Capítulo 7

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"...She's the woman that's on your mind

She's a woman who takes her time..."


Desde esa noche que choqué de nuevo mis labios con los de ella, sabía que iba a ser muy difícil volver a separarnos. Tampoco quise hacer demasiado para distanciarnos. Sus labios eran un imán para los míos y eso me encantaba y me desesperaba en partes iguales. Sus ojos oscuros con tan solo mirarlos me hacían poder ver su alma, y veía tristeza y ganas de abrazos. Y esa fue mi misión durante esos días que compartíamos a escondidos en alguna parte. Besándonos, escuchándonos, abrazándonos y sintiéndonos. Cuando se fue me dolió, y la extrañe cada noche que paso. Intenté sacarme de la cabeza la idea de que en algún momento quizá, me tocaba el lugar a su lado que tanto quería, peleaba mucho con la idea de ser amantes y nada más y por eso me refugié en alguna mujer sin que nada pasará, pero era mi forma de que ella sintiera también lo que me pasaba a mí cada vez que la invité y no pudo, o cada vez que la bese y pensé que sus labios antes habían sido besados por otra persona. Sacudí mi cabeza y exhalé para dejar de pensar y volver a mi libro. Era jueves y después de dos días muy intensos de rodaje me tocaba quedarme en casa. Esa misma mañana me llamo Matías para invitarme a comer un asado a su casa, le di vueltas, pero terminé aceptando. Cuando se hicieron las siete y media de la tarde me puse las zapatillas y un buzo para salir de mi casa. Agarré mi billetera, un par de cervezas, las llaves del auto y mi celular. Cuando me subí al auto en lo primero que pensé fue en Lali. Volví a sacudir mi cabeza para sacarla de ahí. No era el momento. Para nada. Maneje las cuadras que me separaban de la casa de mi amigo y me recibió Franco con un abrazo. Las cervezas ocuparon el lugar que le correspondían en la heladera y ayude a terminar de gestar el asado de amigos que íbamos a compartir.

Estar entre amigos ayudaba a mi cabeza a pensar en otra cosa y no en ella. Me inquietaba cómo pasaba sus días en España, pero eran más las ganas de verla de nuevo que dejarla fluir en su nuevo proyecto. Durante esa noche cruzamos un par de mensajes, no quise darle explicaciones, no quería que nos erroscaramos en reclamos. Solo le avise que estaba ocupado con amigos y que al otro día hablaríamos. Imaginé su puchero y sonreí solo.

- ¿Qué onda? – Matías se sentó al lado mío cuando Federico se fue a buscar más cerveza –

- ¿Qué onda qué? – apoyé mi espalda contra el respaldo de la silla y tragué –

- Sabes de lo que te estoy preguntando – revoleó sus ojos y me miró. Era él único de mis amigos que sabía lo que estaba haciendo con Lali y un poco sabía lo mal que me sentía de tenerla tan lejos de nuevo –

- No sé hermano – reí relajado –

- ¿La extrañas? – y largué una carcajada para descomprimir –

- ¿Qué es esa pregunta? – negó con la cabeza – Sí que la extraño, pero es normal, nada grave – levanté mis hombros –

- Menos mal que no es grave – y río – Volviste a pensar en lo que me dijiste el otro día

- No – negué – es un delirio me parece

- Puede ser, pero también puede ser que sea lo que necesitas – suspiré y por suerte Franco volvió con más choripanes y agarré uno para ocuparme de eso y no de hablar –

Esa noche me fui de lo de mi amigo buscando pasajes a España. Hacía varias semanas desde que se había ido que esa idea retumbaba en mi cabeza. Y ya no era solo una idea, si no que en mis momentos de soledad podía imaginarnos reencontrándonos. No había hablado con ella de esto, ni siquiera ella lo había mencionado. Solo eran pensamientos míos que rondaban por mi cabeza cuando estaba aburrido. Llegué a mi casa y fuí directamente para el baño para lavarme la cara con agua bien fría. Eran las tres de la mañana y en Madrid marcaban las ocho. Revisé el chat con ella y decidí escribirle un mensaje de buenos días. "Que tengas un buen viernes La!" y revoleé mi celular en la cama mientras me desataba las zapatillas y me sacaba la ropa para meterme en la cama. Cargué una botella de agua para dejarla en el piso y me acosté.

DestinadosWhere stories live. Discover now