El Soldado ha escapado.
Es libre, pero el mundo no lo dejará respirar tranquilo. Lo buscan, por todas partes, vivo o muerto.
El mundo lo busca. Su cabeza lo controla.
Camina por las calles, pero sigue siendo el mismo prisionero.
Sus demonios inter...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
⋮
𝟤𝟧 . 𝟣𝟤 . 𝟤𝟢𝟣𝟦
⋮
» 25 . 12 . 2010
Lo llevaban atado de pies y manos. Sus manos encerradas en unas esposas que se apretaban con el más ligero movimiento. No sabía qué estaba pasando, ni dónde se encontraba, tampoco que día era ni mucho menos el rumbo de sus pasos.
Se sentía extraño en su propia piel, vacío por dentro, como si la realidad en la que se encontraba fuese una película proyectada ante sus ojos y él un mero espectador.
Estaba rodeado, seis agentes armados lo acompañaban en su travesía por aquel pasillo frío y apagado. Podía escucharlos, la conversación que mantenían entre ellos, sin embargo, el zumbido en sus oídos se encargó de reducir sus voces a simples murmullos imposibles de descifrar.
Lo próximo fue entrar a la parte trasera de un furgón blindado y esperar, en total oscuridad, a su siguiente destino.
― ¡Todo preparado! ¡Vámonos! ― uno de los agentes golpeó el lateral del furgón. Segundos después dos todoterrenos y el furgón que encerraba al Soldado se encontraban en la carretera.
Diez minutos más tarde la gigantesca ciudad de Nueva York se alzaba ante sus ojos y el silencio que antes reinaba comenzó a desvanecerse. Detrás de los cristales tintados la estampa era completamente distinta, la noche neoyorquina estaba en su máximo esplendor, las calles nevadas y los edificios, altos e imponentes, iluminados hasta el ultimo centímetro. Todo en aquel lugar gritaba navidad, sueños, felicidad.
― Vaya... creo que ya lo entiendo ― dijo con un ligero silbido, admirando la imagen que estaba presenciando.
― ¿Ah? ― Smirnov lo miró sin entender, atento a la carretera, pronto llegarían.
― Hablo de Pierce, no me extraña que prefiera pasar estos días aquí y no en la base ― Rumlow rió ligeramente ― Es más, yo también haría lo mismo si pudiese...
― ¿Y si tuvieses una hija también lo harías? ― preguntó directo, sin importarle el tono de sus palabras.