Capítulo 42: Apuesto por ti

1.2K 94 256
                                    


Salieron de la consulta con la obstetra felices por la noticia de que iban a tener un varoncito. Y a pesar de que solo una de ellas había tenido la corazonada desde el principio que se trataba de un varón, las dos compartían ahora la misma alegría por saber que dentro de unos meses llegaría al mundo un pequeño niño que vendría para terminar de alegrarles la vida. Ninguna de las dos tenía idea de cómo criar o tratar a un bebé varón, pero sabían que se tenían la una a la otra para aprender juntas en el proceso. Cuando llegaron al estacionamiento y se acercaron por fin a su auto, Zulema estalló en risas por la insistencia de la rubia con un mismo tema.

—Es que no entiendo, haces una apuesta conmigo, ganas y ahora no me quieres decir qué quieres de premio. —comentó la mujer más joven cuando la mayor se subió en el asiento del conductor y encendió el coche. —Ganaste, Zulema, dime qué quieres. —insistió una vez más.

—Tranquila, rubia, te lo diré en su momento, la apuesta no es lo importante ahora, sino que ya sabemos que vamos a tener un niño. —explicó mientras ponía el auto en marcha. —Hostia, es que lo sabía. —se rio emocionada y vio que la rubia hacía un puchero, no por el hecho de que fueran a tener un varoncito, sino por haber perdido la apuesta y porque Zulema no le había dicho lo que quería de ella.

—Todavía no puedo creer que me hayas ganado, yo pensé que el instinto de madre no fallaba.

—No era tu instinto de madre hablando, solo querías llevarme la contraria, rubia. Venga que te conozco, yo fui la primera en mencionar que creía que era niño, y desde ese momento fue que comenzaste a decir que era niña. —la miró y la vio sonreír como si la hubiera descubierto en una travesura. —Te conozco como la palma de mi mano, Ferreiro. —se burló con una sonrisa divertida en los labios.

—Vale, tienes razón, pero aun así sí llegué a creer que iba a ser una niña. Pero tú estuviste muy segura desde el principio que sería un niño. ¿Cómo los sabias?

—Ah, pues porque soy bruja. —dijo como si fuera lo más normal del mundo.

—Así que bruja eh... eso explica muchas cosas. —comentó Maca dejando escapar una risita.

—No entiendo. —Zulema frunció el ceño.

—Pues nada, que ahora entiendo el hechizo que tengo contigo, me hiciste brujería, por eso no puedo dejarte.

—¿Quieres dejarme? —la morena giró su cabeza y la miró con la boca abierta.

—No. —se apresuró en decir la rubia comenzando a reírse. —Lo que quise decir es que no podría hacerlo jamás, porque me hiciste un hechizo y por eso te quiero tanto, bruja.

—Pues tú no serás bruja, pero también me hechizaste a mí.

—Umm, vale, nos hicimos brujería mutua entonces. —bromeó la más joven y las dos se rieron; el ambiente estaba relajado, tal y como había estado en las últimas semanas, y ellas no podían estar más felices, los momentos así valían más que el oro.

—¿Estás contenta de que sea un niño? —le preguntó Zulema unos minutos más tarde.

—Mucho. —sonrió y estiró su mano para tomar la de su novia, se encontraban detenidas en un semáforo. —¿Y tú?

—También. —la miró y sus ojos se iluminaron. —Nunca pensé que me haría tanta ilusión, pero siento una emoción que no sé cómo expresar, rubia... yo, no puedo explicarlo, es algo... simplemente hace mucho tiempo que no me sentía tan feliz.

Macarena notó que Zulema había batallado para expresarse, sin embargo, entendió perfectamente lo que la otra mujer estaba tratando de decirle, porque era exactamente lo que ella sentía. Tanto su relación, como la vida que compartían, más la futura llegada del bebé, eran un conjunto de cosas que ninguna de las dos esperó vivir jamás. Pues durante mucho tiempo cada una creyó que su vida había terminado, que nada bueno les esperaba, y ahora todo era diferente. A veces incluso parecía un sueño, como si estuvieran viviendo en una simulación y no lo supieran. Pero no, la realidad era que por fin la vida les sonreía en todos los aspectos.

SOCIEDAD LIMITADAWhere stories live. Discover now