Cita 2: Casa de verano

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 Ebbye

_Bañarse desnudo en la piscina en medio de la primera cita no era lo más normal. Pero nosotros lo hicimos ese día. Definitivamente nuestra relación no era normal.

−Dos días, empaca más ropa− Harald estaba en mi habitación, observando cada cosa que había entrado en el bolso.

−Eso es mucho tiempo− dije entrando mi pijama. No quería dejar a Beth sola por dos días. Una cita de dos días. Raro.

−Kath se quedará con Beth− asentí−. Eso no− Me quitó un short de la mano.

−Eso sí, en estos días hace calor− Se lo quité de la mano y lo entré. Entrecerró los ojos.

−Tú ganas ¿Podemos tener sexo antes de irnos?− preguntó de repente ¿No podía ser menos directo? 

−¡Harald!− grité. Por suerte Beth ya se había ido con Katherine.

Harald me haló hacia él y me sentó a horcajadas en sus piernas.

−Esta es nuestra segunda cita, no deberíamos− Intenté detenerlo cuando atacó mi cuello.

−Está bien, estamos conociéndonos. No lo haremos− Aún después de decir eso, seguía besando mi cuello.

Yo tenía un vestido corto holgado, eso le facilitó entrar sus manos y apretar mi trasero. A la mierda todo.

Alejé su cara de mi cuello y lo besé. Luego empecé a frotarme sobre su creciente erección. Me estaba excitando.

Desabroché su pantalón y me bajé de él. Me puse de rodillas frente a él. Saqué su erección de sus bóxers.

−Ebbye, no es necesario. No tienes que... ¡Dios!− gimió cuando toqué su miembro con mi lengua.

Y de repente me sentí como una profesional. Empecé a chupar y lamer hasta que un líquido blanco llenó mi boca. 

−Ya basta− dijo. Pero era obvio que le gustaba. Y no me detuve hasta que no quedó una gota.

Me puse de pie y luego saqué mis bragas. Estaba demasiado mojada y excitada como para fijarme en la cara de sorpresa de Harald. No se lo esperaba.

Y me senté encima de él, llenándome por completo.

−Harald− gemí porque no había pasado ni tres minutos y ya podía sentir los espasmos del orgasmo.

Él me tenía agarrada de la cintura y se movía dentro de mí, no con fuerza, sino con una precisión que hacía cada embestida más excitante.

Gemí su nombre cuando llegué al primer orgasmo, pero él seguía arremetiendo contra mí. Y llegué a un segundo orgasmo, y solo unos minutos después, Harald acabó dentro de mí. Dentro de mí, dentro de mí...

−Toma la pastilla del siguiente día, lo siento− adivinó mis pensamientos con mi expresión. Asentí. Igual lo había disfrutado, pero no quería sorpresas.

−Voy a bañarme, puedes usar el baño del pasillo si quieres− Me levanté sintiendo fluidos en mi entrepierna.

Me di un baño rápido. Me coloqué un pantalón corto y una blusa de tirantes. Hacía demasiado calor ese día.

La mirada de Harald fue de desaprobación, pero su posesividad me tenía sin cuidado.

−Estás muy desnuda− Tomó mi bolso.

−Es esto o irme en ropa interior− Sonreí tomando mi desbaratado celular. Aún encendía.

Me fulminó con la mirada, pero no dijo nada.

Llegamos a un lugar apartado de la urbanización, la casa no estaba tan adentrada, pero sí lo suficiente como para ver la playa a lo lejos y los árboles desde más cerca. Era muy bonita. Se basaba en dos plantas, en la primera habían muebles modernos, pero en la parte de arriba era muy hogareña, y una ventana de cristal permitía ver lo verde.

−Me encanta− dije cuando entramos.

−Ya sabía, por eso te traje− respondió obvio.

Rodeé los ojos.

−¿A cuántas has traído?− cuestioné subiendo las escaleras.

−Adivina− Me azotó y salió corriendo. Muy maduro, Harald.

¿Adivina? Uhm.

−Por cierto− me haló y nos acostamos en la cama cuando llegamos a la habitación−, hay algo que me tiene pensando desde que salimos− me abrazó. Acaricié su cabello y asentí para que continuara, porque estaba esperando que dijera algo serio− ¿Cuántas veces lo hiciste?− no entendía su pregunta.

−¿Qué cosa?− Fruncí el ceño y pasé una mano por su cintura.

−¿Cuántas veces has hecho sexo oral?− ¿Por qué era tan directo?

−Adivina− Le guiñé un ojo.

Se sentó. Lo imité.

−Lo digo en serio, me enoja imaginarte haciendo algo tan bien a otra persona− Cerró los ojos por un momento. Drama moment.

−Depende de ti evitar que no se lo haga a alguien más− Lo empujé para que volviera a acostarse.

−Ebbye Weetman− Acarició mi cabello.

−Harald Benson− le di un casto beso.

−Solo lo intenté una vez con Ryan, pero no salió bien. Casi me asfixia− reí.

Harald frunció el ceño, pero no dijo nada. Qué bueno, Ryan no era bienvenido en nuestra conversación.

−Esta casa es nueva, acabo de comprarla hace un mes así que nunca he traído a nadie. Siéntete afortunada de que un hombre tan guapo quiera pasar tiempo contigo aquí− Entró una mano en mi blusa y acarició mi espalda.

−Sabía que no podías dejar tu ego de lado. Tienes un ego demasiado grande− Mordí su cuello.

−¿Solo el ego?− Alzó una ceja. Pervertido.

−Sí, he visto tamaños mejores− dije refiriéndome a su, ya saben . Otra vez el ambiente se estaba tornando caliente.

Mentira, su pene me gustaba. Pero no se lo dejaría saber.

−¿Debería mostrarte que no hay mejores?− se colocó encima de mí.

Empezó a besar mi escote. Otra vez, sí. Quitó mi short y mis bragas. Sus dedos empezaron a torturarme mientras besaba mi boca y mi cuello.

Estábamos en una burbuja. Harald no me hacía pensar en nada más. Tal vez nuestra relación era demasiado sexual cuando apenas estábamos empezando, pero ya no me interesaba. No quería ir despacio con él, no lo quería. Harald me estaba haciendo sentir cosas. ¿Me gustaban? Sí, me encantaban. Pero me asustaba, aún así decidí dejarme llevar cuando estaba completamente desnuda para él, apunto de entrar en mí.

−Ebbye, sé que vamos muy rápido, pero es algo que no puedo evitar. Si me dices que pare ahora y que llevemos una relación normal, me detendré. De lo contrario, no sé qué pasará− me dio un beso en la frente.

−Nuestra relación nunca será normal, Harald. Fóllame.

Sí, Harald. Fóllame. Ok no.

La verdad es que sí, esa relación es muy sexual y los sentimientos están en el aire, ojalá y lo respiren y se enamoren. Pero antes de eso, veremos hasta donde pueden llegar sin enamorarse.

HARALD (Editando)Where stories live. Discover now