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Cerré mis ojos con fuerza cuando sentí como poco a poco el sueño me iba abandonando, no quiero despertar, estoy más que cómodo al igual que caliente arropado entre estas suaves sabanas, con el cuerpo de Jack pegado al mío, su pecho contra mi espalda mientras uno de sus brazos me sostiene firmemente por la cintura. Sí, no es que haya tomado o me hayan drogado, estoy más que consiente de lo que ha sucedido la noche anterior y no quiero volver a la realidad para preocuparme por eso.

Al final, abrí muy perezosamente los ojos, mi vista termino de ceder y observe a ese lado destruido de la habitación, con la luz de la mañana entrando por las ventanas rotas. Aguantando las protestas de mi omega por quedarnos en cama en los brazos de quien el considera, su alfa, recordé que tengo poco tiempo, pronto el celo volverá a nublarme los sentidos y si no es mi olor el que despierte a Jack, seré yo rogándole que me haga el frutifantastico de nuevo, como si mi parte trasera esté ya moldeada para el por todas las veces que follamos durante la noche y gran parte de la madrugada.

Con cuidado, tome la muñeca de la mano de Conway y aunque este protesto aún dormido, me removí con cautela para lograr sacarme su brazo de encima. Parándome de la cama, lo primero que hice fue buscar mis boxers y mi pantalón, no es buena idea tomar un baño.

Observé mi celular, solté un sonido parecido a un gruñido al observar las diez llamadas perdidas de Volkov, al igual que un par de Mónica. Estoy intentando realmente no pensar en lo que ha ocurrido la noche anterior, no quiero que mi mente o los malos pensamientos me dominen y termine llorando como un maldito crío al pensar que la unión que sentí durante la noche fue solo nuestro lado animal haciendo el sin respeto. Ambos en celo, no hay mucho que razonar. Soltando un largo suspiro, presione el botón para devolver la llamada a Volkov y coloque el celular cerca de mi oreja.

—¿Gustabo?—. Escuché la alarmada voz del amigo de Conway.

—En efecto—. Caminé por el enorme pent-house buscando el baño, tengo que confirmar lo que mis recuerdos dicen.

—Oh, por Kamisama ¡Estás vivo! Joder macho, te he estado llamando como cincuenta veces, ¿Dónde coño has estado? Estaba considerando llevar a la policía al pent-house para saber si había un cadáver por ahí.

—Sí, que gracioso eres, Volkov—. Suspiré, al final encontrándome con el gigantesco baño, intentando no admirar detalles, me coloque frente al espejo, confirmando lo que recuerdo. —No me mordió…—. Murmure más para mí que para Volkov, aunque claramente él pudo oírlo.

—¿No? Bueno, eso es sorprendente considerando la situación de los dos, quizás simplemente su alfa no te quiere o Jack es el único alfa no posesivo en la historia mundial.

Claro, no me mordió el cuello, lo demás está hecho un desastre entre tantas marcas de color rojo por cada lugar de mi abdomen e imagino que en mi espalda igual. Si lo pienso, aun siento sus cálidas mordidas devorándome durante la noche.

Joder.

—Volkov, escucha—. Volví lentamente a la habitación de Conway. —Necesito salir de aquí, el ya está bien y yo no. Quiero ir a mi casa.

—Si, por eso mismo te llamaba, no sabía si deseabas quedarte con él o…

—Mi casa, Volkov. Ahora.

—De acuerdo, de acuerdo—. Él suspiro. —Vístete, te mandaré un mensaje cuando el auto este en el primer piso, ya sabes que no tienes nada de qué preocuparte.

𝒯𝒽ℯ 𝓅ℯ𝓇𝒻ℯ𝒸𝓉 ℴ𝓂ℯℊ𝒶  (editando) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora