❝No quise frenar sus mensajes, algo en ellos llamaron mi atención❞
Tokoyami, una persona que nunca fue amante de enviar mensajes, un día cualquiera comienza a interesarse en una persona totalmente anónima, que empieza a mandarle un mensaje diario, c...
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La joven se encontraba lo más tranquila en el parque, bajo un árbol mientras dibujaba en su cuaderno. Era fin de semana y quería despejarse de la escuela.
Clavó su mirada en su teléfono y suspiró, dejando una sonrisa dibujada en su rostro. Pensaba no mandar mensajes a su cuervito durante los fines de semana, pero sus ansias le ganaban y en menos de un segundo ya se encontraba tecleando en el.
Se concentró tanto en ese mensaje, que no se dio cuenta en qué momento se acercaba aquella sombra tan divertida y que ella quería tanto.
—¡Dark shadow, ven para acá!
Con ese simple grito ella reaccionó. Esa voz que tan bien conocía y que la hacía temblar. Se apresuró con su mensaje, sin embargo no alcanzó a mandarlo.
Alzó su mirada y se encontró con aquella sombra, contenta de verla. Mientras que al fondo se veía aquel joven corriendo a donde se encontraban.
—¡Cuervito! —grito divertida.
La joven se le tiró encima a su amigo, enredando sus brazos en su cuello y sus piernas en la cadera de él. Casi pierde el equilibrio, pero a la larga le correspondió el abrazo.
—Ya bájate, koala —ordenó entre risas.
—Pero si te gusta que esté así contigo —habló con un tono pícaro— ¿O me lo niegas?
Pudo ver como un tono carmesí se apoderaba de la cara de su cuervito. Fumikage, algo nervioso, escondió su cara en el hombro de la fémina, provocando que ella soltara una carcajada y lo abrazara con más fuerza. Pero luego de unos minutos, se tuvo que separar de él.
—¿No estás muy cariñosa hoy? —preguntó aún con su amiga pegada a él.
—¿Cómo no estarlo? Ya te extrañaba.
Sin duda, su momento favorito es cuando ve a su cuervito sonrojado. Hace que su corazón quiera salir de su pecho con solo pensar, que es ella la que provoca esas expresiones.
Como era de esperarse, la joven no se le despegó en lo que resto del día. Las risas y bromas no paraban ni por un segundo. Bueno, hasta que llegó la noche y él decidió llevarla a su casa.
Estaban los dos en la puerta. El, algo nervioso y ella con una sonrisa bastante dulce. La joven se le acercó y volvió abrazarlo, pasando sus brazos por su cuello y escondiendo su rostro en él.
—Si fuera por mí, te tendría esta noche conmigo —susurró lo más dulce posible.
¿Que estaba haciendo? Ni ella misma lo sabía. Nunca se había soltado tanto con alguien, menos con la persona de la que estaba enamorada. Se dio cuenta de lo que acababa de decir y lo mucho que se podía malinterpretar. Ahora era ella quien estaba roja hasta las orejas, viendo cómo su amigo que, al igual que ella, temblaba por los nervios.
Tartamudeando por culpa de sus nervios, se despidió lo más rápido que pudo, dejando a su amigo ahí afuera.
Subió hacia su habitación y tomó su teléfono. Tenía la intención de enviar el mensaje antes de que Tokoyami se fuera y no pudiera verlo más desde su ventana. Volvió a leer lo que escribió, pero no le convencía tanto. Así que lo más rápido que pudo, envió su séptimo mensaje.
'J'aimerais t'avoir tous les soirs avec moi'
Soltó una carcajada nerviosa y se acercó a su ventana, viendo al joven con su teléfono en la mano. Él levantó su mirada al cielo y luego se alejó del lugar.
El mensaje fue mejor de lo que esperaba la joven.
'Quisiera tenerte todas las noches junto a mi'
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