ascensor de la derecha, una vez ahí pulsa el número seis. Mueve la pierna algo desconcertada, no entiende el porqué de la petición de su padre. La joven inspira profundamente, camina hacia el final del pasillo para entrar en el 6ºG, su apartamento.

Abre la puerta, el olor típico de su hogar el inunda las fosas nasales. El silencio es lo único que la espera día tras día, la soledad produce esa sensación de monotonía en su vida. Deja caer el bolso con los libros sobre el sofá del salón, la gran pantalla de plasma es lo que corona esa habitación.

Sigue su paso hasta la habitación que tiene por vestidor, única y exclusivamente para su ropa. Una vez ahí se deshace de las prendas elegidas para el día en el aula y se pone algo más cómodo. Unas mallas y una chaqueta de punto, lo suficientemente simple pero sin perder la clase con la que ella se caracteriza.

RaícesWhere stories live. Discover now