15 [Editado]

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KARA

Hacía mucho tiempo que no me sentía tan bien como esa noche.

Acababa de regresar de comer un helado con Owen y me sentía radiante; feliz, despreocupada... libre. Estuvimos bromeando todo el rato acerca de los chicos del gimnasio que parecían estar más enamorados de sí mismos que de sus novias, de los extraños maestros de la universidad con sus peculiares hábitos, sobre mí no sabiendo economía y acerca de él no sabiendo bailar. Temas triviales que no me incomodaban. Fue todo agradable, relajante.

Después de que acabamos de comer, justo cuando subíamos a su coche para regresar, se disculpó por ser tan entrometido. Yo le resté importancia con un gesto de la mano. Suficiente disculpa había sido el que me invitara a comer. Además, no tenía nada que perdonarle. No había sido grosero ni entrometido, solo se había preocupado por mí y yo lo sabía. Owen se había portado de maravilla conmigo incluso cuando tenía razones de sobra para ni siquiera dirigirme la palabra; pero ahí estaba él, interesándose por mí, por mi bienestar, y cerciorándose de que comiera.

Ni siquiera mis padres habían prestado tanta atención a mi salud y bienestar. Pero bueno, así era Owen; adonis por fuera, osito cariñosito por dentro. Era un amor de persona y lamentablemente yo era una chica débil ante la tentación. Podía manejar a los hombres apuestos y a los hombres dulces. Pero ¿un hombre apuesto y dulce? Era mi perdición. Owen tenía etiquetas de PRECAUCIÓN, PUEDE OCASIONAR UN CORAZÓN ROTO por doquier, algo que no estaba segura de poder manejar con cuidado. E incluso con ese conocimiento, incluso sabiendo que todo esto no podía terminar bien para mí, me encontraba queriendo pasar más tiempo con él, con el Owen que nunca me di la oportunidad de conocer en la escuela secundaria; ese al que le hice la vida miserable sin ponerme a pensar en nada más.

Dios mío, ¿por qué incluso se preocupaba por mí? Si yo hubiera sido él, me habría mandado a la mierda sin pensarlo dos veces. Sin embargo, él parecía ver a la chica rota que tenía en el interior, y si su actitud era una señal, era un hombre al cual le gustaba arreglar las cosas. Y al parecer a las personas también. Lamentablemente, si lo que buscaba era arreglarme, si lo que quería era componerme, se llevaría una enorme decepción al ver que yo estaba destrozada más allá de la reparación. Piezas mías estaban perdidas y dispersas por todas partes, rotas en diminutos fragmentos difíciles de encontrar. Y no era una exageración.

Una parte de Kara Rosseau murió el día en que perdió lo que más había amado. Dejé de ser yo misma el día en que terminé con lo único que pudo haber hecho mi vida mejor. Merecía sufrir el resto de mis días por lo que hice y sin embargo..., tenía la esperanza de que tal vez algún día dejara de doler tanto.

—¿Estás bien? —preguntó Owen al notar mi cambio de actitud. Nos hallábamos subiendo a la segunda planta del edificio donde nuestros departamentos se encontraban. Elevé la mirada a sus ojos azules y esbocé una sonrisa tentativa.

—Sí, todo bien. Solo estaba pensando; recordando algunas cosas. —Me encogí de hombros—. Nada importante —mentí. Su ceño se frunció cuando llegamos frente a mi puerta. Él sabía que todavía no me abría del todo, no era tonto, pero no dijo nada para presionarme a decirle la verdad y lo agradecí—. Me la pasé muy bien hoy. Gracias, Owen, necesitaba la distracción.

Acomodé un mechón de cabello tras mi oreja y el rebelde volvió a caer sobre mi rostro, tapando así un ojo. Owen siguió el movimiento con su mirada y luego fijó sus ojos en los míos, esbozando una lenta sonrisa.

—No fue nada, también me la pasé increíble. Tal vez luego podamos hacerlo de nuevo —ofreció encogiendo sus hombros de una manera despreocupada. Suspiré contenta con la idea de que volviéramos a salir y asentí.

Sin ver atrás ✔ (EN LIBRERÍAS)Where stories live. Discover now