07.

251 31 4
                                    

07.

Javier.

— no la podemos aceptar —habla Mauricio.

—¡¿qué?! —responde ella, ofendida— ¡¿es por qué no soy un demonio?!

—no tiene nada que ver con qué seas un ángel —responde el morocho— eres hija de Azrael, y yo no puedo aceptarte aquí. No quiero problemas con tu padre, nos hemos ocultado por años, si tu padre nos descubre mandará todo esto a la mierda, no puedo exponerme así. Javier es hijo de Lucifer, y estoy más que seguro que con él no tendré problema, pero tú eres un caso complicado.

—okey, tranquilos —digo mientras dejo mi mano sobre el hombro de mi compañera— mira tío, agradezco que me ofrezcan vuestra ayuda, pero, ella viene conmigo, así que no puedo aceptar si ella no entra.

—¿son pareja? —pregunta Ibsan— digo, porque si son pareja podemos hacer una excepción. —dice mientras ve a Mauricio.

—¿son pareja? —pregunta Mauricio esta vez. Miro a la castaña, ella rasca su nuca.

—sí, somos pareja,es por eso que hemos bajado —respondo— sabéis que esto está prohibido allá, así que bajamos para enrollarnos, pero no hemos logrado subir.

—amor prohibido, están poniendo mucho en juego —dice Ibsan mientras ríe.

—está bien, espero que no me estén mintiendo —avisa el pelinegro— vengan, voy a darles un cuarto. —truena sus dedos y aparecemos en un cuarto bastante pequeño. Tiene un colchón, una ventana y una mesa, eso es todo.

—esto es lo que les ofrecemos, quiero que sepan que tenemos reglas, hay una hora para desayunar, almorzar y cenar, deben respetar esos horarios, comen lo que hay, no pidan gustos. Los horarios están en la puerta —dice señalando el papel— ahorita les traerán ropa para que se duchen y se cambien. —da un chasquido y desaparecen.

—¿por qué solo un colchón? —dice mientras ve el lugar con desagrado.

—porque somos pareja, mi amor —digo mientras guiño mi ojo.

—dormirás en el suelo —avisa mientras se acuesta en el colchó. Me mofo por su comentario, y aprovecho la situación, me coloco sobre ella, sin dejar caer mi peso, noto como ella traga grueso y escanea mi rostro con sus faroles pardos. Rozo mi nariz con la suya, mientras ella tensa su cuerpo.

pero interrumpe el llamado a la puerta, que después de un toque se abre. Me levanto rápidamente y ella hace lo mismo.

—aquí está vuestra ropa —entra un hombre de baja estatura a la habitación. Era bajito, sus brazos tenían tatuajes, ojos verdes y unos rizos adornan su cabello.— yo soy Pablo. —por el color de su ropa me deja saber que es un demonio m.

Eluney, toma la ropa, y me entrega un pantalón negro, mismo color de la camisa que acompaña el pantalón. Ella estira lo que parece ser un vestido blanco.

—una pregunta —habla mientras ve el vestido— me parece que está algo corto.

—es lo que hay, guapa, así que tómalo o tómalo —responde Pablo. — además estoy seguro que lucirás guapísima en él. —dice mientras la ve de pies a cabeza y le da una sonrisa coqueta, y ella se pone colorada.

—no es por ahí campeón —aparece Mauricio en la habitación— son pareja, respeta un poco cabrón. —dice mientras ríe.

—perdona tío, no sabía —dice mientras me ve.

—no pasa nada. —respondo.

—pueden ir a cenar, les prepararon algo, luego si quieren, podrán descansar, por ahora vayan a comer. —ambos asentimos y salimos de la habitación.

luego de haber cenado en silencio, y de que yo me diera una ducha mientras Eluney esperaba fuera, volví a la habitación. El lugar solo contaba con baño, así que tocaba esperar.

me acuesto en el colchón, y cierro mis ojos. Minutos después escucho como la puerta se abre, abro mis ojos y veo a Eluney.

llevaba puesto el vestido que Pablo le trajo hace un rato, tenía razón, sí estaba corto, al menos para lo que ella solía usar. Se ajustaba a su fémina figura, resaltando sus curvas, y dejando ver sus piernas perfectamente contorneadas.

apagó la luz, y sin pronunciar palabra se acostó a mi lado, y por más que tratara de alejarse de mí no podía. El colchón era pequeño, si se alejaba de mí terminaría cayendo al suelo.

me da la espalda, y yo simplemente contengo mis ganas de acelerar la misión que mi padre me otorgó. Cierro mis ojos para aclarar mis pensamientos.

—deja de verme y duerme. —avisa. Río por su comentario, pero obedezco.

cierro mis ojos y me dejo caer en los brazos de Morfeo.

apocalipsis ; bnet. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora