Capítulo 15

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NARRA JARED

—Cariño, ¿qué te pasa? Ya no me quieres...—dijo Melania de manera histérica.

Suspiré y me apreté las sienes.

—Déjame Melania, terminé contigo —dije por undécima vez.

—No terminas conmigo, yo termino contigo. No eres bueno en la cama y mi amante es mejor que tu —asentí suspirando y ella se fue quejándose de todo, cómo siempre.

Hacía cuatro semanas que no había visto a Lya, ni a Molly... Mi madre seguía cabreada junto a Elena, Luke, Allen y David, y la tía Lauren no quería verme ni la cara.

Lya y Molly vivían con Allen y eso me mataba. Él sabía conquistarla con sus palabras tan convincentes. Y seguro que le habría propuesto vivir en su hogar por la venganza de Lucía. Me arrepentí al instante al ver a Lya llorar por mis palabras defendiendo a Melanie, sabía que estaba mal pero... solo pensaba en dañarla y que se olvidase de mí.

Bebí un trago más de mi botella de vodka blanco y tiré la botella contra la pared. De un momento a otro, oí el teléfono del apartamento sonar y fui a cogerlo.

— ¿Si? ¿Quién es?

— ¿Jared? —oí su voz.

Era ella.

Lya, mi preciosa Lya.

—Lya...—susurré con la voz acongojada. Nunca me había sentido así con una mujer.

— ¿Estás bien? —preguntó.

—No merezco tu preocupación.

—Todos cometemos errores, lo siento —me quería golpear a mí mismo por ser tan imbécil.

— ¿Po-podemos vernos en algún sitio? Necesito veros, de verdad —supliqué.

—Sí, claro. En el restaurante de la esquina de la casa de tu hermana.

—Vale, allí nos vemos —le dije colgando.

Me levanté del sofá y corrí a la ducha. Me duché rápidamente y lavé mi cabello oscuro. Salí y me puse unos bóxer negros de Calvin Klein, agarré unos jeans verde militar tejanos, una camiseta negra, una bufanda de hombre roja vino, unas botas camperas y mi chaqueta de cuero negro. Peiné mi cabello hacia atrás despeinándolo y me perfumé con mi perfume de Invictus, mi perfume favorito.

Salí por la puerta de mi casa y tomé mi auto. Conduje hasta el restaurante y entré buscando con la mirada a mi chica dulce. Fui a recepción y vi a un hombre mayor.

—Hola, ¿hay una reserva a nombre de Lya Thompson? —pregunté, el hombre asintió.

—Marie, acompaña al señor a la mesa 17 —la chica asintió y me señaló la mesa. Asentí y fui a su lado.

—Han llegado ya, hace un minuto —me dijo la chica poniendo la carta en mis manos.

—Lya.

Ella se volteó y me dio una sonrisa tímida.

—Hola, siéntate —me dijo con una sonrisa amable. Asentí y me senté enfrente, Molly me vio y sonrió.

—Mami —dijo Molly, sonreí y me imaginé a Allen abrazándolas... o durmiendo con ellas.

Se me revolvía el estómago de pensarlo.

— ¿Cómo has estado? —me preguntó Lya.

Ella iba con una falda blanca, un suéter de rayas azul, rosa y beige, unas converse blancas y una bufanda fina color beige. Su cabello chocolate caía sobre sus pechos.

— ¡Jared! —exclamó Lya chasqueando los dedos en mi cara. Me había quedado embobado con ella.

—Lo siento... Eh... Me ha ido... ¿bien? —Pregunté, ella frunció el ceño, —Fatal, puedes comprobarlo en mi apartamento —le dije suspirando.

—Tranquilo, hablaremos más tarde eso —me dijo. Molly me miró y sonreí, a lo que la pequeña rió.

— ¿Me dejas cogerla? —pregunté.

—Claro —asintió Lya, me entregó a Molly y la abracé suavemente. Ella rió y se escondió su rostro en mi cuello.

—Mami —la oí murmurar. Lya la miró y dejó la cuchara de la comida para mirar a Molly.

—Dime, mi amor —dijo Lya extendiendo sus brazos. Molly negó y se abrazó más a mí, — ¿Que quieres, Molly? —pidió Lya. Molly me señaló y después a Lya.

— ¿Que significa, Molly? —pregunté dándole un besito. Ella sonrió y nos señaló de nuevo y después al carrito.

—No, Molly —dijo Lya con una cara seria.

—Mami — Molly empezó a hacer pucheros. Miré a Lya que estaba mirándola con desaprobación.

—No llores, bonita —le susurré al oído, ella sollozó mirando a su madre y miré a Lya, — ¿Qué quiso decir? —pregunté.

—Que...—pausó y se removió nerviosa, — Tu y yo, vivamos juntos con ella —dijo Lya. Miré a Molly y seguía llorando en silencio. Puse su cabeza cuidadosamente en mi pecho y ella dejó de llorar.

—Podéis venir, si queréis claro —le dije a Lya y Molly miró a su mamá.

—Molly —suspiró Lya, me miró, — ¿Con quién vives? ¿Sigues con Melania? —preguntó con el dolor reflejado en sus ojos.

—No, vivo solo. Lo único que necesita el apartamento es un arreglo pero lo venderé. Tengo una pent-house al lado del departamento de Elena —le dije esperanzado.

—Está bien. Mandaré a Allen a traer mis cosas, o llamaré a Nicole para que lo convenza —me dijo sacando su móvil.

¿Nicole?

— ¿Quién es Nicole? —pregunté.

—Su novia, llevan tres meses pero el día de Nochevieja no pudo venir —me dijo marcando, asentí y besé la frente de Molly. Ella acarició con sus manitos mi cara y sonreí.

Extrañaba su tacto.

— ¿Hola?... Soy Lya... Escucha, ¿podríais traer mis cosas a la pent-house de Jared?... Si, Allen. Todos cometemos errores, recuerda que tu también te llevaste con Nicole así, ¿ah no?... Nicole me contó que tú le teñiste el pelo de rojo porque ella te tiró tus calzones favoritos... Si, si, gracias, adiós —ella colgó riendo y me sonrió.

— ¡Camarera! —la llamé, —La cuenta.

— Son $80 —dijo la chica. Asentí y pagué con el dinero justo. Lya se levantó y cogió su bolso, mientras Molly ya empezaba a removerse en mis brazos.

— ¿La puedo llevar? —pregunté, ella asintió y le abrochó su abrigo morado.

La envolví en mis brazos y dejé un beso en su frente. Salimos del restaurante y las subí a mi auto para ir de camino a la pent-house. Lya se puso en el copiloto con los brazos envueltos en Molly, puse la calefacción y sonrió acunando a Molly.

Llegamos a los minutos, abrí la puerta y le ayudé a entrar junto con Molly.

— Bienvenidas —les dije abriendo la puerta.

—Subid arriba, elegid vuestro propio cuarto —les dije yendo a la cocina. Me quité la camiseta y la lancé a un cesto vacío de ropa. Encendí las luces con los combustibles eléctricos, y caminé arriba.

Lya Thompson Where stories live. Discover now