Capítulo 11: El prisionero

90 34 69
                                    

Alelí

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Alelí

Fuimos caminando en silencio, un incomodo silencio. Ninguno de los dos se movía de más, pie izquierdo, brazo derecho; pie derecho, brazo izquierdo.

Demasiado incomodo silencio. Tampoco me gustaba ese ambiente que se generaba entre los dos. "¿Seguirá enojado?" pensé al verlo de reojo, me di cuenta que en todo ese trayecto no había dejado de mirarlo, me di cuenta que me gustaba hacerlo, me gustaba mirarlo.

Llegamos a mi habitación, abrió la puerta y entró, me detuve unos segundos asimilándolo hasta que también entré.

Estaba sentado en la mesa con las manos juntas. Reconocí esa posición, trataba de crear una llama. Me senté en frente de él, apoyé mi mejilla en mi mano, esperando a que lo creara. Al abrirlas vi la luz grande.

—¿Nos enseñaran a usar la magia también? —pregunté sin dejar de mirar el nuevo centro de mesa.

—Depende, algunos son mejores que otros, si tenés el talento es seguro que lo van a sacar a pulir —dijo, sentí su mirada en mí.

—Yo quiero aprender —dije.

—Ya veré que te puedo enseñar entonces —

—¿Seguís enojado? —pregunté. Y lo miré por primera vez desde que entramos.

—Más o menos, quiero saber qué fue lo que viste —

—¿Quién era Prunus? —dije para darle una pista. Me miró severamente, y con un poco de asombro.

—Qué insolente la mocosa ¿qué te hace creer que te voy a responder? ¿Qué te hace creer que tenés el derecho de preguntar esas cosas?—

—Conocías a mis padres, me conociste de bebé...sabías, al igual que tus compañeros, quién era yo y al igual que ellos me lo ocultaste. No es justo que vos sepas cosas de mí y yo no sepa nada de vos, y por alguna razón desconocida justo a mí te toca proteger, así que creo que llegó el momento de que esto sea más equitativo, no soy tu enemiga —dije con una seguridad que carecía.

Suspiró, se pasó las manos por el pelo, desorganizándoselo aún más. Comencé a entender ese gesto suyo y a comprender por qué siempre llevaba el cabello despeinado.

—Bien, querés conocerme...mujer loca...Prunus fue, junto con tu padre, uno de mis superiores pero personalmente Prunus fue mi mejor amigo. Fue como un padre para mí—dijo tratando de disimular su tristeza. Entendí su tristeza al menos. "Como me gustaría hacerlo feliz" pensé inmediatamente, me sorprendí a mí misma.

—¿Qué fue lo que pasó? Realmente —pregunté ya que supe que él me entendería, se miró las manos, luego se quedó mirando la ventana, después el fuego y al final a mí, se estaba preparando para revivirlo en su mente, para meterse dentro del pasado en su mente, donde nadie puede salir y solo uno mismo tiene el poder de dejarlo ir. Él aún vivía en su pasado triste, por eso estaba triste y enojado todo el tiempo.

El Portal (Saga Aeternum #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora