𝗜𝗠𝗠𝗢𝗥𝗧𝗔𝗟 𝗕𝗟𝗢𝗢𝗗
❪ El amor es la muerte del deber... ❫
━ 🏹 ❛ Si crees que esto
tendrá un final feliz,
es que no has estado
prestando atención ❜
Bajo el fuego o la tormenta
...
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Nos salva un tipo plateado con uniforme de conserje
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Percy
▬▬▬▬▬▬ Había llevado alguna vez a mi novia a dar un paseo romántico, pero esa no era una de esas ocasiones.
Seguimos el río Flegetonte, tropezando en el terreno negro y vítreo, saltando grietas y escondiéndonos detrás de las rocas cada vez que las chicas vampiro reducían la marcha delante de nosotros.
En aquel oscuro aire brumoso, resultaba difícil mantenerse lo bastante atrás para evitar que nos vieran pero lo bastante cerca para no perder de vista a Kelli y sus amigas. Yo tenía la piel abrasada debido al calor del río. Respirar era como inhalar fibra de vidrio con olor a azufre. Se nos había acabado el agua, así que ahora cuando necesitabamos beber, lo único que podíamos hacer era sorber un poco de refrescante fuego líquido.
Sí. Sin duda sabía cómo hacer pasar un buen rato a una chica.
Por lo menos el pie de Khaleesi parecía haberse curado. Apenas cojeaba ya. Sus cortes y arañazos habían desaparecido. Se había hecho dos trenzas boxeadoras en su cabello rubio, sus ojos de luna brillaban en la llameante luz del río. A pesar de estar hecha polvo, manchada de hollín y vestida como una sintecho, yo la encontraba hermosisima.
¿Qué más daba que estuvieramos en el Tártaro? ¿Qué más daba que tuviéramos escasas posibilidades de sobrevivir? Me alegraba tanto de que estuvieramos juntos que sentía el ridículo deseo de sonreír.
Yo también me encontraba mejor físicamente, aunque por mi ropa parecía que hubiera atravesado un huracán de cristales rotos. Tenía sed, hambre y estaba muerto de miedo (aunque no pensaba confesárselo a la bruja), pero me había quitado de encima el frío inclemente del río Cocito. Y a pesar de lo mal que sabía el agua de fuego, parecía estar dándome fuerzas para seguir.
Era imposible calcular el tiempo. Avanzabamos penosamente siguiendo el río mientras nos abríamos camino a través del inhóspito paisaje. Por fortuna, las empousai no se caracterizaban precisamente por caminar rápido. Andaban arrastrando sus desiguales piernas de bronce y de burro, susurrando y peleándose entre ellas, aparentemente sin prisa por llegar a las Puertas de la Muerte.
