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Lograron acercarse al pueblo, y entraron a una de las casas con total sigilo, dentro de esta se encontraba un asesino de almas, Hugo se encargó de el con rapidez y en silencio, apagaron el fuego que iluminaba la casa, su única iluminación era la luz que entraba por una de las ventanas. La luz provenía de una gran fogata en el centro del pueblo, en donde se encontraba una especie de reunión.

-¿Que están tramando?-. Musitó Hugo asomándose a la ventana desde una esquina lo suficiente para ver pero no para que lo vieran.

Alrededor de la fogata se encontraban dos asesinos de almas demasiado grandes, musculosos, uno cargaba dos hachas gigantes en forma de media luna, el otro un martillo fabricado con un yunque, o bien un «Yunque con un palo», parecían ser cabecillas de los asesinos. delante de ellos se encontraba una figura angelical y resplandeciente, con una armadura de plata brillante y con una capucha de tela color blanco, con una espada dorada y titubeante de color azul.

-Sea lo que sea, si nos encuentran no vamos a salir de esta hugo-. Musitó Luis.

-Tranquilo, quédate aqui con Mara veré si puedo acercarme- Hugo saqueó el cuerpo del asesino y encontró una daga.-Ten Mara, estén listos para defenderse si algo pasa- le dio la daga a Mara y ella asintió con la cabeza.

-No se como defenderme con esta cosita, pero hay veces en las que tenemos que hacer lo más con lo menos ¿no?-. Vaciló Mara.

Una vez puestos de acuerdo, Hugo se alejó del grupo para buscar acercarse, Luis y Mara se dirigieron hacia lugares distintos de la casa para tener un campo de visión mayor y así poder ayudar a Hugo.

Luis se acercó a una de las tres puertas de la casa, a unos 6 m de el habia un trio de asesinos vigilando a su alrededor.

Mara subió por unas escaleras de madera que llevaban a la parte exterior de la casa, desde ahí podía apreciar a 15 asesinos de almas, dispersos por el pueblo en parejas y tríos, algunos caminando, otros sentados, simplemente viendo al vacio, los asesinos de almas eran letales en el combate, pero su consciencia estaba podrida, eran una especie de muertos vivientes con poco intelectual, y una sed de sangre insaciable, ellos eran de la clase menor, los cabecillas les dicen que hacer y ellos lo hacen. Los cabecillas son asesinos de almas totalmente conscientes de sus actos ellos decidieron desde un principio no permitir que las almas lograran su reencarnación, su instinto asesino y su consciencia son totalmente mortíferos si tienen al mando un pequeño ejercito o un grupo de asesinos menores.

Hugo logró acercarse demasiado, detras de unos bultos de heno podia por fin escuchar lo que hablaban estos tres personajes.

-Este camino, este objetivo en común de la mayoría de los que aqui habitan, la reencarnación, es una idea totalmente pagana para nuestro señor, y lo saben, este mundo, es una total herejía, un insulto al camino de la sabiduría-. Dijo la figura con armadura de plata.

-Si es así, ¿por qué existe?-. Contestó uno de los asesinos.

-Así la ignorancia como la sabiduría pueden crear y hacer que broten miles de cosas que demuestran su existencia y poder, esta, esta es una creación de la ignorancia, una creación de los mil demonios-. Dijo un tanto alterado.

-Venimos hasta aqui, por una sola razón, no venimos a hacer pactos con criaturas como ustedes-. Declaró el cabecilla del martillo.

-La razón por la que están aqui es por venganza, y por miedo, se lo que le sucedió a uno de ustedes, por que con el compartía los mismos ideales, no permitimos la reencarnación, y en su honor acepten este pacto, controlaremos este mundo y no dejaremos que reencarnen los herejes y primero tenemos que acabar con los No creyentes, bueno eso ustedes ya lo saben por eso están aqui.-. Se impuso ante ellos con una voz y actitud perseverante y dominante.

El Propósito  de la Vida ©Où les histoires vivent. Découvrez maintenant