El día en la universidad para Carlota fue eterno. No paraba de pensar en las cosas que le había contado Paula, además del breve análisis que hizo de las salidas y de la actitud de Roman en su escapada a Berlín.
Carlota en la segunda hora desistió, y sin armar mucho escándalo corrió hacia los baños a llorar como loca mientras aporreaba la puerta y se maldecía por haber sido tan estúpida.
» En el fondo lo sabías, solo querías alargar la mentira un poco más.
El día acabo y con ello toda la energía de la alemana. Huyó de Paula y de todas las miradas furtivas mientras para encerrarse en su cuarto y lamentarse.
Hasta que algo ocurrió.
El timbre sonó. Carlota bajó secándose las lágrimas y abrió la puerta sin pensarlo, y allí estaba.
El traidor.
-¿Amor? ¿Qué pasa?-Dijo entrando a la casa.
Carlota permaneció en silencio pero no pudo contenerse.
-Me has mentido...-Dijo en un susurro.
-¿Qué?
-QUE ME HAS MENTIDO PUTO TRAIDOR, MENTIROSO.-Dijo Carlota aporreando su pecho y gritando fuertemente.
Roman se quedó en silencio.
-Me has sido infiel y encima en mis narices...-Dijo rompiendo a llorar.
En vez de comenzar a dar explicaciones, Roman comenzó a reírse.
-¿Te ríes?-Dijo con voz ahogada.
-Sí, me río, era obvio.-Sonrió.
Carlota abofeteó a Roman en un alargue de rabia y este la agarró de los brazos encendido en cólera.
-NO ME PEGUES, NIÑATA DE MIERDA. ES LO QUE TE MERECES POR INÚTIL, ¡ESTÚ...
No le dio tiempo a acabar porque Carlota le pateó la entrepierna fuertemente.
Roman se retorcía en el suelo.
-¡LÁRGATE IMBÉCIL! ¡FUERA!
