Capítulo 5: Nido

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La chaqueta de Tsukishima funciono muy bien durante unos días. Ningún alfa se animó a acercarse a Kageyama, mientras la usaba.

Los demás alfas de la manada comenzaron a turnarse para darle sus chaquetas al omega todos los días, evitando que usara la suya con su aroma a jazmines.

Pasaron dos semanas sin ningún incidente, hasta que, un lunes, Kageyama se despertó con la necesidad ferviente de armar un nido en su cama. Ocupando casi todas las sabanas y almohadas que tenía se puso manos a la obra, creando un gran fuerte acolchonado con su aroma.

Nadie de la manada de Karasuno supo, durante un par de días, que su omega había empezado a anidar, ya que, no entraban a su cuarto sin su permiso, y al haber construido un fuerte, Kageyama no los había estado dejando pasar.

Fue el viernes, que recién uno de ellos se enteró. Kageyama se había acostado cerca de las nueve de la noche, pero no había logrado conciliar el sueño, ante el hecho de que sentía que algo faltaba en su nido. Lo reviso dos veces, antes de darse cuenta de que, lo que su omega interior quería, era el aroma de su manada.

Angustiado, Kageyama dio vueltas en la cama, hasta que alguien toco la puerta de su cuarto y fue a abrir.

Yamaguchi, junto a los otros betas del equipo, habían notado que su omega no estaba dejando a nadie entrar a su habitación, pero pensó que se debía a que quería tener un espacio propio sin aroma a alfas.

El viernes, él se había quedado haciendo su tarea hasta tarde, cuando comenzó a sentir la angustia de Kageyama a través del vínculo, y fue a ver que sucedía.

El omega le abrió la puerta, y le sonrió. Yamaguchi no pudo evitar notar como estaba tapando la vista de su habitación con su cuerpo.

-Hey, Kageyama. ¿Estás bien? Pude sentir que estás algo angustiado. -El beta hablo.

Kageyama no estaba seguro de si decirle a su amigo sobre lo que pasaba o no. Otra cosa que lo angustiaba, era que no estaba seguro de si al resto de su manada les gustaría su nido.

-Yo... sí, estoy bien... -Respondió, desviando la vista. -Solo...-

Considerando que Yamaguchi no era alguien que juzgaba a los demás, Kageyama se aparto de la puerta, dejándole ver el fuerte en su cama.

La mirada de Yamaguchi no pudo evitar iluminarse al ver el nido de su compañero. Como un beta, con una familia de su mismo subgénero, él nunca había visto el nido de ningún omega, y aún a la lejanía, podía notar que el de Kageyama estaba bien armado y muy ordenado.

- ¡Estás anidando! -No pudo evitar exclamar, emocionado. -Se ve increíble, y parece muy resistente. –

Kageyama se sintió feliz al ver que a su amigo le gustaba su nido, y lo animo a pasar.

Yamaguchi entró en la habitación sin despegar los ojos del fuerte, aunque no se acercó. Sabía que los omegas eran muy sensibles con respecto a su nido y a todo lo que le pasaba.

- ¿Te gusta? -Kageyama murmuro, acercándose a su cama, con el beta caminando detrás.

-Sí, nunca había visto uno, pero es hermoso. ¡Y se ve muy acogedor! -Yamaguchi estaba que saltaba de la felicidad. - ¿Crees que podría entrar? ¡Solo si me lo permites! Nunca eh estado en el nido de un omega, y el tuyo se ve muy suave y agradable. –

Ante la pregunta, los ojos de Kageyama se iluminaron. Alguien de su manada quería entrar en su nido, era algo que lo hacia muy feliz.

-Claro. -Asintió de inmediato, y separo unas almohadas para crear una abertura, por la que ambos pasaron.

Nuestro OmegaWhere stories live. Discover now