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—Entonces Tilín rompió el bote de pegamento y Juana gritó porque le cayó a ella y su muñeca—. Roier escuchaba a medias todo lo que el niño le decía acerca de sus mini-aventuras en la guardería. 

Su pequeño retoño estaba por cumplir los tres años y a pesar de su edad era bastante audaz, por no decir que travieso también.

Supo que criarlo sería una tarea difícil cuando el bebé comenzó a gatear. Iba de un lado a otro abriendo las puertas de los estantes bajos de la cocina, incluso intentó salir por la puerta del perro logrando que se quedara atorado.

Recuerda a la perfección el grito que pegó al verlo después de estar buscándolo por un par de minutos. Afortunadamente Aldo estaba en casa así que lo ayudo a sacarlo de ahí. 

Regreso del mundo de sus pensamientos mientras negaba, podía manejarlo, confiaba en si mismo.

Vió por el rabillo del ojo como el bebé jugaba con quiensabeque en sus regordetas manitas. Sirvió en un plato de plástico aquellos nuggets de forma de dinosaurio junto con su vaso de jugo. 

—Ro appa—. La vocesita del infante llamo su atención, se giró a verlo y gran sorpresa se llevó. La ropa, parte de su silla especial y carita salpicadas de tinta morada que sabía era de un rotulador permanente que iba a tirar por estar defectuoso. 

—Puta madre...— Dijo cerrando los ojos buscando paciencia.

—¡Puta!—.  

That's my baby |Spiderbear|Where stories live. Discover now