18. Dancing With Myself

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—Eso es jodidamente absurdo.

—Que no conozcas quién es "Hiedra Venenosa" lo es —Billy rodó los ojos  —¿Nunca tuviste un comic cuando eras niño?

—No soy un nerd, princesa.

—Tampoco lo soy.

El rubio sonrió.

—No te creo ni una mierda, eres como un nerd del clóset.

Steve se sintió indignado, porque había sido el chico más popular de la escuela no hace mucho, no era un jodido nerd.

—Parece que tienes algún fetiche con los nerds entonces.

La fogata emanaba un calor profundo en la situación.

Billy no respondió.

Él tomó de golpe el vaso en sus manos y esa manzana de Adán se vio tentadora cuando se movió por el líquido en su garganta.

Algunas gotas relucientes quedaron en su barbilla.

—¿Te gusta la privacidad, Harrington?

Steve mordió el borde del rojizo vaso como respuesta.

Una mirada azulina señaló más allá de las tribunas separadas de la fogata y el cuerpo seductor se alejó lentamente tras lanzar el plástico al pastizal verde.

Era difícil no caer en sus trucos, especialmente si tenía esos jeans apretados sujetando su silueta mientras se adentraba en la oscuridad.

Steve carraspeó desviando la mirada y pronto consiguió conversar con la linda rubia que había batido sus pestañas esa vez.

Esperar un tiempo para reunirse con Billy era una rutina usual que dilucidaba sospechas sobre su casual desaparición grupal, aunque lo cierto era que la estrategia se convertía muchas veces en una verdadera tortura, como sucedía ahora, cuando el castaño se movía ansioso, sin oír lo que unos labios con carmín rojo le decían y solo observando el camino al que correría dentro de poco.

—... Entonces, rey Steve —el nombrado solo volteó a verla por el antiguo apodo, parecía que su reputación solo volvió gracias a un californiano —¿Tienes novia?

Su traje de porrista seguía intacto tras el acto de hace unos minutos.

—Bueno... —el rostro bronceado y perfilado llegó a su mente al instante —Sí, hay una chica, m-mi novia una chica, por supuesto —Steve rio suavemente y con nervios por su piel.

—Claro —ella rio de igual manera, pero sus ojos no parecían haber entendido el mensaje, seguían brillando con coquetería, buscando concretar su objetivo a toda costa.

—Yo debería ir a tomar aire fresco —su rostro estaba más cerca y huir se estaba convirtiendo en algo complicado —Soy algo sensible con el alcohol y esta cosa le dio un... —una mueca y un ademán para expresarlo la confundió —ya sabes, mi estomago.

El asqueado paso atrás le dio la libertad suficiente para sonreír suavemente y caminar con cuidado, lejos de esa coleta rubia y los pompones verdes. 

Steve suspiró exhausto, desaprovechar una preciosa chica dispuesta a caer sobre sus labios habría sido un pecado imperdonable hasta hace unos meses.

No solo Nancy había cambiado las cosas, ahora mismo no podía estar de pie sin pensar en un pecho bronceado y una sonrisa perversa en su cabeza.

Rio para sí mismo.

Unas cuantas hojas crujieron bajo sus pies cuando estuvo muy cerca de la tribuna.

Queers (Harringrove)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora