06.

243 35 9
                                    


Javier.

—¿necesitan ayuda? —aparece un chaval en medio de la sombra hasta llegar a la luz. Era fornido, vestido de saco y corbata, de cabello semilargo y amarrado en trenzas.

me levanto de donde estoy sentado y camino hasta dónde está Eluney, y me coloco frente a ella.

— ¿tú quién eres? —digo mientras lo veo, y camino hacia atrás mientras Eluney hace lo mismo.

— llámame Ibsan, por favor —dice mientras abotona su saco y camina hacia nosotros— pero tranquilos, yo no vengo hacerles nada malo, sino más bien a darle ayuda, que veo que la necesitan.

—¿y tú qué sabes si necesitamos ayuda o no? —iba a dar otro paso más pero no puedo, la espalda de Eluney ha chocado con una pared y la mía con su pecho.

—son un ángel y un demonio en busca de ayuda, estoy seguro que bajaron y no pueden subir, así que necesitan ayuda —responde— pero sus caras me recuerdan a alguien.

—¿y qué ayuda nos darás?

—hospedaje y alimentación, eso es lo que necesitan ¿no? Y un baño porque han transpirado demasiado por lo visto. Déjenme ayudarles, les juro que no les haré nada.

me giro para ver bien a mi acompañante, y en su cara no veo algo más que no sea miedo.

—¿vamos?

—Javier no tenemos idea de quién es —dice mientras se hace a un lado para verlo— ¿cómo sabes que es alguien como nosotros dos y no un mortal? ¿tienes idea de lo buscados que somos por los mortales?

—sí, pero tú eres hija de Azrael, y yo de Lucifer, no somos fáciles de ver por los mortales, ni el brujo más bueno nos vería. —respondo. Ella suspira atemorizada, tomo su mano y camino con ella hasta donde el chaval este.

—¿aceptarán mi ayuda o me retiro? No soy de rogarle a nadie. —dice mientras se cruza de brazos.

—aceptaremos. —respondo.

—bien —dice mientras sonríe. Toma mi mano y da un chasquido.

aparecemos en un callejón, Ibsan nos pide que lo sigamos y que guardemos silencio. Toca una puerta que rápidamente se abre, en medio de jaloneos entramos a lo que parece ser un despacho. Hay una silla que está vuelta y no nos permite ver quién está detrás.

—¿a quién trajiste ahora Ibsan? —se escucha una voz varonil.

—necesitaban ayuda, son una pareja bastante dispareja. —responde el chaval. La silla se gira y nos deja ver a un tío de tez morena, cabello negro y ojos oscuros.

—tienes razón —dice viendo a Ibsan, quién toma asiento a su lado— por favor siéntanse —dice mientras señala las dos sillas que están frente a él— así que un ángel y un demonio, qué sorpresa, ¿qué hacen aquí?

—bajamos por una tontera realmente —responde Eluney y el moreno ríe.

—tranquila, aquí puedes decir malas palabras, tu jefe no va a enterar —dice mientras ríe— me presento, mi nombre es Mauricio —estrecho mi mano con Mauricio, y luego él deja un beso en la mano de Eluney— ¿saben por qué están aquí?

—la verdad es que ni idea tío, nosotros estábamos en un callejón y apareció tu amigo para ofrecernos ayuda, pero no sé a qué se refería realmente. —contesto y Mauricio asiente.

—Ibsan siempre ayuda a los demás —dice, el aludido nos sonríe amablemente, así luce menos intimidante.— nosotros ofrecemos ayuda a los angeles y demonios extraviados en la tierra, o a los que deciden bajar porque no quieren estar más en sus reinos.

—¿un hotel? —dice Eluney y Mauricio ríe.

—no, dulce niña, no somos un hotel, somos un club, los hoteles tienen infraestructuras decentes, nosotros damos cuartos apenas aceptables —responde.

—¿tú que eres? —pregunta la castaña.

—tanto Ibsan como yo, somos demonios, ambos éramos amigos de Lucifer —responde— si ahora estamos aquí, es porque nos aburrimos de estar allá, y de seguir mandatos, no era una vida realmente buena.

—se encargaba de que las penitencias fuesen correctamente cumplidas —dije más para mí mismo que para ellos. Sabía que sus rostros me eran conocidos.

—sí —responde el morocho— tú te me haces conocido —dice mientras me ve.

—¿y sólo hay demonios? —habla Eluney.

—no, querida, también hay ángeles, el más conocido es Jhonny, pero luego lo conocerás, por ahora sería bueno que me dijeran sus nombres, para poder hacerles un lugar. —dice mientras sonríe.

—yo soy Javier, y ella es Eluney —respondo. Aquel par se miran entre sí y se alejan un poco para hablar.

no alcanzaba a escuchar su conversación, pero parece que están debatiendo algo. Luego de unos minutos vuelven.

—no la podemos aceptar.

apocalipsis ; bnet. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora