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—Portate bien cariño y hazle caso a la maestra.— Dijo Roier a su amado bebé mientras lo dejaba en su guardería justo antes de ir a su trabajo.

—Adios appa—.

El niño movió su manita despidiéndose del auto que se alejaba a toda velocidad por la calle.

—¿Quieres mucho a tu papá, Bobby?—. La asistente le sonrió a su joven alumno el cuál la miró sin expresión alguna.

—No me queda de otra.— La adulta boqueó sin saber que decir al respecto.

Bobby entró a su salón tomado de la mano de su maestra, lo dejó al lado de Tallulah, una niña de largo cabello castaño y mirada tranquila que nunca decía nada a no ser que estuviera con Juana, incluso cuando jugaban en grupo nunca la oía reírse a carcajadas.

—No la molestes.— Richarlyson se acomodó a su lado, en sus manos traía un biberón junto a un paquete de galletas a medio comer. Su mente infantil ya había estado fantaseando en cómo sonaba la voz de la pequeña de boina.

—¿Por qué?, solo quiero que me salude—. Dijo, todos los demás niños eran sus amigos.

—Ayer quise hacer que hablara y Pomme trató de morderme.— Bobby abrió los ojos asustado e impresionado, observó a la niña mencionada que entretenida pintaba una hoja de papel.

—Las niñas dan miedo.— su amigo asintió ante las sabias palabras mientras le entregaba una de sus galletas de chocolate.

That's my baby |Spiderbear|Where stories live. Discover now