Capítulo 26

11K 1.2K 54
                                    










VER EL ROSTRO DE BELLA SWAN APENAS ATRAVESÓ LA PUERTA LE TERMINO POR ARRUINAR EL DÍA, aunque intento no pensar en ello. Sacudió su cabeza en cuánto la mujer se acercó a Edward y se centró en devolver el efusivo saludo que Emmett le regalaba.

—¿Dormiste bien?— preguntó el más grande. Danna sonrió levemente.

—Si— mintió —Buena cama, por cierto

Emmett sonrió con entusiasmo y Jasper le palmeó la espalda —Prefiere dormir en otra— se burló. El pelinegro asintió sin un ápice de vergüenza.

—Entre dormir solo, y dormir con el amor de tu vida, ¿qué elegirías?— pregunto. Danna notó la mirada cómplice que Jasper le lanzó a Lucy, la cual, terminaba de bajar las escaleras. —¡Oh, claro! — rugió Emmett —¿Seguiste mi consejo, pequeña hermana? — cuestionó mirando a la de cabello claro, la cual, negó con la cabeza de forma divertida antes de comer a caminar hacia otro lado.

—No molestes.

Danna sintió la mirada de Bella en la nuca, y aunque pensaba responder a eso con un insulto nada bonito, el sonido de su celular la salvo. —¿Qué es eso?— cuestionó Jasper mientras sus cejas se fruncían. Danna sonrió avergonzada.

«Mi pan, sum sum sum» sonaba la divertida voz desde su celular, marcando, que alguien la estaba llamando. —Lo siento —dijo ante la risa divertida de Emmett y se alejó unos metros para contestar, aunque sabía, que eso era inútil con ellos. Escucharían todo si quisieran hacerlo.

—¿Dónde estás?

La voz de Spencer sonó desde el otro lado, entre divertida y preocupada. —En serio, hace dos días que no respondes mis mensajes y tu casa está completamente cerrada, ¿Está todo bien? ¿Fuiste a Seattle hoy? — cuestionó rápidamente sin dejarla si quiera responder. Danna hizo una mueca.

—¡Spencer!—le detuvo cuando comenzaba a hablar nuevamente, el silencio en la línea le dio pie a continuar —Tranquilo, estoy bien. Sí, vine a Seattle, creo que me quedare unos días aquí aprovechando que tengo algo de dinero.

Se sorprendió a sí misma por su manera fluida de mentir. Pero era eso mejor a decir “Estoy en un nido de murciélagos chupasangre y un ex novio quiere matarme por las ideas de una tipa loca"

El hombre respiró del otro lado de la línea —Bueno, me quedo tranquilo. Pero tienes que avisarme cuando haces algo así, Danna, casi se me sale el corazón de la preocupación — declaró — además han pasado tantas cosas estos días, ¡No puedo esperar para contarte!

Danna sonrió ante el tono de alegría de su amigo. Lo amaba con el alma, eran casi hermanos, y él que el fuera feliz, la ponía contenta también. —Por cierto, ¿le dejaste flores a tu madre de mi parte? Ya sabes, cómo vamos todo el tiempo juntos —dijo, la joven notó el reproche allí, sabía que siempre iban juntos, pero bueno, ese año no.

—Sí, no te preocupes, Spen.

Un sonido le irritó desde el otro lado —¡Hace años que no me decías Spen, maldita! Lo extrañaba.

—Yo también. Y gracias por llamar, no te preocupes, volveré pronto a casa — aseguró la joven, aunque, no tuviera certeza alguna de que eso iba a pasar. Parecía que una vez que pisabas el barro sobrenatural, solo te quedaba hundirte en el.

—Espero, ¡Te quiero!

Danna se despidió y cortó la llamada, dejando salir un largo suspiro. Unos pasos detrás de ella resonaron, la joven, por su parte, continuo mirando a el exterior detrás del gran ventanal. —¿Estás bien?— cuestionó la conocida voz de Edward. La de cabello oscuro rodó los ojos.

—¿Debo decir la verdad o mentirte como a Spencer?

—Decir la verdad estaría bien para mí...

—Esta situación es una mierda, solo quiero volver a casa, a mi vida normal —exclamo mientras se giraba a enfrentarle.

—Danna —dijo su nombre con lentitud mientras posaba sus manos sobre los brazos de la mujer, la cual, dejó ir la tensión. —Si no arreglamos esto ahora, ya no habrá una vida normal...

La garganta de Danna se secó, el miedo le recorrió el cuerpo. Ya había vivido lo suficiente como para saber que esas advertencias no terminaban bien, su madre fue la última persona que le dio una, y, ¿Cómo había terminado? Muerta. Su cuerpo se tensó de nuevo bajo el tacto del vampiro e hizo lo único que sabía hacer cuando tenía miedo: atacar. —Bueno, tendrán que resolverlo, yo no me metí en esta mierda por gusto.

Edward desistió y soltó su manos, lo que menos quería era otro entrenamiento —Yo tampoco quería involucrarte en nada de esto...

—Entonces tendrías que haber dejado que me dispararan esa noche, en el bar — le interrumpió, tajante.

El rostro de Edward se transformó en una mueca de disgusto —¿Cómo podría? No podría haberte dejado morir o verte muerta, no es algo que planeo pasar.

—Bueno, podría pasar ahora

—No pasará. — dictaminó el hombre, sus dorados ojos brillaron con fiereza y determinación. 

Los ojos de Danna expresaron un temor inmenso por unos instantes, algo que Edward notó. —No quiero que pase, Edward. No quiero ser una de ustedes. — reconoció.

No quería morir, pero tampoco quería ser, en el peor de los casos, una vampira. No quería tener que renunciar a su hogar, a Spencer, a sus costumbres y a su vida. No quería tener que dejar ir todo lo que había conseguido ella misma, con esfuerzo y sin ayuda de nadie. No quería abandonar su casa, su viejo auto, las personas con las que se cruzaba todo el tiempo siguiendo la misma rutina. No quería eso. Quería seguir comiendo, bebiendo, durmiendo muchas horas, quería seguir estudiando, seguir caminando entre los demás sin miedo de clavarles un colmillo, quería una vida normal y ordinaria, como cualquier otra. Y Edward la entendió, y para su sorpresa oyó cada uno de esos pensamientos en completa nitidez, y sabía que su punto de vista era completamente válido, le alegraba y lo respetaba. Él tampoco quería tomar su alma.

Los brazos de hombre envolvieron a Danna y está, después de unos segundos de dudar, correspondió el abrazo con fuerza. Edward se deleitó con el perfume de vainilla de la menor. Sin embargo, se separaron cuando Alice ingreso en la habitación. Danna casparreo la garganta para evitar ponerse roja ante la mirada que la mujer hadita le dió. —Ya llegaron —informo. Danna frunció el ceño y miró a Edward, el cual, asintió en respuesta a Alice —Hora de entrenar...

Danna trago saliva —¿Entrenar para qué?






BREAK UP WITH YOUR GIRLFRIEND | EDWARD CULLENDonde viven las historias. Descúbrelo ahora