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La habitación se encontraba prácticamente a oscuras. Sólo una lámpara en la mesita de noche, iluminaba tenuemente la estancia. Escuchándose los jadeos y la fricción de los cuerpos de la pareja, que con entrega desataba su pasión sobre la cama.

La azabache enredaba los dedos a los mechones plateados de su amante, notando cómo él se hundía una y otra vez en su sexo. Besando, sin tregua alguna, sus carnosos labios.

—Gatito... —Gimoteó la muchacha, arqueando la espalda en respuesta a aquel asalto desesperado—. Joder... Qué bien se siente...

Él sonrió satisfecho, sujetándose al cabezal, para así darse más impulso y penetrarla con mayor efecto. Y es que estar dentro de ella era el mismísimo paraíso.

Sus expresiones. La forma en como su cuerpo reaccionaba a cuánto le hacía. Los deliciosos sonidos que escapaban involuntariamente de su boca. Todo en ella era perfecto.

—¿Lo disfrutas, My Lady? —Susurró cerca de su oído. Recorriendo su cuello con una larga lamida—. Me encanta lo estrecha que estás...

Más gemidos resonaron en aquellas cuatro paredes, y una sonrisa pícara se plasmó en los labios de aquella chica de sensualidad desbordante.

Mmph... ¿Y qué hay de ti? —Sus dedos se desprendieron del fino tacto de sus guedejas, para emprender una ruta en descenso por su espalda—. Estás tan duro, mi amor... Ah-ahm... —Rodeó su cintura con las piernas. Impulsando las caderas hacia arriba.

—Es por ti... —Expresó entrecortado. Apartándose, a la vez que tomaba la cintura de su compañera, haciéndola rotar de posición, y disfrutando de unas exquisitas vistas de su silueta—. Maldición, eres preciosa... —Condujo las manos hacia sus senos, amasándolos con un semblante dominado por la lujuria—. Me pones tan caliente...

—Ah, ¿Sí? —Lo tentó con un tono juguetón, meciéndose encima suyo a un ritmo saleroso—. ¿Al gatito le gusta que le folle su Lady...?

Él tensó la mandíbula. Concentrando la atención de sus dedos en los erectos pezones de su chica, para pellizcarlos con una actitud granuja.

—Ni te lo imaginas... —Ella se mordió la lengua, moviéndose de arriba a abajo con impaciencia—. Me vuelves loco... Marinette...

Escuchar su nombre con esa voz ronca y seductora, la hizo delirar. Incrementando el ritmo, al libremente moverse en un armonioso balanceo.

—Lo sé... —Se inclinó hacia adelante. Apoyando su frente sobre la de él, mientras sus pechos se mecían al compás de aquella candente danza—. Ah-ah... Dios, Adrien... —Notó como él atrapaba sus glúteos. Manoseándolos a su antojo, a la vez que orquestaba sus movimientos desde abajo.

—¿Te gusta, preciosa...? —Ahogó un gruñido en su garganta, hundiéndose en su hendidura con más desespero y rudeza—. Joder, estás tan mojada... —Suspiró—. Sólo de sentirte... Dan ganas de llenarte toda...

Aquella provocación le sonsacó una tenue risita a la joven, y comenzó a contonear las caderas; de tal manera, que su amante sintió hasta la última partícula de su cuerpo vibrar.

—Entonces... Hazlo... —Lo incitó con un falso puchero, lamiendo después la comisura de su boca—. Dame tu leche, Chaton...

[+18]Chat Blanc & Miss Fortune .          The Other Side.Where stories live. Discover now