Una tradición de psicólogas

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Después de huir de aquella trampa en el baño Marcos pensaba dar un giro a su vida.
Solamente debía quitarse sus distracciones y olvidarse de Elena, por muy guapa que fuera o por lo mucho que le gustasen sus pies, realmente tampoco tenía certeza de si aquello era otra trampa.
Así que durante su estancia en el hospital se desconectó totalmente de su fetiche, había leído sobre ello y realmente no era para tanto.

Cuando volvió a su casa encontró una gran cantidad de mensajes de parte de Elena, o Naobo, pero fue algo tarde ya que llamaban a su puerta.

Se apresuró a abrir, y para su sorpresa Elena se encontraba allí, con una camisa, una pequeña falda y unas medias largas, junto con las mismas zapatillas que llevó al hospital, aparte traía una caja con bombones

-¿Qué haces aquí? - preguntó Marcos -
-Vine a traerte un regalo, y hablar contigo - ofreciendole la caja y pasando a dentro -

La llevó a su habitación a regañadientes, y la chica se sentó en la cama de Marcos, mientras que el se sentó en su escritorio en frente suyo

-Seguro ahora tienes muchas preguntas, y seguramente quieres que me vaya, pero tengo algo que ofrecerte.

Marcos la escuchaba con una mirada maliciosa, en silencio

-Veras... Mi madre es Lucía, una psicóloga que por lo visto fue una tarde a tu colegio, con lo que conseguí tu dirección
-¿Eso es legal acaso?

Dijo en un tono algo enfadado

-Eso no es lo importante, lo que quería decirte es que estuve hablando con ella sobre tu fetiche, y no lo aceptas, así que en agradecimiento de entregar la droga por mi, curaré tu vergüenza

El chico se levantó rápidamente y se apresuró a echarla de su cuarto

-Olvídame, yo ya he dejado esas cosas atrás y no quiero relacionarme más contigo ni con ese estúpido fetiche

Se apresuraba a empujarla y echarla de su habitación

-¡Espera! - gritó Elena -
-Que te ocurre ahora
-Está bien, hagamos algo, si consigo que te pongas a oler mi pie tendrás que aceptar que no puedes luchar contra tu fetiche y aceptaras mi ayuda, si tu fuerza de voluntad es más fuerte y consigues imponerte a tus necesidades carnales entonces me marcharé y no volverás a saber de mi nunca más.

El chico dudó algunos momentos, quería quitársela de encima y era obvio que no iba a dejar de molestarle, así que decidió tomarlo como una prueba personal, si lo lograba sus esfuerzos en el hospital habrían valido la pena.

Aceptó, así que Elena volvió a sentarse en la cama y comenzó a quitarse sus zapatillas lentamente, y posteriormente sus medias, la habitación se llenaba de un fuerte aroma a sudor y Elena observaba a Marcos con una mirada seductora, todo parecía ir bien hasta que comenzó a hablar

-Marcos... Sabes mis pies andan algo cansados, llevo andando y haciendo ejercicio un buen rato, y están totalmente sudados y apestosos... - movía sus dedos delicadamente y cruzaba sus piernas - ¿serías tan amable de darme un masaje?

Marcos se fijo en sus pies y cada vez se le hacían más bonitos, el movimiento de sus dedos le confundía y el aroma solamente hacia que se fuera agachando lentamente acercándose a sus pies.
Su cerebro no paraba de gritar peligro, pero su excitacion mitigaba todo intento de marcha atrás

-Venga esclavito... Si los besas tendrás muchos más pies, hasta que te sacies y te corras infinitas veces, será el paraíso...

Marcos cada vez estaba más cerca de ellos hasta que finalmente inhaló su aroma profundamente y los beso

Elena se levantó y le quitó su pie de la cara.

-Entonces decidido, trataremos tu fetiche
-P-pero... Yo...
-Oh cierto, ¿quieres terminar de adorar mis pies? Creí que habías superado todo esto - entre risas -

Se levantó rápidamente y se recompuso, volviendo a sentarse en su escritorio evitando el contacto visual con Elena.

-Está bien tu ganas... Podemos hacer lo que quieras

Resoplando y cruzandose de brazos.

-Está bien, por ahora quiero que hagas tus deberes y me digas absolutamente todo lo que te excita acerca de los pies, así podré valorar que nivel tienes
-Eso es vergonzoso, creo que es bastante obvio, me niego a rebajar mi dignidad a ese nivel
-Sin embargo te gusta que te llame esclavo y te pisotee

El chico se sonrojó.

-Era broma, igualmente hablaré con mi madre, ya sabes que ella ysa métodos... Poco ortodoxos

El chico fue a frenarla algo avergonzado pero ya era tarde para ello, la chica se fue de su casa y el se quedó con sus medias, pensó en devolverlas pero ella ya se encontraría lejos, así que le escribió por chat, y esta le dijo que se las devolviera el próximo día.

Por un momento las miró fijamente, pero después las agarró y las acercó a su nariz, y, sin darse cuenta se encontraba masturbandose, ya que se encontraba muy excitado logró agarrar la otra media y meterla en su polla, corriendose en la misma y evitando manchar su cuarto, la dejó debajo de la cama y se tumbó a reflexionar.
Pero esto le duró poco ya que cayó rendido.

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⏰ Last updated: Dec 09, 2020 ⏰

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Jugando con piesWhere stories live. Discover now